24. Día complicado

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Después de una partida al baloncesto, empecé a recoger mis cosas.
Estaba charlando con mis amigos,mi hermano y Lamar, obviamente Zeus estaba a mi lado sentando.

—Nos debéis una cena—Dice Claudio victorioso.

—¿Qué? Pero si no había ningún castigo por perder—Se queja Horacio.

—Ahora si lo hay—Claudio y Greco ríen.

—Tú Cállate, que solo ganaste porque estás en el equipo del barbas y el rastas—Habla Gustabo.

—Eso es verdad—Hablo yo—Además, no tiene sentido que nos quitéis puntos porque Gustabo os empuje todo el rato, no os metáis en su camino y ya—Sonrío.

—Es verdad, que culpa tengo yo—Se defiende Gustabo.

—Ya claro—Habla un Greco sarcástico—Y supongo, que tampoco tenéis la culpa, de que Zeus nos quita la pelota y os la dé a vosotros...

—Bueno, igual Zeus quiere ser jugador de baloncesto—Dice Horacio mientras acaricia a Zeus.

—Eso Eso, que a nadie se le ocurra romper los sueño del chico—Habla Gustabo refiriéndose a Zeus y él ladra.

—Has perdido princesa, acepta la derrota—Lamar se dirige a mí.

—Prefiero perder con los buenos, que ganar con los malos—Río y le enseño el dedo corazón.

—Bueno... hay gente que mañana trabaja—Greco nos interrumpe.

—Cierto,la gente mayor trabaja—Digo.

—¿Gente mayor?—Greco me mira confundido y riéndose.

—La pregunta es...¿Quién nos hace de taxi?—Pregunta Claudio y las miradas van a Greco y a Lamar.

—Yo puedo Llevaros—Lamar se ofrece a llevarles.

—Yo voy con el barbas—Golpeo suavemente el brazo de Greco.

—Abrazo—Dice Horacio mientras me abraza.

—Me uno,pero no toquen nalgas por favor—Habla Gustabo abrazándome.

—Que toque nalgas dice—Claudio se une.

—Mientras no sean las mías—Río.

—No,tranquila, sabemos perfectamente que tus nalgas le pertenecen al Rastas—Suelta Horacio y yo miro a Lamar avergonzada.

Después de unos segundos todos me sueltan.

—¡El último es un huevo frito!—Grita Horacio para empezar a correr.

—¡¡Es el otro aparcamiento!!—Le informa Lamar a Horacio.

Horacio cambia su dirección y sigue corriendo.

—No pienso volver a perder—Dice Gustabo siguiendo a Horacio.

—¡Pero si ni sabemos qué coche es, idiotas!—Habla Claudio, empezando a seguirles.

—Bueno, ha sido un placer ganarte princesa—Lamar me mira—¿Puedo pedirte algo?—Me pregunta.

—¿El qué?—Arqueo una ceja.

—Tu número—Sonríe tiernamente.

—Vale...—Recuerdo los selfies que tengo míos y de Lamar—Te enviaré una cosa—Le sonrío.

—Tengo prisa—Habla mi hermano.

Después de darle mi número a Lamar,nos despedimos con un abrazo, luego, Zeus,Greco y yo, llegamos al coche.
...

La hermana de Greco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora