Capítulo 81

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—Vamos Amber, ya es tarde.

Me removí en la cama, abrazando más la almohada que se encontraba a mi derecha. Louis caminaba por la habitación tranquilamente y las noticias que pasaban por televisión acompañaban nuestro silencio.

—No me hagas sacarte a la fuerza de la cama —amenazó.

Sonreí divertida, sintiéndome como una niña pequeña que no se levanta para ir al colegio. Las sábanas fueron arrebatadas de mi cuerpo, haciéndome reír y cubrirme la cara con la almohada. Sus manos tomaron mis tobillos, jalándome hasta el borde de la cama y quitando la almohada para después aventarla a algún lado.

Se inclinó hasta estar cara a cara conmigo, yo aún acostada y él apoyando sus rodillas en la orilla del colchón, aprisionando mis piernas.

—Esa es una mejor manera de despertar —murmuré, pasando mis brazos por sus hombros.

—Quizá lo haga más seguido —sonrió—. Comienza a arreglarte, nos iremos en unos minutos.

—Me duelen las piernas.

—No mientas —dijo y yo sonreí divertida—. Has ido al baño como dos veces en la mañana, ¿qué pasa con tu vejiga?

—Está por explotar —me encogí de hombros—. ¿Qué te parece si mejor me besas?

Sonrió de nuevo, tomando mi cintura con sus manos y presionando sus labios con los míos. Suspiré al sentir las tontas mariposas en el estómago como si fuera la primera vez que lo besaba.

Después de una corta pero caliente sesión de besos, me levanté de la cama para vestirme. Su mano palmeó mi trasero, haciéndome reír y pegar un pequeño brinco a la vez que él sonreía hacia mí.

Después de que nos arreglamos, tomamos nuestras cosas y salimos del hotel, saludando a Greg que llevaba un par de minutos esperándonos.

—Buenos días, ¿listos para un largo día? —preguntó Greg encendiendo el auto.

—Así es —sonreí.

Aún tenía sueño, pero mi emoción al saber todo lo que haríamos en el día me mantenía despierta. Louis acariciaba el dorso de mi mano con su pulgar mientras veía las calles por la ventana.

—¿A dónde iremos primero? —preguntó Louis.

—Al Rockefeller center —sonreí—. Digamos que ya tengo todo planeado.

Sonrió hacia mí, acercándose y abrazándome por los hombros. Una vez que llegamos al Rockefeller center, nos bajamos del auto, acordando con Greg que nos recogería en unas horas para después ir a la Quinta Avenida. Todo era increíble, Nueva York era increíble.

Entramos a uno de los restaurantes que se encontraban por la zona. Nos dirigimos al área de la terraza para desayunar y así poder contemplar a la vez las calles frente a nosotros. El desayuno transcurrió entre risas y bromas por parte de ambos, y realmente amaba cuando esto sucedía.

Después de media hora en el restaurante, Louis pagó y salimos de ahí para comenzar a recorrer el Rockefeller center. Louis, al igual que yo, traía sus lentes de sol y no dejaba de pensar en lo increíblemente guapo que él era y lo afortunada que era yo al haberlo encontrado y conseguido. No tenía nada de qué quejarme.

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