Capítulo 64

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—Joder no, quédate —pidió Lottie, viendo mis maletas en la entrada de mi habitación.

—No puedo, Lottie…

—Se pasó increíblemente rápido el tiempo —murmuró—. Te voy a extrañar mucho, ¿sabes? Aunque me hayas cambiado por Louis, te voy a extrañar bastante.

—No es para tanto —reí y ella sonrió—. Seguiremos hablando, Skype y FaceTime o lo que quieras pero seguiremos hablando al igual que cuando nuestro campamento terminó. ¿Quién dice que no volveré a venir a visitarlos? Tengo que conocer a tus futuros hermanitos.

—Yo también ya quiero conocerlos —sonrió emocionada y se sentó en mi cama—. Te los enseñaré por videollamada cuando nazcan.

Sonreí y ella se acercó a abrazarme. Mi vuelo salía al día siguiente a las seis de la mañana, pero había empacado desde en la mañana para tener todo listo y también asegurarme que nada me faltaría. En unos minutos Jay llegaría con Dan pues saldríamos todos a cenar, debido a que Jay dijo que quería despedirse de mí de un modo no tan triste.

—Iré a arreglarme para que vayamos a cenar —dijo Lottie—. Te avisaré cuando llegue mamá.

Asentí con la cabeza y ella se dirigió a su habitación. La habitación donde estuve todos estos meses se encontraba completamente vacía a comparación de cómo se encontraba días atrás. Justo ayer Lottie, Fizzy y yo habíamos ido al centro comercial de compras, había comprado gran variedad de ropa, incluso para mis padres entre otras cosas.

Escuché las pisadas de Louis por el pasillo y sabía que acababa de ducharse. Salí de mi habitación para ir a la suya, entrando detrás de él.

—Es increíblemente sexy cuando tu espalda está llena de gotitas —dije, tomándolo por sorpresa.

—No sabía que estabas aquí —dijo, y yo me acosté en su cama.

—Lo siento.

Él me sonrió y comenzó a vestirse frente a mí, permitiéndome una increíble vista de todo su cuerpo como si no lo hubiera visto ya varias veces. Se sentó en la cama y yo me puse de rodillas detrás de él, secando su cabello con una pequeña toalla roja que me ofreció.

—¿Cómo estás? —preguntó.

—Bien —sonreí aunque sabía que él no me podía ver—. ¿Tú cómo estás?

—Supongo que bien, no acepto la idea de que esta es tu última noche aquí.

—Bueno, yo tampoco lo creo —admití, aún secando su cabello con la toalla—. Pero nos seguiremos viendo, lo sabes; o vas tú o vengo yo.

Asintió suavemente con la cabeza y cerró sus ojos, mientras que yo seguía secando su cabello. Una vez que terminé de secarlo, decidí que quería peinarlo yo, así que como pude intenté peinarlo hacia arriba así como él solía hacerlo.

—Me ha quedado horrible —dije riendo y él rió conmigo.

—Claro que no, está bien —dijo viéndose en el espejo mientras yo seguía riendo.

—Lo siento, puedes peinarte tú mismo si quieres, en serio.

—No, lo dejaré así.

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