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La fiebre

Faith acomodó la cabeza en el hombro de Seth, acaba de contarle todo lo que había ocurrido en la casa de los Cullen, él se había quedado fervientemente callado, pero asimilando la información, comenzaba a llevarse mejor con Edward Cullen después d...

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Faith acomodó la cabeza en el hombro de Seth, acaba de contarle todo lo que había ocurrido en la casa de los Cullen, él se había quedado fervientemente callado, pero asimilando la información, comenzaba a llevarse mejor con Edward Cullen después de que le había salvado de las garras del vampiro Riley, más aquello... Aquello cambiaba las cosas, podía sentir la tristeza profunda que le había causado a su impronta y eso también lastimaba a Seth.
El pelilargo extendió su brazo y tomó la mano de su impronta, le dio un suave apretón y luego, con su pulgar, trazó círculos sobre la misma.

—Mi padre... Asumo que murió de la misma forma —Comentó formando una línea con sus labios. —Todos dicen que fue de un paro cardíaco pero... No estoy seguro.

— ¿Y no les odias? Después de todas las leyendas y... De eso —Puntualizó.

—Odiarles no es la solución.

Faith le entendía, en cierta forma, no odiaba a Edward, no podía odiarle, ella no podía odiar a nadie, pero si le dolía profundamente, el vacío por la ausencia de sus padres volvía a aparecer en su interior. La castaña tomó el brazo de Seth y lo pasó por encima de sus hombros acomodándose así en su cálido pecho, los sentimientos del morocho salieron a flor de piel, era la primera vez que ella hacía eso, se sentía como si estuviese en el paraíso, quería tenerle así siempre.

—Necesito un poco del calor lobuno —Admitió soltando un suspiro pesado, Seth frunció el ceño.

— ¿Tienes frío? —Al chocar la frente de la joven contra su anatomía se había dado cuenta de que algo no andaba bien. —Creo que tienes fiebre —Pero Seth no era un bueno para medir temperaturas, el siempre estaba ardiendo. —Espera aquí mientras traigo un termómetro.

Él se levanto suavemente y fue directamente al baño, de tantos días y tantas noches que pasaba allí ya sabía con exactitud dónde estaba cada cosa, se sentía muy a gusto.
El termómetro estaba en un cajón sobre el lavamanos, lo tomó y rápidamente volvió con su impronta para ponerlo bajo su brazo, en efecto el medidor marcaba que su temperatura era más elevada que lo que se esperaba que un humano tuviese normalmente.

—Debe ser por qué dejas la ventana abierta al entrar por las noches —Bromeó la joven quien, cada minuto se sentía un poco peor.

—Imposible, duermes junto a una estufa con patas —Sonrió triunfal pero luego se giró a mirarle. — ¿Tienes frío por las noches? —Por un momento a Seth le abrumó la idea de congelar a su impronta pero está negro con la cabeza. —Metete entre las frazadas, iré por algún fármaco que puedas tomar.

Faith aguardo allí, se sentía débil, odiaba el dolor de cabeza que la fiebre le provocaba, aborrecía sentir el cuerpo pesado y adolorido, pero lo que más detestaba era no tener la fuerza suficiente para levantarse y seguir con sus actividades normales.
Una vez metida en su cama Seth apareció con la aspirina y un vaso de agua.

—Deberías dormir un poco —Sugirió el lobo, ella refunfuñó.

—No es para tanto.

—Hazte a un lado —Ordenó mientras se quitaba la camisa, la castaña se dio el lujo de apreciarle fugazmente, tenía los músculos del pecho definidos y acarreaba un físico digno de disfrutar. Con un resoplido se sacó aquellos pensamientos de la cabeza puesto que el pelilargo se había tumbado con ella bajo las sábanas. —Me quedaré contigo un rato para que no tengas frío.

— ¿No están las mantas para cumplir ese rol? —Faith se escogió de hombros, aunque, en su interior admitía que Seth era como una gran manta eléctrica muy acogedora.

—Soy mejor que las mantas —Alzó ambas cejas, la castaña no pudo evitar soltar una sonrisa débil, Seth pasó uno de sus brazos por debajo de la cabeza de la joven y le atrajo hacia su anatomía.

—Eres una manta gigante —Balbuceó acomodándose sobre el pecho del lobo, estaba realmente cómoda allí y podría haberse dormido en un solo segundo.

Seth aguardó en silencio, pasó un rato inmóvil pero fue el tiempo que más disfrutó junto a Faith, le encantaba verle dormir, le encantaba sentir que él le protegía, que ella se sentía segura estando allí, entre sus brazos, que podía dormir plácidamente pues su lobo estaba cuidando de ella. De vez en cuando Seth le echaba una sonrisa, estaba completamente imprimado en aquella chica, estaba enamorado.

Fue cuando oyó la voz de Jacob que abandonó su puesto junto a una profundamente dormida Faith para reunirse con el anciano y su alfa en la cocina de los Faust.

— ¿Creen que se trate de la metamorfosis? —Pregunto pensativo el menor, Jacob dudo.

—Supongo que lo sabremos en un par de horas —Acentuó él, el abuelo Faust los observaba con atención.

—Es probable, no le cayó nada bien lo que Edward tenía para decirle sobre sus padres —Suspiro Seth, después de todo se encontraba asustado ¿Y si Faith no correspondía a su imprimación? Era casi imposible pero había posibilidades y eso le aterraba.

—Ese maldito chupasangre —Gruñó iracundo Bartozs por lo bajo. —Espero y Faith pueda perdonarle por qué yo jamás lo haré.

Ambos lobos permanecieron en silencio sin saber qué decir, Jacob no aprobaba el comportamiento de Edward pero estaba imprimado de su hija y tenía que respetarle, y Seth... Seth luchaba en su interior entre La Paz y la guerra, era un joven tranquilo que no buscaba riñas, pero el que Edward hubiese asesinado a los padres de su impronta le daba deseos de arrancarle la cabeza con la boca, si Faith no le perdonaba la pequeña amistad entre ellos estaría completamente rota, él era fielmente protector de la castaña.

—Creo que algo anda mal —Soltó con un hilo de voz la joven quien acababa de escurrirse a la cocina, todos se voltearon a mirarle.

Sus ojos estaban rojos e inflamados y de su boca corría un hilo de saliva ensangrentada.

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Holissss!
He aquí el capítulo 11

Espero que lo disfruten, los amo!

MIDNIGHT |Seth Clearwater|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora