Capítulo 44: Las heridas de Nolmaria

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Casa de Lord Atremel (pasadizo subterraneo)

Rault se encontraba descendiendo las oscuras escaleras que le llevarían al mejor refugio de toda la mansión: su sala de "recreación". No solo era segura porque estaba incomunicada totalmente con el resto de la casa, sino que estaba construida con roca sólida de la propia colina. Incluso las cerraduras se echaban desde dentro. Ningún salvaje podría ingresar ahí, aunque escarbaran por toda la colina. El sitio era un verdadero bunker.

Una vez llegó a la sala, el Dunsparce encontró algunos de sus juguetitos predilectos de tortura, y recordando que todavía quedaba un prisionero en las mazmorras, se vio tentado a ir a darle una visita.

—Tengo toda una noche por delante para divertirme, jejeje—pensaba el Dunsparse con una mirada maliciosa—. Incluso puedo ponerme más "rudo" de lo habitual. Después de todo, resultará bastante sencillo deshacerse de los restos. Solo tengo que hafcer parecer que los salvajes ingresaron a las celdas y...

El mundo se volvió rojo por un segundo y un ardiente dolor golpeó con fuerza la cabeza de Rault. Gimiendo y retorciéndose, el Dunsparse apenas conseguía ver quién le había propinado ese inesperado puño fuego.

—Vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí? — gruñó el gran Obstagoon todavía con su mano empuñada y recubierta de flamas—. ¿No te habrás olvidado de mi, cabrón?

—Ees..esto... Puño gris... ¿Cómo es que estás...?
—¿Libre? Ja, eso no te incumbe, gusano. Es momento de que pagues todo lo que hiciste conmigo durante los últimas semanas, y por supuesto, también debo cobrar la parte de mi socio Anze —uniendo la acción a la palabra, Moult descargó otro puñetazo sobre el Dunsparce, que soltó un desesperado grito de pánico y pidió auxilio a todo pulmón, entre lágrimas y chillidos de desesperación.
—¿Qué es esto? ¿El renombrado Rault, el "iluminado", comportándose de este modo tan vergonzoso? —acotó una voz agria mirando desde una esquina. Se trataba de un ave de negro plumaje con un enorme pico—. No eres más que un gusano rastrero, me repugnas.
—¡¿Growert?! ¡¿Tú también estás libre?! — la incredulidad se reflejaba con claridad en el rostro del Dunsparse—.  ¿Pero en que momento..? Si yo los encerré a buen recaudo a ambos, sucio pajarraco.
—No fue para tanto. Solo tuve que tomar las llaves —intervino el Slaking con una sonrisa—. Por cierto, tal vez te interesará saber que encontré varios documentos comprometedores en esta sala. Así que en nombre de la guardia de Nolmaria, Rault Dunsparce, quedas arrestado por conspiración, engaño y estafa, entre muchos otros crímenes.
—¡No, alto! ¡No puedes hacerme esto! ¡Yo soy el mismísimo iluminado, el Aus..! —un nuevo puñetazo acalló al Dunsparse, haciendo que este terminase por escupir alguno de sus dientes ensangrentados.
—¿Qué pasa, "iluminado"?¿Te molesta el sabor a óxido de tu propia sangre dentro de tu boca? —se mofó Moult sacando su lengua—. Agradece que el buen agente me obligó a dejarte consciente, sino ya estaría sacándote las vísceras por la boca con mis propias manos.
—Creo que será suficiente con eso Moult. No queremos que nuestro nuevo prisionero se desmaye... por ahora— las palabras del Toucannon sonaron mucho más amenazantes que las del propio Obstagoon, que solo gruñó y pateó el cuerpo del Dunsparse hacia el Slaking.

Un estruendo interrumpió la conversación. A juzgar por el violento temblor y la caída de polvo desde el techo había pasado algo grande afuera. Rápidamente el agente Kurvo se dirigió a la puerta por la que Rault había ingresado, pero tras forcejear unos instantes, se convenció de que no habría manera de abrirla desde ese lado.

—Bloqueada por completo. No cede ni un poco. Tendremos que salir por el otro lado, por la zona de los propios cuarteles.
—¡Fantástico! —masculló el Obstagoon—. ¡Ea, pues! Andando. No pienso tolerar un minuto más bajo tierra.
—Un momento, ¿qué fue ese estruendo de antes? —preguntó Growert al alicaido Dunsparse—. ¿Qué está pasando exáctamente allá fuera? ¿La operación Zedictus ya está en marcha?
—Jejeje... No les diré nada, idiot...— un nuevo puñetazo del Obstagoon acalló al Dunsparse—. Vale... si, Marrik debe estar ejecutando la segunda fase de su plan... ouh...
—¡Demonios!— exclamó Kurvo—. No tenemos tiempo que perder. ¡Hay que detener a estas sabandijas!

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora