Capítulo 14: El final de un largo primer día

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Sorzen se encontró a sí mismo en medio de un bosque sombrío y neblinoso. Totalmente desconcertado, el pequeño tipo planta comenzó a correr sin saber por qué.  Se movía con su acostumbrada agilidad entre las plantas y los troncos de los árboles, con un gran deseo de alejarse lo más pronto posible de ese lugar.  El brusco sonido de madera crujiendo y plantas agitándose comprobó el inquietante presentimiento de Sorzen, el presentimiento de que algo lo perseguía. 

 El muchacho corrió durante lo que le parecieron horas, pero por más que avanzaba, el sombrío bosque y la neblina parecían ser infinitos. Y ese escalofriante sonido a sus espaldas no paraba de aumentar. Lo que sea que fuese aquello que lo perseguía, estaba muy cerca de alcanzarlo.

Un súbito estruendo proveniente de las alturas hizo que el Snivy ladease su cabeza, observando hacia arriba. Una gruesa rama de árbol cayó justo en frente, cortándole el paso y deteniendo sus movimientos en seco.

— ¡Se acabó! — sonó una voz a sus espaldas que le provocó escalofríos al tipo planta- ¡Suficiente de correr!

— No.... no puede ser... Esto no es posible —tartamudeo el Snivy mientras se giraba tembloroso. Unos intimidantes ojos rojos brillaban con malicia en la penumbra, unos ojos que Sorzen conocía bastante bien.

—Que indigno comportamiento para alguien de tu clase... ¡Correr por el bosque de ese modo tan vulgar! ¿Qué pensarían nuestros fieles siervos al ver como un príncipe se rebaja a vagabundear por la foresta, como si fuese un inmundo proscrito? No dejas de ser más que una vergüenza para nuestra casa.

—No...  —el joven Snivy intentaba responder, pero no encontraba el valor para hacerlo.

Sorzen intentó acomodarse su bufanda, buscando el valor y la confianza que le infundían dicha prenda, su único refugio para mantenerse calmo, pero fue entonces que se percató que ya no la tenía consigo. El pánico lo atenazó con rapidez, y al mismo tiempo, un fuerte objeto lo sujetó  violentamente, dejándolo sin aire.

Sin darse cuenta de cómo o de donde había salido, una gruesa y poderosa extremidad verde acababa de rodear el cuerpo del pequeño Snivy y lo apretaba con fuerza. Las dos pupilas brillaron con un resplandor rojizo aún más fuerte que antes y se aproximaron. Al acercarse, Sorzen pudo ver claramente a la criatura que lo apresaba, pero eso ya no era necesario para saber de quien se trataba. La había reconocido desde el primer momento.

Una enorme Serperior emergió desde las sombras neblinosas, aprentando con fuerza al pequeño Snivy y aplastando su cuerpo en un mortal abrazo.

—Siempre has sido una deshonra para nuestra familia —decía la sierpe adulta con furia—. ¡Maldigo el día en el que eclosionaste del huevo!

—Suélteme... —gemía Sorzen, sintiendo la enorme presión en su cuerpo que le impedía respirar.

—No mereces ni la menor muestra de piedad... ¡Pondré fin a tu deshonroso comportamiento yo misma!

—Por favor, no... Por favor, libéreme, déjeme ir... me iré lejos. No volverá a saber de mi.

—¡Silencio! Este será tu fin, no eres más que un error que se nos fue de las manos.

—No, por favor... perdóneme, madre...

El cuerpo del pequeño Snivy no pudo soportar más el fuerte apretón de la Serperior y el joven tipo planta se desplomó en un negro vacío.



Academia Plateada (enfermería)

El sonido de unas lejanas campanadas despertó a un desconcertado Sorzen. Bastante agitado, el joven pokémon planta observó sus alrededores. Se encontraba recostado boca arriba en un cómodo lecho, en una habitación tranquila, rodeado por estanterías repletas de toda clase de frascos llenos de bayas y extraños ungüentos. Al intentar incorporarse, el joven Snivy sintió una fuerte punzada en su costado. Fue entonces que notó que varios vendajes recorrían su cuerpo, en especial la zona abdominal, donde tenía varias capas.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora