Dia 23 de expedición
(Primera parte)Alli estaban esos ojos plateados sobresaliendo del agua, acechando. Sin que se notase que el cuerpo de un reptil de por lo menos cinco metros se ocultaba debajo. Pupilas en vertical y eterna sonrisa afilada. Los cocodrilos se camuflaban a la perfección, como un tronco flotante, un pequeño islote de barro o una piedra que sobresalía por encima del agua. Tan inofensivos y letales a la vez.
Ver aquellos animales y tener que caminar cerca de ellos, me producía escalofríos. Y cuando los veía ocultarse bajo el agua, me aterraba . Un cocodrilo puede permanecer sumergido hasta casi dos horas. El record de apnea humana no llega ni a los veinticinco minutos.
Habíamos fabricado una especie de camilla de cañas para arrastrar a Andres. Algo parecido al puente improvisado que escondimos días antes de descubrir el templo, cuando tuvimos que cruzar una zona empantanada. De este modo, una de nosotras podía abrirse camino con la pistola en una mano y una rama en la contraria, mientras la otra se encargaba de seguirla tirando de la camilla y cuidando de Andrés.
El territorio de un cocodrilo abarcaba una media de cuatro kilómetros. En esos territorios podíamos encontrarnos con 3-4 ejemplares mas, que conformaban el harén de hembras. También teniamos que tener cuidado con los machos jóvenes errantes, que podíamos encontrarnos de improviso fuera del agua.
En esos momentos Guadalupe se había alejado unos doscientos metros, para inspeccionar una gran charca de agua transparente que se cruzaba en nuestro trayecto. Iba recorriendo con la rama el fondo, despacio y con precaución, por si había algun cocodrilo escondido.
No me gustaba que se alejara tanto. Ni yo misma me atrevía a ser tan temeraria. Si pasaba algo, no me daba tiempo de llegar a su lado de forma inmediata. Y lo que faltaba es que a alguna de las dos nos ocurriera algo grave.
— ¡Espera! — Le dije en la distancia, sin que ella pareciera escucharme.
Arrastré un poco mas adelante a Andres, que dormía plácidamente sobre la camilla hecha de cañas. Las moscas intentaban posarse constantemente sobre sobre sus heridas, por lo que debía estar pendiente y espantarlas. A el no era algo que le molestase en absoluto. Supongo que en su estado te da igual hasta que te cague encima un elefante.
Cuando volvi a retomar el camino, giré la cabeza hacia donde estaba Guadalupe y en ese instante la vi salir corriendo, a toda velocidad, hacia fuera de la charca. Lentamente, una enorme cabeza cubierta de escamas emergió a la superficie y la observó desde lejos. El cocodrilo hizo un ruido de vibración similar a un rugido y lanzó agua a través de su boca, en una clara advertencia para que se alejase. Ella retrocedió despacio y mi corazón latió desbocado.
Antes de poder gritarle que regresara, y planificar un cambio de ruta, una nube de balas impactó sobre el animal. Decenas de pájaros salieron volando hacia el cielo y el cocodrilo quedó tendido de medio lado, flotando a la deriva rodeado de su propia sangre.
El rostro de Guadalupe palideció. La historiadora dejó caer la rama y su pistola al suelo, levantando las manos.
Miré al fondo de la charca y vi que tres personas con pasamontañas le apuntaban con sus armas.
Instintivamente, me agaché y arrastré a Andrés hasta los bajos del árbol mas cercano para ponerlo a salvo. Luego, me subí por el tronco para ocultarme. Si teniamos suerte, no nos habrían visto y podriamos rescatar a Guadalupe mas adelante.
Uno de los hombres la sujetó del pelo y la hizo arrodillarse, para luego golpearle con la rodilla en la cara. Le hablaban de una manera agresiva y se reían, gesticulando sin parar.
— Vaya, miren — Dijo — Si nos hemos encontrado a un chochito.
Otro de ellos se tocó la entrepierna justo delante de ella.
— A lo mejor nos quiere agradecer lo que hemos hecho. Ese cocodrilo quería comérsela toda enterita.
Saqué el arma de mi bolsillo, lista para actuar si era necesario.
Guadalupe tenía una de las manos apoyada en el suelo y otra cubriéndose la mejilla, justo en el lugar donde la habían golpeado. Los miraba directamente a los ojos, sin mostrar miedo.
Respiré profundo, tratando de serenamente. Ver aquello, sin poder intervenir, era una tortura. Lo que tenía muy claro es que si intentaban sobrepasarse con ella, no dudaría en dispararles. Aunque eso me costase la vida y significara poner en peligro la de Andrés. No lo permitiría.
— No mamen — Dijo el tercero de ellos- El chochito se viene con nosotros y de momento se dejan de manosear.
El que parecía llevar la batuta, recogió la pistola de Guadalupe del suelo y se la guardó en la cinturilla del pantalón. Luego, tiró sin miramientos de su pelo para ponerla en pie y ató sus manos a la espalda.
La hicieron caminar a través de la selva. Empezaron a sudarme las manos ¿Que iba a hacer? ¿Como podia salvarla? ¿Como ir hasta ella, teniendo que hacerme cargo a la vez del cuidado de Andres? Cuando ya parecía que la iba a perder de vista, Guadalupe miró de reojo en nuestra dirección. Agachó la cabeza con serenidad y luego miró al frente, empujada por sus captores.
Maldita sea. Ese gesto significaba que aceptaba su suerte, fuera la que fuera. Como si nos estuviera diciendo que no pasaba nada, que siguiéramos nuestro camino sin ella y lo olvidáramos todo. Como si su vida o integridad no valieran nada.
Eso me bastó para tomar la determinación de que no iba a abandonarla a su suerte. Ella merecía correr el riesgo.
Gruñí de rabia e impotencia. Con las piernas temblando y el corazón latiendome a toda prisa, me bajé del árbol y tomé la determinación de cruzar al otro lado del charco con Andrés. Luego, lo subiría a un árbol, lo ataría para asegurarme de que no caía al vacío y pondría el unico cuchillo de que disponíamos en una de sus manos. Si algo lo atacaba, al menos podría defenderse.
Rezaba para que nada lo perturbase, pero no encontraba mejor manera de hacer las cosas ¿Quizás me estuviera equivocando? ¿Quizás no fuera la estrategia más inteligente?
Tenía ganas de decírselo. De abrazarle, besarle y decirle: Iré a por ella y la traeré de vuelta, pero tu mientras tanto no te mueras ¿Vale?
— Lía — Escuché que decía con dificultad Andrés — No...hagas...ninguna...tontería.
— No te preocupes, no pasa nada —Acerté a contestar, mientras sujetaba la camilla de cañas para arrastrarla en la dirección por donde había desaparecido Guadalupe.
— Men...tirosa — Musitó Andrés.
Sonreí, sabiendo que conocía de sobra mi carácter.
— Tan solo voy a patearles el culo.
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🟢 Expedición
AdventureMexico 2021 Siete personas son reclutadas para documentar y cartografiar el actual estado de un antiguo templo Chichimeca. Celia, junto con el resto del grupo que conforma la expedición, descubrirá los secretos que oculta la selva y hasta donde es c...