La mañana la dediqué a despedirme de mi familia. La conversación con Pedro la postergué un poco mas, ya que parecía tener todo organizado a raíz de que Andrés se hubiera ido de la lengua.
Solté la bomba (o misil) mientras almorzaba con mis padres y hermanos. Hubo un momento generalizado de incredulidad, mezclado con cabreo máximo, pero todo fue mejor de lo esperado.
Prometí varias veces que Robin y yo volveriamos a salvo y se quedaron contentos. Eso si, me hicieron recalcar que era muy importante que trajera al perro de vuelta, que lo iban a echar muchísimo de menos.
Ese detalle de interés por el bienestar de Robin, me hizo sentir a partes iguales celos de mi propia mascota y orgullo de mi familua. Era muy tierno que se preocupasen tanto por él (y también por mi, por supuesto). Pobre perrito ingenuo, acostumbrado a su vida de rey y ahora arrastrado a la conchinchina por asuntos de su propietaria...¡pobre!
Cuando regresé a mi apartamento, solté a Robin, que se fue directo a beber agua, y busqué con la mirada a Andrés.
Esa mañana le había dejado el café preparado y un par se notas para que supiera donde encontrar las cosas para el desayuno. Estaba durmiendo tan profundamente que me dio pena despertarlo. O tal vez (Está bien, lo confieso) no quise jugármela a despertalo y a tener que seguir respondiendo miles de preguntas a cerca de mi vida personal. Tendríamos tiempo mas que suficiente en la selva para ponernos al dia.
En un primer barrido visual, no lo encontré, por lo que supuse que estaría en el baño. Asi que, aprovechando la coyuntura, marqué el teléfono de mi jefe y lo llamé.
— Hola. Creo que esta va a ser la conversación mas rara que hayamos tenido nunca — Bromeé, para quitarle hierro al asunto.
— Resulta que la conversación más rara ya la tuve ayer — Contestó Pedro secamente, sin devolverme el saludo — Con unos señores de acento peculiar y modales ciertamente autoritarios.
Habitualmente mi jefe era un poco parco en palabras, por lo que aquella actitud no significaba necesariamente que estaba enfadado ¿Molesto quizás?
— Ya...Lo siento mucho. Todo esto me ha pillado de improviso. Ya sabes que siempre intento informarte de cualquier movimiento con mucha antelación. Además, no creas que me emociona desatender a mis pacientes y perderme en la selva mexicana...para na...
De repente, apareció Andrés de la nada, vestido de nuevo con su uniforme anudado a la cintura y la camiseta blanca del dia anterior. Pasó por mi lado susurrando claramente la palabra: mentirosa.
Lo asesine de miles de formas con la mirada.
Tú precisamente no te metas, engendro del demonio.
— Esperas que me crea que no te emociona — Musitó mi jefe al otro lado de la línea.
— Bueno, seguramente sea una experiencia única. Ya sabes, por todo eso de haber sido seleccionada por el Gobierno para un proyecto de esta envergadura.
— Ajá — Dijo, tras una pausa breve —Lia, deja de disculparte. Eres una veterinaria excelente y pasas demasiadas horas en el trabajo. Evidentemente espero que esto no se vuelva una costumbre, pero es una oportunidad increíble y debes aprovecharla. Tu compañero sustituto y yo estaremos esperando tu regreso con entusiasmo.
Me emocionó oírlo hablar asi de mi. Normalmente no tenemos tiempo para intercambiar palabras en el dia a dia. Era agotador y llegas a pensar que te vuelves invisible.
Pero por otro lado y solo por curiosidad ¿cuánta mierda le habrían pagado para conseguir que se lo tomase tan bien? ¿lo habrían amenazado? Miedo me daba preguntar.
Entre tanto, Andrés volvió a pasar por al lado dejando a su paso un olor a tabaco. Sobra decir que yo odiaba el tabaco y que dentro de mi casa tenía terminantemente prohibido fumar.
Ganando puntos el colega.
— Gracias Pedro. Espero que todo vaya muy bien. Cuida de mis pacientes y para lo que necesites...supongo...que puedes tratar de contactarme. Aunque no sé muy bien si dispondré de cobertura...
— Ya. Bueno, no te preocupes, saldremos adelante. Buen viaje y cuídate mucho de cualquier peligro.
— Un abrazo muy fuerte — Dije antes de colgar — ¡Andres! ¿se puede saber qué haces? — Lo llamé de inmediato.
Andrés se acercó con un andar elegante y una pipa en la mano. Acto seguido, expulsó una nube de humo alrededor de mi cabeza.
— Disfrutando de mis vicios — Explicó sonriente.
— En mi casa no se fuma — Lo informé directamente.
— Vaya, vaya. Pues llevo fumando toda la mañana — Dijo despreocupadamente — Vives con muchas reglas Lia. No sé cómo te acuerdas de todas ellas.
— Dame la pipa, hippster.
— No. Por favor. En la selva no voy a poder fumar.
— Dámela, podrás vivir un poco sin ella.
Andrés suspiró, tomó otra calada y volvió a expulsar una nube de humo alrededor de mi.
— Tal vez sin ella si. Sin otras cosas no - Murmuró, mirándome fijamente.
— ¿Te parece gracioso? — Le increpé, apartando el humo con las manos.
Sin responder, me la terminó entregando.
— Bien hecho — Lo felicité.
— Y ahora ¿con qué mantengo ocupada mi boca?
— Tienes prohibido quejarte. Te quejas por todo — Dije llevandome la pipa para limpiarla y guardarla en un lugar seguro.
Él miró los labios de Lia antes de perderla de vista y sonrió sutilmente.
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🟢 Expedición
AvventuraMexico 2021 Siete personas son reclutadas para documentar y cartografiar el actual estado de un antiguo templo Chichimeca. Celia, junto con el resto del grupo que conforma la expedición, descubrirá los secretos que oculta la selva y hasta donde es c...