Capítulo 86

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Han pasado ya dos meses desde que estuvimos en Inglaterra con la familia de Louis. Grecia y yo nos pusimos al corriente en cuanto a todo lo que hicimos en nuestras vacaciones, yo contándole sobre Louis intentando no dar muchos detalles de nuestros encuentros románticos. Ella ha amado la bolsa Gucci que le he comprado, repitiéndome muchas veces que soy la mejor.


Llego a la universidad y camino hasta mi casillero, saco dos libros para mis próximas clases y los guardo en mi bolso. Mi cabeza duele, mi apetito no ha sido el mejor y me siento débil todo el tiempo. Camino hasta el baño y lavo mi cara, luzco terrible, todo el tiempo estoy pálida y con unas pequeñas ojeras. Saco una caja de pastillas y me tomo una, esperando que el dolor de cabeza se vaya.


Espero paciente unos cinco minutos en el baño, esperando que el mareo que siento se vaya. En el receso solo alcancé a comerme la mitad de una manzana y un jugo de fresa, todo lucía terrible y Grecia me regañaba porque decía que lucía más delgada, el problema era que no hacía ejercicio desde hace un mes y aún así había adelgazado.


—Luces terrible, Amber, te lo digo como amiga.

—Lo sé —suspiro cansada pasando mis manos por mi cara.

—¿Por qué no comes algo más? —niego con la cabeza cuando me tiende una barrita integral—. Oye...¿no has ido al doctor?

—No, lo dejé pasar.


Me estudia con la mirada durante unos segundos, y luego su rostro palidece un poco y parece asustada. ¿Tan mal me veo?


—¿Cuándo ha sido la última vez que menstruaste? —murmura.


Analizo mentalmente, y me doy cuenta que desde el viaje a Nueva York no he menstruado. Madre mía. Volteo a verla y parezco igual de asustada que ella. Ambas pensamos lo mismo, y mi miedo aumenta terriblemente, mi corazón late con fuerza y de pronto siento que empiezo a transpirar.


—Amber, ¿no estarás embarazada?


Niego continuamente con la cabeza, levantándome rápido del comedor pero me arrepiento inmediatamente cuando un mareo se hace presente.


—Calma, yo te tengo. Amber mierda, ¿podemos ir ya a un doctor o algo? Mira, podemos perder las dos últimas horas, podremos justificar la falta después. Necesito que te revisen, por favor.

—Sólo llévame a casa —pido y cuando está apunto de decir algo, la detengo con un gesto con la mano—. Por favor, Grecia, llévame a casa.


Asiente con la cabeza y salimos de la universidad, dirigiéndonos a su auto y tomando el camino a casa. No estoy embarazada, eso es imposible. Durante el camino mis manos tiemblan y me es imposible controlarlas, me veo en el espejo retrovisor y me doy cuenta que he derramado un par de lágrimas. Las seco discretamente y cierro mis ojos.


Mamá y papá no están, ambos han ido al trabajo y llegarán hasta las dos. Grecia me lleva hasta mi habitación y me recuesta, cerrando las cortinas y sentándose a la orilla de mi cama, acariciando mis piernas intentando darme alguna clase de consuelo.


—¿Puedo prepararte un té o algo? Necesito que comas algo, parece que estás por desmayarte.

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