Capítulo 42: Operación Zedictus - 2° parte-

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Nolmaria

En una bodega abandonada en las afueras, apegada a la empalizada del pueblo, se encontraba un confundido Patrat maldiciendo los cambios de planes a última hora de sus superiores.

—Veamos... ¿Qué es lo que había que hacer exactamente para montar estas cosas? —se preguntaba a si mismo Axi, observando los múltiples contenedores de compuesto X  reposando ante él—. La jefecita dejó las instrucciones a Marrik, pero él me mandó a mí a encargarme de liberar esta cosa... ¿Cómo se supone que voy a hacer eso si nunca nadie me dijo como hacerlo? La última vez solo sumé el contenido del vial que me dio la jefa al recipiente, pero no tengo ni la menor idea de lo que contenía el vial aquel... Hmm, ¿qué debería hacer?

Dando vueltas en torno a los tres tóneles de madera previamente preparados por los conspiradores en aquel sombrío cuartucho de Nolmaria, el Patrat seguía cuestionándose como proceder. Se suponía que el compuesto X de su jefa podía almacenarse de manera segura en los recipientes de madera; solo bastaba incorporar un último ingrediente a la mezcla para convertirlo en la densa nube violácea que enfurecía a los salvajes y los ponía bajo su control. El problema es que en el cuartucho, junto a los tóneles, había una jarra con agua tibia, cáscaras de naranja, semillas ceguera, mermelada de baya meloc y una lata con cáscaras de baya atania. Al pequeño secuaz le sonaba de algo las bayas atania, pero no tenía idea de si debía hacer algo con todo lo demás.

En un arrebato de ingenio cuestionable, el Patrat finalmente optó por incorporarlo todo a la mezcla. Las diferentes sustancias fueron depositadas en la jarra con agua, mezcladas hasta obtener una pasta homogénea que añadió con premura a los tóneles antes de marcharse del lugar. Según sus cálculos subjetivos de las pruebas de campo, tendría poco menos de cinco minutos para encontrar una zona segura de observación antes de que el producto hiciera reacción. O eso es lo que esperaba Axi, pues se llevó un susto enorme cuando la reacción química tuvo lugar pocos segundos después y una fuerte explosión le golpeó de lleno, recibiendo el Patrat múltiples esquirlas de madera en su pequeño cuerpo, así como un chorro de vapor violáceo que rápidamente se expandió y comenzó a elevarse en el cielo.

Un enorme boquete había aparecido en la empalizada, y por aquella abertura se filtró la nube tóxica hacia el exterior del pueblo, afectando a varios de los normalmente cautelosos e inofensivos salvajes que estaban por el lugar. Bajo la influencia del compuesto X, todo salvaje en las cercanías fue impulsado a atacar el pueblo y sus habitantes, y no tomó mucho tiempo para que una gran cantidad de salvajes estrepitosos y agresivos se conglomerasen cerca del forado.

Entre ellos se encontraba la grotesca figura de un pequeño Patrat, con una pata rota y con un afilado trozo de madera atravesándole su ojo derecho y sobresaliendo por el otro extremo de su cráneo. Sin inmutarse por las heridas, Axi gruñía, babeaba y sangraba; expeliendo el siniestro vapor violáceo por su boca mientras arañaba la barrera psíquica que impedía el acceso al poblado.

Una visión que inquietó bastante a los centinelas que se aproximaron a revisar lo que sucedía. Entre ellos se miraban preocupados, pero sonriendo nerviosamente. Mientras la mística protección de la empalizada existiera, ninguno de los monstruosos salvajes pondría un pie dentro del pueblo. La horda de criaturas rugió con fuerza, elevando una cacofonía infernal de gritos, gruñidos y chillidos que produjo un escalofrío en los confiados centinelas. Fue entonces que la portentosa barrera de protección se hizo pedazos.

[...]


La siniestra nube de químicos violáceos se asentaba del otro lado de la empalizada. Un tenso silencio, acompañado de un viento frío, se impuso después de que el sonido de pasos furtivos y ramas rotas se escucharan fuera de los muros.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora