Los padres de Faith Sarah Faust fallecieron cuando ella apenas era una niña, agónico de dolor su abuelo decide alejarla de Forks y de todo lo que el pueblo acarrea... Mas no se puede mantener alejado un hilo rojo por durante tanto tiempo ¿O si?
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Era madrugada cuando el avión proveniente de California aterrizó en Seattle, Faith Sarah Faust y su abuelo recorrieron juntos los caminos del aeropuerto hasta encontrar con la cinta que les devolvió sus maletas de inmediato, así entonces estuvieron listos para tomar un autobús que los dejaría directamente en Forks, más específicamente en la reserva de los Quileutes, allí Bartozs Faust visitaría a uno de sus antiguos amigos en busca de algunas respuestas.
En el camino a La Push, Faith no dejó de observar el paisaje, era un precioso amanecer con mucha niebla denotando que aquel sería un día nublado, le gustaban mucho los días como aquel. Faith Sarah Faust no había tenido la posibilidad de conocer a sus padres, al menos no de forma característica, ellos habían nacido y vivido en forks, se habían enamorado en la secundaria y habían engendrado a la pequeña Faith, más su felicidad después de tenerla duro muy poco puesto que al poco tiempo fallecieron y desde ese entonces Bartozs, su abuelo, le cuida como si fuese lo más preciado del planeta, él extrañaba a su hijo más que a nadie y Faith le recordaba a él en muchos sentidos más aún no había tenido posibilidad de charlar con su nieta sobre sus padres, Faith prefería el silencio, no quería extrañarles y por tanto jamás había conocido nada de ellos como personas.
—Bienvenidos —Anunció amistosamente un joven saliendo del pórtico en cuya casa acababan de estacionar, era alto y musculoso, moreno, de cabellos negros, tendría unos cuantos años más que Faith quien se encontraba ayudando a su abuelo a bajar del taxi mientras le observaba de reojo.
— !Jacob, que grande estas¡ —Anunció el abuelo mientras se le acercaba amistosamente para darle un abrazo cariñoso.
—Pasen, mi padre está en la cocina, insistió en preparar el desayuno así que es su día de suerte —Jacob los observo a ambos, Faith cargaba sola las maletas, entendía que su abuelo no estaba en muchas condiciones de cargar cosas. —Deja te ayudo con eso.
Dijo rápidamente y tomó una de las maletas, el abuelo Bartozs ya se le había adelantado, estaba ansioso de ver a su amigo.
—Gracias —Esbozó Faith rígida, no era una persona que confiase fácil en las personas, había tenido una infancia difícil.
—No es nada —El morocho esbozó una sonrisa y cargó en su hombro la valija como si se tratase de una mochila pequeña, a él no le pesaba para nada, después de todo era un licántropo. —Veo que no me recuerdas, la última vez que te vi eras así —Indicó con su brazo libre y llevo una palma de la mano Justo por encima de su rodilla.
—Era muy pequeña supongo —Acotó oyendo los parloteos animados que venían desde la cocina donde seguidamente ingresaron ambos adolescentes, Billy sonrió con entusiasmo y Faith se acercó a saludarle.
—Cada vez se parece más a su padre —Señaló el hombre en silla de ruedas, Faith sonrió por cortesía, no le agradaba mucho que le dijesen aquello. —Vamos siéntense, el desayuno está delicioso.
Indicó y todos tomaron un respectivo lugar en la mesa, Bartozs y Billy charlaban animadamente, Jacob acotaba algunas cosas, en ciertas anécdotas había carcajadas más la castaña permanecía en silencio, atenta, pero en silencio. No abrió la boca hasta que el mismísimo Billy propuso que Jacob le enseñase la reserva en la tarde, de todos modos era viernes lo cual significaba que Jacob veía a sus amigos en las orillas de la playa y por la noche se quedaban a escuchar las leyendas Quileutes alrededor de una fogata, por lo que Jacob aceptó.
Faith durmió hasta después del mediodía, nuevamente almorzaron junto a los Black y tras tomar algunas galletas de postre ambos jóvenes se encaminaron a la playa.
—Espero que te guste el lugar, es todo una leyenda —Comentó el morocho, a lo que Faith le observo animada.
—Mi abuelo parece estar muy feliz de estar aquí, hacia tiempo no le veía sonreír tanto —Admitió ella jugando con sus manos metidas en los bolsillos de su campera mientras caminaban.
—Este siempre ha sido su hogar después de todo —Admitió el joven, ella asintió despacio, Bartozs había decidido alejar a Faith de todas sus raíces cuando sus padres fallecieron, para el era sumamente doloroso vivir con su recuerdo y consideró que era lo mejor si él y su nieta cambiaban de aires.
Unos aullidos provenientes de personas se oyeron a lo lejos, al observar bien Faith pudo ver a muchos hombres al borde de un risco, entre ellos se empujaban y jugaban hasta que el primero dio un salto hacia el agua, los demás rieron divertidos.
—Esperemos a que bajen para presentártelos —Concreto el mientras observaban como uno a uno los hombres fornidos se iban lanzando al agua como si fuese lo más entretenido del planeta. A Faith le recorrió un escalofrío por la espalda, era una distancia muy grande, una mala caída y podrían romperse los huesos, no quería ni pensarlo.
No pasó mucho tiempo hasta que los cuatro hombres estuvieron de pie en la arena secándose únicamente con el viento, todos eran mayores que Faith.
—Quill, Paul, Embry ella es Faith, una amiga de la familia —Notificó Jacob y todos le saludaron amistosamente, el último en salir fue un joven de cabellos largos quien intentaba peinarse los mientras caminaba por la orilla. —Y él es el pequeño Seth —Jacob pasó un brazo amistosamente por los hombros del mismo, aún siendo el más pequeño era uno o dos años mayor que Faith.
Seth sintió como el aire se le acumulaba en la garganta cuando levantó la cabeza y sus ojos encontraron los de la joven, por un momento sintió como si se volviese loco, se paralizó y una sensación reparadora le recorrió el pecho, fue como si de repente algo le llenase por completo, encontró en los ojos de Faith todo el reparo que necesitaba, jamás había experimentado un sentimiento tan fuerte como aquel, pero allí estaba, a punto de caer a los pies de una desconocida.
