Capítulo 6: Un pueblo bastante normal

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Ruta 222


Las jornadas de viaje del pequeño Snivy fueron bastante duras, pero con su ingenio y discreción, el pokémon planta finalmente logró salir del espeso bosque de Vergrim en una pieza.

Su aspecto desgreñado, cubierto de raspones y cortadas no le daban una imagen muy agradable y refinada, pero su postura y la determinación que brillaba en sus ojos, le daban una apariencia segura y confiada. Con su característica bufanda morada alrededor de su frágil cuello, el pequeño Snivy se encaminó hacia un sendero adoquinado que evidenciaba la cercanía de un poblado.

El día estaba tranquilo, el sol ya comenzaba a llegar a su plenitud y una ligera brisa mecía las ramas de los árboles que dejaba atrás. Tras caminar unos pocos metros, el Snivy vio a otro pokémon que venía en dirección contraria. Sus instintos se despertaron de inmediato, su cuerpo se preparó de manera inconsciente para el combate y su tensión era evidente. No había enfrentado tantos peligros y fatigas en atravesar el bosque en vano, y lucharía con todas sus fuerzas para evitar que lo atraparan.

El pokémon que se aproximaba era una criatura grácil, cuadrúpeda y de tamaño mediano. Su cuerpo tenía tonalidades verdes y algo amarillentas y sus orejas y cola tenían aspecto de hojas. Como evidentemente el pokémon desconocido ya lo había visto, intentar esconderse en el follaje del costado del camino era ya inútil. Tomando una resolución, el Snivy mantuvo su paso, intentando disimular la enorme tensión que lo embargaba.

Cuando la distancia entre ambos pokémon disminuyó considerablemente, el Snivy estaba totalmente preparado para saltar y echar a correr entre las plantas. Solo faltaban unos cuantos metros, luego centímetros, y finalmente, ambos pokémon cruzaron sus caminos. El Snivy dirigió una penetrante mirada al pokémon desconocido, mientras sus vainas comenzaban a arder por la tensión.

- Buen día... - el desconocido murmuró con bastante nerviosismo y prosiguió su camino sin mirar atrás.

El Snivy detuvo un momento su andar, dio un fugaz vistazo al pokémon que se alejaba con paso rápido por la calzada y luego, reanudó su marcha.

-Fantástico, es el primer pokémon civilizado que me encuentro en mi viaje y por poco lo ataco sin razón -pensó para sí mismo el Snivy.

Tras relajar su tenso cuerpo, reanudó su marcha con ánimos renovados.

Ya había recorrido mucho más terreno del que sus perseguidores podrían predecir, por una ruta por la que nadie le creería capaz de superar. Definitivamente, sus perseguidores no le atraparían ese día.

Una media hora más tarde, el Snivy llegó a una suave loma. A menos de un kilómetro más allá, se veían los tejados y la empalizada del poblado de Nolmaria. Había logrado salir con éxito de su propio reino y llegado a tierras de sus vecinos.


Nolmaria

Arthel y el viejo Toucannon arribaron a los sencillos muros de Nolmaria durante la mañana de un día glorioso. El joven Mudkip no pudo evitar sentirse levemente decepcionado. Como habitante de Misuvia, estaba acostumbrado a las grandes edificaciones de granito y roca de mar pulida con la que se construían la mayor parte de los edificios de su vecindario, por lo que se sorprendió de ver que casi la totalidad de los edificios del pueblo estaban confeccionados con madera y paja, mientras solo un puñado de establecimientos contaban con muros de piedra.

Growert le estaba dando una sencilla descripción del pueblo al joven Mudkip mientras atravesaba el portón de madera que marcaba la entrada del Norte.  Le informó que su gobernador habitaba en la casona más voluminosa del lugar, en la cima de la pequeña colina, y que si bien la mayoría de sus habitantes era granjeros y agricultores que tenían sus sembradíos en los campos de los alrededores (en el camino pudieron ver un par de plantaciones), también había un pequeño grupo de habitantes que se dedicaba al comercio, y que habían establecido sus puestos en un determinado punto del pueblo, lugar al que se le conocía simplemente como "Mercado".

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora