Capítulo 69

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—¿Segura que no quieres esperar? 

—Claro que no, prefiero saber de una vez.

Mamá negó con la cabeza a la vez que yo entraba a la página de la universidad en internet. Me sentía completamente nerviosa y a la vez emocionada, mis manos temblaban y casi no podía escribir bien, por lo que mamá rió y tomó mi laptop.

—Olvídalo, Amber, yo voy a revisar.

Me levanté del sofá a la vez que caminaba por la sala, esperando a que mamá me dijera de una vez si había sido aceptada o no en la universidad. No pasó ni un minuto cuando ya me encontraba apurando a mamá, quién solo posó su mirada en mí.

—¿Qué dice? Por Dios mamá, dime de una vez.

—Bueno…lo siento Amber.

¿Qué? No no no, maldita sea no. La miré asombrada y sentí cómo mis piernas flaqueaban, pero de momento mamá se soltó a reír y volteó la laptop hacia mí.

—¡Está bien, cariño! Has sido aceptada.

Solté un suspiro que no supe que estaba conteniendo y mamá seguía riendo. Fui de las que tuvieron una nota más alta entre los quinientos que hicieron el examen, y no había palabras para describir cómo me sentía en ese momento.

—Deja de verme así, Amber. Ven y déjame abrazarte.

Reí y corrí, literalmente, a los brazos de mamá, quien reía emocionada conmigo.

—¡Me has dado un susto de muerte! —acusé.

—Lo siento cariño, siempre quise hacer eso.

Negué con la cabeza y de un momento a otro me encontraba soltando lágrimas por los ojos. ¿Qué mierda me pasaba?

—Oh cariño, no llores —mamá dijo enternecida a la vez que secaba con sus pulgares mis lágrimas.

—Lo siento, me cuesta creerlo.

Ella asintió con la cabeza y me abrazó de nuevo, besando repetidas veces mis mejillas y diciéndome cuán orgullosa estaba de mí, y por supuesto que yo igual me sentía orgullosa de mí misma. 

—Ahora, ve y mándale un mensaje a Louis para contarle.

Tomé mi celular que se encontraba en el comedor y mamá desapareció de ahí, subiendo a su habitación. Louis había comenzado a salir con la modelo días atrás como se supone que sería, pero me incomodaba y no me gustaba verlo en las noticias. ¿Quién era ella? Alessandra Ambrosio, y no iba a negar que era preciosa.

Busqué su número en mis contactos y decidí marcar en lugar de mandar mensaje. Lo extrañaba demasiado, pero eso no quitaba el hecho de que él pasaba tiempo con la modelo.

—¿Amber? ¿Todo bien amor?

—Hola —sonreí nerviosa y me senté en el sofá—. ¿Cómo estás?

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