87. Salud, dinero y amor.

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Wind no daba crédito a lo que le estaba diciendo su Phi. ¿En serio prefería continuar con esa relación cargada de toxicidad antes que estar soltero de nuevo?. Él mismo no tenía novia y no por eso dejaba que cualquiera le siguiera como si fuera su sombra.

- Te estás mintiendo a ti mismo.

- ¿Qué?.

- Que no me creo que no quieras estar solo. Has estado solo prácticamente tu vida entera y rara vez has necesitado algo de los demás.

Khalan no terminaba de comprender qué quería expresarle su hermanito.

- ¡Lo que te pasa es que sigues enamorado de P'Valentín!.

Como no estaba de acuerdo con las tonterías que estaba diciendo Wind, y no quería discutir con él en un día tan perfecto, prefirió levantarse y marcharse.

- Piénsalo, hermano. ¡Ese farang sigue dentro de tu corazón! - le gritaba a sus espaldas.

...


Aquel "simplemente sed dos locos y queréos" se repetía una y otra vez en la cabeza de Valentín. No había pensado en esa posibilidad, pero desde luego era algo que hacía que su corazón se emocionara.

"Debo de estar fatal de la cabeza", se decía cuando recordaba esos ojos negros rasgados mirándole con devoción.

Para Valentín, desde el accidente hasta que se montó en el avión de vuelta, todo era un batiburrillo de recuerdos inconexos. Recuerda sentirse impotente por haber perdido la memoria, recuerda la tranquilidad que le daba ver a Khalan aparecer por la puerta del hospital, recuerda el esfuerzo por recuperarse para no preocupar al tailandés, recuerda sentir que su corazón se llenaba con cada día que pasaron juntos y recuerda el dolor de sentirse engañado.

Lo había intentado; había escapado de allí, se había reinventado en España, se había independizado, había madurado y había dejado el tiempo pasar. Pero nada de eso había borrado su imagen.

Si era sincero consigo mismo había llegado a un punto en el que ya le daba absolutamente igual cómo el mundo definiera a esa persona. Le daba igual si era un hombre o si era una mujer, la había amado por igual. Y llegó un momento en el que pensar que nunca escucharía su voz dejó de parecerle un problema, porque él podía hablarle con sus ojos, su sonrisa, su paciencia y ternura. Nunca le había hablado como le habían hablado hasta entonces, directo a sus oídos. No, Khalan todo lo que le había transmitido lo percibió directamente al corazón.

- ¡Me voy, tío! - llamó excitado a Álvaro.

- ¿Cómo que te vas?, ¿a dónde?.

- A buscarlo.

Valentín nunca supo por qué no había borrado las fotos de Khalan o por qué seguía manteniendo su número de teléfono. Pero ahí estaban, le recordaban que todo aquello fue real, que hubo un momento de su vida en que alguien le quiso tanto que llegó a hacer tremendas locuras por mantenerle a su lado.

Dicen que el tiempo suaviza todo, y el odio que llegó a sentir cuando descubrió la verdad se había diluido con el transcurso de los meses.

Ahora había pasado suficiente tiempo. Más de un año desde que regresó a España. Aparentemente su vida estaba perfectamente encauzada en estos momentos, estaba totalmente recuperado de las secuelas del accidente, regentaba un restaurante de éxito, tenía un grupo de amigos excepcionales, la relación con su familia había mejorado mucho desde que no vivían juntos... Pero Álvaro le había hecho darse cuenta que le faltaba algo, como decía la canción argentina [1];

"Tres cosas hay en la vida; salud, dinero y amor, 

y el que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios".

Ya iba siendo hora de poder agradecer a Dios, se decía Valentín.


[1] "Tres cosas hay en la vida", compuesta por Rodolfo Sciammarella en 1941.

ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora