Capítulo 18: Un imprevisto en el pueblo

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Nolmaria

Una vez atravesada la empalizada y el humilde portón de madera, el grupo conformado por Arthel, Sorzen, Trucy y Sattler se encontró con las polvorientas calles de Nolmaria. Ahora no solo con su misión original de recoger un paquete y llevarlo de regreso a la academia, sino que Hank, el Murkrow portero, les había pedido que localizaran a su compañero Blaken y le recordasen que tenía que presentarse en su puesto de vigía. Teniendo esto en mente, y buscando optimizar sus tiempos, los cuatro jóvenes optaron por dividirse para completar ambos recados. Cuando cumplieran con su respectivo encargo, regresarían al portón de Hank y esperarían a sus compañeros. Así fue que Sattler y Trucy se dirigieron a ver el pedido de jardinería que venían a buscar en la calle del mercado mientras que Arthel y Sorzen buscarían al irresponsable de Blaken por todo el pueblo.

Tan pronto la Fennekin junto al Sandshrew se hubiesen marchado por su lado, Arthel acosó a Sorzen con preguntas sobre su supuesto "romance" con Trucy.

—¡¿Qué te dijo?! ¿¡Salió todo bien!? ¡Dime! —exigía el Mudkip zamarreando a Sorzen con tanta fuerza que el Snivy pensaba que le quebraría el cuello.

¡Ejem! Bueno, la cosa es que... Nunca hubo nada entre ella y yo— admitió un avergonzado Snivy mientras se acomodaba su bufanda después de que el Mudkip lo zamarreara.

—¡¿Cómo?!

—Lo que oyes. Creo que has malinterpretado un poco la situación... Y te debo una disculpa.

—¡Lo oigo y no lo creo! ¿Lo dices en serio?

—Por favor, discúlpame si he provocado un malentendido.

—Entonces, déjate de disculpas y explícame, por favor, porque actuabas tan raro tan pronto veías a Trucy.

—Bueno, el asunto es que... —Sorzen expuso rápidamente su "batalla interna" contra el temor al fuego, algo que realmente fue una sorpresa para el Mudkip, quien apenas recordaba aquel día en la clase de matemáticas donde la profesora Ashes se "encendió" más de la cuenta y comenzó todo el embrollo. Cuando el Snivy hubo terminado su explicación, esperó una reacción agitada por parte de Arthel (burlas o enojo quizás) pero en cambio el Mudkip pareció quedar un poco decepcionado.

Luego de unos minutos de mantener a Sorzen expectante, el Mudkip suspiró y le respondió.

—¡Por Lugia! ¿Por eso no querías salir de nuestra habitación? ¿Para no toparte con Trucy o la profesora Ashes? La verdad es que me cuesta procesarlo...

Sorzen asintió cabizbajo y con la mirada en el suelo, sin tener el valor de mirar a su amigo.

—Mira, sé que me dijiste que podía confiar en ti, pero, no creí que debía importunarte de ese modo. Tú no tienes nada que ver con mi pequeño problema. Así que preferí solucionarlo por mis propios medios... —reconoció por fin el Snivy—. Aún sigo trabajándolo, pero creo que hoy ya he logrado un buen avance. Durante un momento, dejé de estar temblando como una hoja al viento mientras charlaba con Trucy.

El Mudkip volvió a quedarse en silencio, pensando en el asunto. Sorzen no lo culparía si Arthel se enojaba con él, después de todo, le ofreció su más sincera ayuda y él lo había rechazado.

Continuaron caminando juntos por las calles de Nolmaria, pero sumidos en un incómodo silencio, hasta que se toparon con el destartalado letrero del "Dragón Sonriente", la posada de Aeryl. Tras un intercambio de miradas, ambos se dirigieron a la puerta de entrada.

Cuando Sorzen estaba por entrar a la posada, alguien más se disponía a salir. No hubiese sido gran problema de no haberse tratado de una corpulenta criatura de cuerpo candente. Arthel pensó que se trataba de una broma de mal gusto, pues se trataba de un Magmar, quien salió inesperadamente, empujando sin querer al tipo planta con su ardiente cuerpo.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora