Capítulo 9: Compañeros de viaje

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Ruta 221

Veloz y en silencio, el pequeño Snivy se desplazaba con agilidad entre las ramas de los árboles y arbustos a un costado del camino. Tras él, el tenaz Mudkip corría con sorprendente destreza para alguien con las patas tan cortas.

- ¡Oye! Detente por favor... - dijo Arthel entre resoplidos por el esfuerzo, pero sin dejar de correr.

-Es insistente este muchacho... - pensó el Snivy para sí mismo - Si no lo pierdo pronto, me terminará dando alcance. ¿Acaso no entiende que si me alejo de él es por su propia seguridad?

Era evidente que para Arthel recibir una negativa de parte de su supuesto compañero no era admisible. Estaba dispuesto a seguirlo hasta el fin del mundo. Su convicción era firme y no se rendiría hasta que su cuerpo no diese más. Se esforzaría al máximo, corriendo para alcanzar al Snivy, para demostrarle a su futuro colega y a si mismo que él no se daría por vencido. Así razonaba el pequeño Mudkip.

Tras más de un cuarto de hora de carrera, ambos pokémon continuaban corriendo, extenuados pero confiados en que podrían resistir más que su contrincante. Uno para intentar proteger a un extraño de un posible peligro, el otro, para alcanzar a un desconocido que le causó una buena primera impresión y que quería que fuese su compañero a toda costa.

Las fuerzas del Snivy estaban llegando al límite. Si bien las bayas aranja le dieron fuerzas renovadas, su cuerpo seguía necesitando reposo. Cada vez más, le era más difícil colgarse de las ramas con sus látigos cepa e impulsarse de un sitio a otro, mientras que su visión comenzaba a tornarse borrosa. El Mudkip no tardó en notar esto y ya casi lograba situarse justo debajo del árbol por el que pasaba el pokémon planta.

- ¿Qué te parece si tomas un descanso? - dijo Arthel mientras corría.

Sin responder, como siempre, el Snivy dio un nuevo brinco. Sin embargo, esta vez sus cepas no lograron asir la rama y terminó proyectándose en el vacío mientras todo a su alrededor se difuminaba y el suelo estaba cada vez más cerca de su cara.

- ¡Cuidado! - dijo el Mudkip acelerando por última vez.

El Snivy no supo muy bien que sucedió, pues solo sintió un fuerte tirón en torno a su cuello y un golpe seco contra algo demasiado blando para ser tierra. No tardó en darse cuenta de que el buen Mudkip había amortiguado la caída con su propio cuerpo.

- No te preocupes... yo te cubro, compañero... - dijo Arthel un poco aturdido todavía por el impacto - ¿Es... estas bien?

- Eh si, supongo que si - dijo el pokémon serpiente mientras se reincorporaba y examinaba rápidamente su estado. Sus viejas heridas no se habían abierto y la bolsa con sus efectos personales estaba tirada a un costado. Sin embargo, sentía que algo estaba mal, como si algo estuviese terriblemente fuera de lugar.

Arthel pronto se recuperó del impacto y con su alegría de siempre, se reincorporó en sus cuatro patas, sonriendo al Snivy.

- Sabes... Eres bastante más ligero de lo que pensé. – reconoció el Mudkip - y bueno, la verdad es que te ves mucho más pequeño sin tu bufanda.

- ¡Mi bufanda! ¿He perdido mi bufanda...?

- Pues, sí.

- ¡¿Como la pude perder?! -dijo con desesperación el Snivy, poniéndose a buscar en sus alrededores su morada prenda de vestir. Arthel no pudo dejar de sorprenderse por el brusco cambio en la personalidad del Snivy, de mostrarse tan serio y calmado a estar desesperado y verdaderamente aterrado en solo un par de segundos.

- Tranquilo, te ayudaré a encontrarla. No puede estar lejos. - dijo el Mudkip intentando animarle mientras comenzaba a inspeccionar los alrededores. El Snivy, temblando completamente, asintió y comenzó a recorrer la senda de la ruta 221 de un lado para otro.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora