Capítulo 10

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14 de febrero, 2020

Adeena:

—¿Entonces no aceptas? —me mira entre sorprendido y divertido.

—Lo siento, Nate, pero es tradición pasar el día de los enamorados con Noah y Sierra, entre amigos, cuando no tenemos pareja.

Estamos en la puerta de mi casa.

Lleva sus manos a mi cintura y se acerca un poco.

—¿Y qué se supone que somos?

Me quedo cortada.

Mierda.

—¿Amigos? —pregunto precavida, él da una risa y niega.

—Dudo que los amigos se besen o se gusten.

—Creo que no...

Ríe y niega.

—No, los que yo conozco no —dice divertido.

—Mmm...

Se inclina y besa la comisura de mis labios.

—Tranquila, lo entiendo, aun no estás segura.

—Lo siento...

—No debes disculparte, yo no tengo prisa —asiento, más tranquila—. Además, por lo menos sé que si intento besarte, no vas a echarme.

—No podría —digo divertida y me besa.

Le sigo el lento beso y rodeo su cuello con mis brazos. Profundizo el beso ladeando la cabeza y escucho que gruñe suavemente.

—¿Y... si vamos... adentro? —pregunto sobre sus labios y asiente.

Deja de besarme para que abra la puerta, cuando la cierro doy un saltito para enredar mis piernas en sus caderas, tomándolo por sorpresa.

Pero su sorpresa pasa y me vuelve a besar, sus manos están en mis muslos y tengo la tentación de decirle que las ponga donde sirvan, pero sería en vano cuando apenas se sienta en el sofá la puerta se abre.

—¿Esto? Esto es traición —dice Sierra entrando con comida en la mano y Noah detrás con alcohol.

—No es lo que parece —me adelanto levantándome y acomodando mi camisa.

Los dos me miran mal y cruzados de brazos.

—No puedo creerlo —comienza Noah negando con la cabeza—. De Sierra podía esperarlo, pero ¿De ti?

Vuelve a negar, igual que Sierra.

—¡Lo siento! ¡No va a volver a pasar!

—No, ya está —dice Sierra levantando una mano—. La confianza está rota.

—Bueno, dejen el drama, tampoco fue para tanto, no llegamos a hacer nada.

—¡Osea que lo iban a hacer! —me acusa Noah.

—¿Qué creen que iba a hacer? ¿Cantar? Sí, pero no precisamente canciones.

Nate ríe y besa mi mejilla.

—Los dejo. Pásenla bien.

Se va y ellos siguen mirándome mal.

—No exageren y vamos a hacer esto.

Bufan, pero asienten y mientras Noah prepara los tragos y Sierra pone la comida en tazones, yo voy al lado con Helen para buscar los postres que hice con ella.

—¡Heeeleeen! —canturreo.

—¡En la cocina!

Voy y la encuentro con Marcus.

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