Capítulo 91

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—Mierda, espera, espera —pide con la respiración agitada, mis labios se alejan de su cuello—. No tengo condones.

—Tienes que estar bromeando.

—¿Por qué traería condones si no estás aquí? Necesito ir a comprar unos.


Gimo molesta y él besa mis labios una vez más, levantándose de la cama y tomando su cartera del escritorio.


—No me tardo, lo prometo.


Besa mi frente y sale rápido de la habitación, intentando peinarse un poco con sus manos. Río un poco y me levanto para cerrar la ventana de la habitación y cerrar las cortinas. Voy al baño y hago pis, me lavo las manos y regreso. Cinco o diez minutos después, entra Louis con la llave de la habitación.


—¿Me tardé mucho?

—No tardaste nada.


Sonríe y se acerca a mí para besarme de nuevo. Camina conmigo hasta la cama y tira con una mano de las cobijas para después cargarme y recostarme en el colchón. Una de sus manos acaricia mi cintura por debajo de mi ropa y me estremezco, sus manos están frías. Mi mano acaricia su mejilla y extraño su barba, pero igual su piel sigue siendo tan suave como recordaba.


Quita mi suéter y lo deja a un lado en la cama, me abrazo más a su cuerpo y pronto bajo mis labios por su barbilla hasta su cuello. Inhalo, siempre amaré su aroma. Doy besos continuos en su cuello y con mi lengua trazo una línea hasta su barbilla, donde doy una ligera mordida.


Después de unos minutos, me encuentro en sólo mi ropa interior y él con los pantalones aún puestos. Tengo demasiado frío. Sus manos están entrelazadas con las mías por arriba de mi cabeza a la vez que sus labios se entretienen con mi cuello y clavículas. Cuando quita mi sostén, me estremezco y cubro con mis manos mis pechos. Él sonríe.


—¿Tienes frío?

—Sí, un poco.


Quita su pantalón y yo lo ayudo con sus bóxers. La pequeña caja de condones se encuentra en la mesita de noche. Baja sus labios hasta mis pechos y jadeo cuando su aliento caliente cae sobre mi pecho izquierdo. Su pulgares acarician mi abdomen y cintura mientras que sus labios dan atención a mis pechos.


Trae consigo una de las cobijas para que no tenga tanto frío, los vellos de mi cuerpo están erizados. 


—¿Tú no tienes frío? —pregunto en un murmuro cuando baja sus labios a mi abdomen.

—No —sonríe divertido, dejando un beso en mi ombligo.

—Lo siento, no sé que me pasa.


Ríe y sube hasta mis labios para besarme, su pecho completamente pegado al mío y lo abrazo para buscar más calor. Mis manos acarician su abdomen y costados. Lo empujo por los hombros hacia un lado y ahora me encuentro sobre él con solo las bragas puestas, puedo sentir su erección contra mí.


—Estuve esperando mucho tiempo para besar tus tatuajes —confieso, sus manos acariciando mi espalda hasta llegar a mi trasero donde da un apretón.

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