Academia Plateada (habitaciones estudiantiles)
Las apacibles horas de la tarde trascurrían con su habitual placidez en la academia plateada. El ambiente era tranquilo, pues no había gran algarabía en los pasillos. Varios de los estudiantes se encontraban en clase o cumpliendo con sus trabajos voluntarios, y no hallaban la hora de que la campana marcase el final de aquella jornada. También se escuchaban murmullos en la lejanía, producidos por aquellos afortunados alumnos desocupados que se encontraban dispersos por los amplios jardines de los terrenos de la academia pasando el rato descansando, jugando, entrenando o simplemente disfrutando del espectáculo de la luz solar filtrándose ominosamente entre los parches de nubosidad.
Ajeno a estas distracciones, un joven Turtwig se encontraba en una habitación diminuta, contando con el espacio apenas suficiente para albergar un pequeño escritorio, una especie de mullido cojín de lana y una caja de madera. En la ventana, una cortinilla de color verde lima ondeaba suavemente a causa del viento, agitando levemente las hojas que crecían en la cabeza del chico, sin que este apenas les prestara atención. Su mente estaba concentrada en leer ávidamente cada palabra de la carta que cierta Ampharos le había traído hace poco, procedente de tierras lejanas.
Tras terminar de leer su contenido, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras guardaba el papel en una cajita junto al resto de la correspondencia que recibía, pensando en que debería de escribirle pronto a su tío para ponerlo al día de todo lo que había hecho durante las últimas semanas. Recibir noticias de parte de su familiar siempre le ponía de buen humor. Especialmente porque en esta última carta su tío Bankor prometía que vendría a visitarlo antes de fin de año.
Por suerte para Terrence, aquel día solo había tenido clases por la mañana, teniendo el resto del día libre para prepararse para el "gran evento" de esa tarde, así que pudo leer el mensaje sin mayores inconvenientes. Recibir esa inesperada misiva de parte de su tío le había infundido los ánimos para encarar el desafío que había tomado hace unos cuantos días atrás, todo gracias a las ocurrencias de cierto Mudkip.
Las campanadas que marcaban el final de las últimas clases del día resonaron por toda la mansión, y le anunciaron a Terrence que el momento había llegado. Sin espacio o lugar para retractarse ahora, Terrence suspiró antes de tomar un pequeño bolso donde llevaba varios cuadernos y acomodarlo sobre su lomo, abandonando su habitación y emprendiendo el camino hacia el punto de reunión acordado: la biblioteca.
Después de tantos días de hablar del tema y con el tiempo cada vez más escaso, Terrence y sus amigos finalmente consiguieron organizar sus diversos horarios para participar de lo que Arthel había llamado una "fiesta de estudio". Al principio, el tipo planta no estaba tan seguro de si reunirse en grupo a estudiar sería una buena idea. Él estaba más acostumbrado a estudiar por su cuenta. Sin embargo, admitía que había cierta razón en las palabras del misuviano.
Hablar con el bibliotecario para conseguir su autorización no fue problema alguno. Telders incluso se ofreció a prestar su apoyo si lo necesitaban; no por nada había sido el estudiante con mejores calificaciones de su generación. Sin embargo, fue otro el imprevisto que le provocó una crisis nerviosa a Terrence ese día, quién por poco no se refugió dentro de su caparazón al escuchar a su amigo tipo agua pidiéndole que fuese él quien llevase la voz dirigente en los estudios. Los nervios atenazaron su garganta, imposibilitando al joven Turtwig siquiera responder. Para su mayor angustia, Trucy, Sorzen y Sattler se mostraron de acuerdo, y sin que nadie se opusiera, quedó acordado que el amable tipo planta sería el encargado de dirigir los estudios de todo el grupo durante las sesiones en conjunto. Todos eso había ocurrido hace algunos días, y finalmente había llegado la hora de celebrar esa fiesta de estudio.
Suspirando nuevamente, el chico se aproximó al solitario pasillo de la biblioteca. Como era lo habitual, no se veía ni un alma en las cercanías; nadie se pasaba por dicho lugar, aunque fuese por accidente. Terrence se encontró ante las puertas de madera oscura, dudando sobre si entrar o no. Su mente trabaja a toda velocidad, llevando a cabo una verdadera batalla entre su timidez y sus ganas de colaborar con sus amigos. No era la primera vez que algo así le pasaba al tipo planta, constantemente se veía en situaciones similares durante las clases regulares, donde una y otra vez quería charlar con sus amigos, ayudarles con alguna respuesta que se les complicara, pero sus nervios lo inmovilizaban, o como mucho, le permitían hablar en voz baja, sin que nadie más le escuchara.
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Pokémon Ausvandel: La academia Plateada
PertualanganEn una región habitada solo por las fantásticas criaturas conocidas como Pokémon, un joven Mudkip sueña con convertirse en un valiente aventurero y explorador. Para lograr ese objetivo, se dirigirá a la prestigiosa Academia Plateada, donde podrá ap...