Capitulo 52: Frio

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Dia 27 de expedición
(Segunda parte)

Aquellos cuatro hombres eran nuestros rescatistas.

No formaban parte del grupo de rescate especializado que nos había prometido el Gobierno mexicano, pero habían sido enviados desde la aldea de la que partimos con la misión de encontrarnos y custodiarnos. Nos seguían desde que abandonamos el campamento de los encapuchados.

— Tú fuiste bendecida — Explicó el que parecía ser el cabecilla, señalándome con el dedo índice — Vuestra expedición ha concluido, pero vamos a protegeros hasta que estéis completamente a salvo y podáis dar testimonio de la existencia del templo K'áak'o' pixan.

— ¿Por qué habéis permanecido ocultos hasta ahora? — Quise averiguar, desconfiando todavía de sus intenciones.

El hombre me miró entrecerrando los ojos, un poco molesto por la insinuación. Supuse que no estaba acostumbrado a que nadie pusiera en duda su honorabilidad.

— La cazadora fue capturada y era luna llena — Dijo, como si fuera una obviedad — Después, llegaron los nuevos integrantes y elegimos vigilarlos.

— ¿Qué cazadora? — Preguntó Andrés, adelantándose a mi siguiente pregunta.

El hombre que dialogaba con nosotros miró directamente a Guadalupe.

— Ella — Respondió, sin dudar.

La historiadora le devolvió la mirada, impasible.

Por un momento, no supe discernir si aquel hombre conocía su verdadera naturaleza o si por el contrario estaba jugando a despistarnos, para obtener información indirectamente.

— Guadalupe no es caz...— Comenzó a decir Andrés, antes de notar el codazo que le propiné al pasar por su lado.

— Ese tema no es importante — Declaré, tratando de desviar la conversación — ¿Quién os envía?

Esta vez el hombre sonrió.

— Nos guían nuestros antepasados.

¡Brillante!

No puedo decir que fuera una respuesta esperada, pero tampoco me sorprendió. En la selva nunca tienes la sensación de estar solo y todo lo que hasta ahora había acontecido tenia cierto matiz sobrenatural. El ritual que tuvo lugar en la aldea, el cenote que descubrimos en el interior del templo, el secreto de Guadalupe y simplemente haber sobrevivido.

— No lo dudo — Contesté — ¿Quienes sois?

Traté de enfocar la pregunta anterior de otro modo, de manera que pudiera sacar algo en claro.

— Mi nombre es Naran — Se presentó — Y ellos son Ikal, Suré y Tooko.

Fueron asintiendo uno a uno, a medida que reconocían sus nombres.

— Somos descendientes de las tribus que una vez habitaron esta selva — Prosiguió Naran — Pasasteis la noche en mi aldea, pero ellos tres vienen de otros lugares. No hablan vuestra lengua — Pareció reconsiderar un instante lo que acababa de decir — O al menos no la de la mayoría de vosotros.

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