79. El cumpleaños de Alba.

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El sábado por la noche es un día fuerte en el Chao Phraya, para Valentín no acudir a trabajar por ir a una fiesta en lugar de ser un desahogo, era como un martirio. Pero se lo había prometido a su madre, y los chicos estaban tan emocionados que hasta se pasaron por su casa a buscarle.

No solía arreglarse, pero era una ocasión especial, así que se puso una camisa negra a juego con un vaquero del mismo tono. Como no le gustaban los complementos su único extra era un poco de perfume y haberse afeitado.

- ¡Estás cañón, Val!- le grita Andrés sacando la cabeza por la ventanilla del copiloto.

Marc al volante junto con Joan detrás le silban animadamente.

- ¿Dónde anda Alvarito?- pregunta mientras se sienta detrás de Andrés.

- No viene con nosotros - responde Marc- tenía cierre en la tienda, así que irá en su coche más tarde.

- ¿Y cómo te ha dado por hacernos de taxista esta noche, Marc?

- Pues ya ves, que como con los antibióticos no puedo beber igualmente... Así gano puntos de amigo para otra vez - dice mientras chasca los dedos y apunta con el índice hacia el resto de integrantes del vehículo.

Las amigas de Alba habían organizado una fiesta por todo lo alto. "No se cumplen treinta todos los años", decían entre risas. Así que la excusa les había dado pie a llenar la terraza del local de globos de helio con las palabras HAPPY BIRTHDAY junto al número 30. Habían pedido que se sirvieran cócteles de todos los colores posibles, daba igual a lo que supieran, y tenían al novio de una de ellas pinchando música en directo.

El grupo de amigos llegó al local y se pusieron a saludar a la gente que ya había llegado. Ayudaron a colocar unas tiras de luces led y se tomaron la primera ronda. Una de las amigas de Alba se llevó a Joan para que le ayudara a conectar todo para poder proyectar un vídeo que la habían preparado como sorpresa, el resto iban de aquí para allá repartiendo antifaces coloridos. 

Al parecer se trataba de una fiesta sorpresa.

Ana, una compañera de trabajo de Alba, estaba sirviendo de tapadera entreteniendo a la cumpleañera. Que algo se debía de oler, pero aún se hizo la sorprendida cuando todo el mundo vitoreó al unísono "¡Sorpresa!".

La noche estaba pasando muy tranquilamente, se notaba que ninguno tenía veinte años ya, y que todos andaban un poco oxidados con tantas restricciones que habían vivido durante el último año y medio.

Sin embargo, Alba lo estaba dando todo, bailó todo lo que pincharon y se bebió hasta el agua de los floreros.

- Creo que esta copita me la beberé yo- le dijo en la barra Andrés cuando la vio con su bebida número siete.

Alba se obligó a enfocar su vista para apreciar quién la estaba hablando - ¿Andrés?, Andrés, sí - y se colgó de su cuello- ¡Cuánto tiempo Andrés!, ¿cómo has estado?.

- Bien, bien - le decía el chico mientras la sujetaba por la cintura para mantenerla erguida - ¿Qué tal si te sientas un ratito... Nos sentamos, nos sentamos un ratito y me cuentas qué te está pareciendo la fiesta?.

- No puedo - y comenzó con hipo- tengo un plan, ¡hip!, ¿sabes?- y abrió mucho los ojos y se llevó el índice a la boca en señal de silencio- ¡shhhhh!, no le digas a nadie, pero esta noche voy a entrarle a Valentín, ¡hip! - sonreía tontamente con la punta de sus orejas coloradas.

- Ya veo, pero quizá lo que no sepas es que Val es gay.

- Bisexual, bi-sex-su-al - repetía alargando las sílabas.

- ¡Lo mismo me da!, no creo que seas su tipo igualmente. Además, está súper enfocado en el trabajo, no tiene tiempo para nada.

- ¡Oye!, ¿y a ti qué más te da si le tiro la caña, ¡hip!, o no? - y en un traspiés acabó colgada del cuello de Andrés- Perdona, son los malditos tacones, ¡hala! me los quito y arreglado- decía mientras los lanzaba a una esquina.

Andrés no podía permitir que anduviera descalza con el suelo tan asqueroso como estaba, así que cargó con ella a modo nupcial y la sentó en uno de los sillones de mimbre que había en el exterior - A ver si así te da un poquito el aire, guapa-.

Ahí tendría que haberse quedado Alba, en cambio se pasó el resto de la noche atosigando de mala manera a Valentín. Éste ya no sabía cómo quitársela de encima y para colmo tenía que esperar a que el resto de los amigos se quisiera marchar porque habían venido juntos.

Álvaro, que llevaba un rato viendo el panorama, puso de excusa que estaba cansado por haber trabajado hasta tarde y se marchó de los primeros, no sin antes arrastrar con él a Valentín.

- Gracias, tío. Pensaba que no me iba a deshacer de ella nunca. ¡Qué insistente, por Dios!.

- Anda, vamos.

Por el camino Valentín quiso poner algo de música relajante. Le dolía la cabeza por el alcohol, la fiesta y la pesada de Alba. Álvaro le dejó hacer. 

Aprovechando que estaban los dos tranquilos, Valentín le invitó a tomar un café en su casa.

- Hace mucho que no charlamos los dos- le dice mientras le sirve la leche y le acerca el azúcar.

- Ajá, ¿qué quieres preguntarme?, que te conozco - intuía Álvaro.

- Bueno, el caso es que llevo tiempo viendo cómo te has vuelto muy cercano a Sami, mi entrenador, y me pregunto cómo ha llegado a pasar eso - preguntaba de forma burlona.

- Muy sencillo, nos conocemos desde el año pasado. De vernos en los partidos.

- Ya... ¡Venga Álvaro!, que el feeling que tenéis ambos no es de chiflar en las gradas simplemente. 

ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora