64. Libres pero no felices (FINAL)

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—Cariño, ¡he traído el desayuno!

La voz de Jack suena en toda la casa y eso hace que me despierte.

Yo me quejo agarrando una almohada y metiendo mi cabeza debajo de esta

Zeus  que estaba al lado mía, baja de la cama y va corriendo hasta Jack.

—Menos mal, alguien que me hace caso—Le escucho decir.

Escucho los pasos de él por las escaleras.

—¿Piensas seguir durmiendo hasta las cuatro de la tarde?

—Sí.

—Hay cosas que núnca cambian...—Suspira mientras se tumba en la cama.

Noto como se hunde su lado de la cama y como sus brazos me rodean por la espalda.

—¿Que hora es?—Pregunto cansada.

—Las ocho de la mañana.

—Estás jodidamente loco—Me quejo.

—A quién madruga-

—Ni se te ocurra decir esa maldita frase.

—Joder, alguien se ha levantado con el pie izquierdo.

—Déjame dormir—Suplico

—He ido a comprar churros con chocolate, se van a enfriar.

—Quiero dormir...

—Desayuna primero, amor.

—No—Hablo seria.

Jack empieza a hacerme cosquillas, yo empiezo a reír y dar patadas involuntariamente.

—¡Para!—Digo entre risas.

—O te levantas o te levanto—Me dice.

Yo le doy la espalda cruzándome de brazos.

Jack me agarra en brazos como un saco de patatas.

—Eres un pesado—Digo.

—Estoy de acuerdo.

—Me podrías haber traído el desayuno a la cama, sería más romántico.

Conway se para en mitad de las escaleras.

—Tienes razón.

Este vuelve a subir y me deja de nuevo en la cama.

—Pero-

—Voy a ser romántico espera.

—Eres tontísimo—Me llevo una mano a la frente.

Jack vuelve a bajar al piso de abajo y yo me quedo sentada junto a Zeus en la cama.

Escucho como suben unas patitas por las escaleras.

Y allí veo a Ivadog.

Un precioso Husky.

Conway lo había adoptado y le había puesto ese nombre en honor a Ivanov.

Y no solo un perro también un gato...Volcat, en honor a Volkov.

Ambos eran de la calle hasta que un día entraron a comisaría y bueno...no podíamos dejarlos en la calle.

Jack tendrá de todo, pero imaginación y originalidad para poner nombres, no.

Volcat era un gato independiente y no era muy cariñoso, Zeus e Ivadog sí lo eran.

—¿Que pasa? ¿Papi no te hace caso y recurres a mí?—Hablo con Ivadog y él ladra.

La hermana de Greco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora