Capítulo 15: ¿Trabajos voluntarios?

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La vida de los aprendices de explorador continuaba con su rutina diaria en la Academia Plateada. Nada había cambiado, a excepción de la inesperada aparición de dos nuevos discípulos, quienes al llegar con retraso quedaron levemente rezagados del resto de sus compañeros de generación, una novedad que pronto cayó en el olvido y que ya pocos recordaban como algo interesante.

Sin embargo, estos dos novatos recién llegados darían su mejor esfuerzo para ponerse al día con el resto de su generación. Pronto conocieron el horario regular que seguía la academia, con clases de lunes a viernes y teniendo tiempo libre suficiente para realizar tareas, completar encargos o estudiar según las necesidades de cada alumno.

Esto último había emocionado mucho al joven Mudkip, pues le daba bastante más libertad de la que esperaba. Sorzen también se mostraba satisfecho con el horario tan permisivo que aparentemente tenían, pero no podía evitar sospechar que había algo que no estaban considerando en ese horario aparentemente tan vacío. Lo bueno de tener aquella ventana de tiempo es que ofrecía la oportunidad de leer y estudiar a profundidad los contenidos del libro que había encontrado en tan extrañas circunstancias durante su primer día en la academia. 

La lectura era una de las principales aficiones del Snivy. A diferencia de Arthel, quien solo se interesaba en leer textos que tratasen de viajes épicos y relatos de exploraciones, el Snivy recibía y leía de buen gusto cualquier clase de libro con el que se toparan sus ojos. Sorzen pasó toda hora libre que podía sentado en el césped de los jardines o en su cuarto, totalmente inmerso en la lectura, mientras Arthel se entretenía haciendo borradores para el mapa que les habían dado. El Mudkip trataba de recrear los contornos del viaje que realizara desde la capital Misuvia en compañía del viejo Toucannon, pero todavía no se tenía la suficiente confianza como para traspasar eso al mapa que aguardaba sin estrenar en su habitación.

Después de unos pocos días viviendo como miembros de la Academia Plateada, Arthel y Sorzen ya estaban bastante familiarizados con su nuevo hogar y con sus habitantes, en especial con sus compañeros. Además, durante esa semana pudieron conocer a la mayoría de sus profesores, algunos bastante serios, pero otros mucho más accesibles, como la profesora Ashes. Esta última era una Flareon bastante apasionada en el área que se desempeñaba, la ciencia. Como docente de la Academia Plateada, enseñaba los preceptos básicos de las ciencias en general (en especial la física y la química). Además, durante el último año se había hecho cargo del curso de matemáticas, pues el puesto había quedado vacante hace poco por la jubilación del antiguo maestro. Era precisamente en esta clase donde se encontraban Arthel y Sorzen, quienes al igual que muchos de sus condiscípulos, se encontraban cansados y algo ansiosos por llegar al final de la jornada.

—¿Alguien puede decirme cuanto equivale a "x"? —interrogaba la Flareon al curso. Como era usual, nadie respondió, aunque el joven Turtwig sentado en la segunda fila murmuró algo en voz baja.

—¿Nadie lo sabe? —volvió a preguntar la profesora mirando directamente a Terrence. Este inmediatamente desvió la mirada y se hizo el desentendido.

—Es diez, "x" es igual a diez —afirmó con seguridad Hydreth, quien estaba sentado justo detrás del Turtwig.

—Si, eso es correcto, muy bien Hydreth —dijo la pokémon de fuego un poco sorprendida —¡Lo has hecho fenomenal!

El tipo agua miró al Turtwig y le hizo un gesto a modo de saludo. Fue entonces que el sonido de las campanadas marcando el final de la clase se escuchó por todo el edificio.

—Muy bien muchachos, con esto concluimos las clases de hoy —admitió la profesora Ashes—. Recuerden traer completadas sus tareas para la clase de la próxima semana. Pueden irse. Excepto ustedes dos, Arthel y Sorzen, necesito hablar con ustedes un momento.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora