69. ¿Habré madurado?.

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La vuelta a la rutina ha sido eso, regresar al trabajo, visitar a mis padres los domingos para comer juntos, tomarme una cerveza de vez en cuando con los chicos. Y sí, continuar viendo a Samuel y a Rebeca.

Después de la visita a la granja estuve planteándome dejar si espacio entre ambos, pero como últimamente no hago nada más que cagarla en mis decisiones esta vez preferí ser claro y no jugar a "yo creo que...".

Al día siguiente de nuestras pequeñas vacaciones llamé por teléfono a Samuel. Él me respondió extrañado pero aún así me comentó que se alegraba de mi llamada. "Vamos bien" me dije para mí mismo.

En aquella llamada le expuse mis pensamientos de la manera más transparente que pude - Soy feliz junto a vosotros, si cualquiera me preguntara ahora mismo respondería lo mismo, que quiero seguir viéndoos. Pero no me gustaría que vernos te cree falsas esperanzas, así que no forzaré algo que pueda dañarte a ti o a Rebeca. Si crees que no podrás separar una cosa de la otra, preferiría que no nos viéramos a solas.

En esos momentos ni yo mismo me creía que pudiera ser tan franco. ¿Habré madurado? No creo, seguramente no me salga el ser un capullo cuando hay una niña de por medio.

La respuesta de Samuel también fue muy clara - Rebeca te adora, y yo, desde que entraste en nuestras vidas, sonrío más y tengo más ganas de ver qué me depara el futuro. ¿Por qué diablos querríamos dejar de verte, bobo?.

Así que desde entonces hemos seguido disfrutando de tiempo de calidad. Creo que ambos necesitábamos tener a alguien que supiera lo que es haber perdido al amor de nuestra vida.

El que no tenía ni puta idea de lo que era eso es el tonto de Andrés, que me ha llamado esta mañana para echarme la bronca del siglo. Dice que ayer tras el partido fueron todos a tomarse algo, y que uno del equipo anduvo pinchando a Samuel preguntándole por mí.

- No va y nos dice la nena que tú no quieres ser su nuevo papá, ¿a ti qué te pasa, Álvaro, estás imbécil o qué?

- ¿Qué?

- Nada de qué. Te juro que no pensé que fueras tan tonto, macho. Sólo es una niña, ni siquiera tienes que comportarte como un padre con ella, porque ya tiene uno. Pero ¡joder!...

- Creo que te estás confundiendo- intento explicarle, pero me interrumpe.

- De confundido nada, a mí si me viene una tía, con la que congenio tanto como lo haces tú con Sami, es que ni me lo pienso, tenga una hija o tenga veintisiete.

- ¡Qué no es por Rebeca!- le grito porque ya me está tocando un poco la moral- No es por ella, de verdad.

- ¿Entonces...?

- Entonces es que...- no encuentro las palabras exactas, pero Ándres es mi amigo, y por muy inmaduro que sea me conoce hace muchos años ya.

- Es Quique, ¿verdad?

- Siempre es Quique - y rompo a llorar desde el otro lado de la línea.

- ...

- Todo me recuerda a él. No sé, imagino que necesito más tiempo aún. Por alguna estúpida razón había imaginado que podría olvidarme de él más fácilmente.

- ¿Olvidarte de él? Alvaro, tío, Quique ha sido el amor de tu vida, tu compañero, tu hombro en el que llorar, con quien forjaste la pareja más sólida que cualquiera de los capullos de nuestro grupo podríamos tener, ¿y piensas que eso se puede borrar de un plumazo, como si no hubiera existido?

- No... bueno... Ya me entiendes, no es olvidar, es ¿superar?.

- Eso puede, quizá con algo más de tiempo todo se suavice, pero creo que todo dependerá de una cosa, ¿sigues enamorado de él, o simplemente estás enamorado de un recuerdo?

Desde esa conversación no paro de darle vueltas a su pregunta. ¿Qué me sigue atando a Quique, nuestro pasado y las cosas bellas que obtuve, o es realmente amor lo que sigo sintiendo?

Y como necesito encontrar una respuesta a esa cuestión, he decidido aceptar ese "tomar algo" que me propuso Quique la última vez que nos vimos y ver qué sensaciones me deja el pasar de nuevo tiempo juntos. Solo espero ser lo suficientemente fuerte para no hacer el ridículo frente a él.

ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora