Capítulo 44

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2 de agosto, 2020

Adeena:

Cuando abro la puerta pensando que son los padres de Isaac bufo viendo a Marcus en la puerta.

—Yo también me alegro de verte, novia.

Dice irónico y sonrío.

—Lo siento es que estoy nerviosa.

Toma mi cintura para pegarme a él, se inclina y atrapa mis labios con los suyos para besarme por unos segundos, un beso suave.

—Relájate, todo va a salir bien, no creo que se opongan y si es así conozco a un chico que sabe falsificar firmas.

Me roba una risa y asiento a la vez que acaricio su mejilla con mi mano.

—Te está comenzando a crecer ya —digo haciendo referencia a la barba.

—Te dije que me crece rápido.

Asiento para ponerme de puntillas y besarlo.

Sus brazos se aferran a mi cintura para alzarme haciendo que enrede mis piernas en sus caderas, deslizo mis labios por su cuello, completamente perdida por las sensaciones que me invaden al estar con él.

Cuando se sienta en el sofá conmigo a horcajadas, lleva sus manos a mi culo para apretarlo, haciendo que frote su erección contra mi entrepierna y largue un gemido sobre su boca, provocando que él tome el control del beso y lo intensifique.

Pero detengo todo.

—¿Estás bien? —pregunta jadeando con los labios rojos y la voz ronca.

—Debemos parar.

—¿Por qué?

—Porque en 10 minutos van a llegar los padres de Isaac.

Parece pensarlo, hasta que aprieta sus manos en mis muslos y sonríe.

—¿Uno rápido?

Río negando.

—¿Uno rapidito?

—Es lo mismo —digo riendo.

—Es más rápido que el anterior.

Largo una carcajada, pero él me calla de un beso.

—Debes responder así no perdemos tiempo.

No respondo con palabras, solo bajo mis manos y desabrocho su pantalón por lo que él sonríe en medio del beso para llevar una de sus manos a mi nuca y pegarme aún más a él.


—¿Entonces cómo sería?

—La transfusión de sangre es pasarle células sanas para quitarles un porcentaje aceptable de células cancerígenas, así cuando comience con la quimioterapia las posibilidades de recuperación total van a ser elevadas.

—No es algo simple —sigue Marcus viendo al padre—, hay riesgo en la transfusión y en el proceso de la quimio luego, pero creemos que vale la pena el riesgo si lo salva.

—Pero puede que sea peor —dice la madre.

—Lo sé y es por eso que necesito que lo piensen bien antes de aceptar o rechazar la propuesta.

—¿Isaac sabe?

—No —le respondo al padre—, creo que solo debemos decirle si ustedes aceptan.

—Me parece bien.

Nos quedamos en un silencio los cuatro, ellos dos sumidos en sus pensamientos.

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