Capitulo 11: Fuego

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Después de comer, rodeamos la aldea para conocer su extensión y acercarnos al río que nos habia comentado María. Guadalupe prefirió quedarse en el poblado, ya que había encontrado a una anciana que tenía la intención de enseñarle la ropa que utilizaban en uno de sus rituales.


Rodear la aldea no nos supuso más de dos horas. El rio era un pequeño brazo de agua, transparente y con corriente tranquila. Cualquier charco de agua de los alrededores podia alojar especies amenazantes: cocodrilos, pirañas, pez candirú y tantos otros. Por eso, habia que andarse con cuidado. Y por eso era bueno que María supervisase cuánto hiciéramos. Por suerte, según ella no teniamos nada de lo que protegernos. Los peces que había eran inofensivos y si había pirañas, es probable que fueran de la variante vegetariana. Las pirañas agresivas tenian la zona ventral de un color rojo vivo, que hubiera sido fácilmente distinguible. En cualquier caso, lo importante era no molestarlas en epoca de puesta ni de sequia extrema.

Vale ¿eso me dejaba mas tranquila? La chica parecía estar segura de lo que hablaba, pero la verdad es que no estaba dispuesta a convertirme en la excepción a la regla general. No. No metería ni un pie en el agua.

Lo que si hice fue mojarme el pelo y la nuca para estar mucho más comoda. Soportar el bochorno resultaba dificil. Así que mientras los demás se daban un chapuzón envidiable, yo me senté en la orilla a disfrutar del dia.

Cerré los ojos por un instante.

— ¿Vas a dormirte, Celia? — Oí preguntar a alguien.

Abri un poco los ojos y vislumbré la cabeza de Raul, asomando por entre las copas de los árboles y el cielo azul de fondo. Iba sin camiseta y con calzoncillos bóxer de algodón de cuadros.

— Eso pretendo.

— Te recomiendo que no lo hagas, o esta noche no pegarás ojo — Me sugirió el periodista — Y salvo que tengas pensado hacer algo entretenido para pasar la noche en vela, no te lo recomiendo. Ahora mismo nuestro reloj biológico está un poco desorientado.

— Gracias por el consejo. Prometo que será solo un ratito y así dormiré bien esta noche — Repliqué, acomodándome un poco más sobre el suelo de tierra.

— Creo que esta noche harán un fuego — Musitó luego, sin importarle demasiado mis intenciones.

Eso llamó mi atención y abrí los ojos por completo. Él se sentó a mi lado.

— ¿Un fuego? — Repetí.

— Asi es. Estas culturas son muy espirituales. Seguramente tengan preparado algun tipo de ritual para desearnos una expedición fructífera. Va a ser inolvidable. Cantan, bailan y meditan.

— ¿Crees que nos dejarán participar?

— Oh, no lo creo. Cada uno tiene su papel y podría considerarse una burla. Es mejor simplemente mirar, salvo que te inviten. No quieras ofenderlos.

Ya estaba deseando que nos invitaran.

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