Han pasado tres días desde que Valentín me salvara la vida. Les pedí que lo llevaran al Phuket International Hospital sin saber si tenía un seguro de viaje con una cobertura tan amplia. Pero me da igual lo que llegue a costar, le deberé no sólo esta vida, si no la siguiente.
En el hospital ocurre lo de siempre, nadie sabe lengua de signos, por lo que mi desesperación para hacerme entender se palpa en el ambiente. Me dicen varias veces que debo calmarme, que están haciendo todo lo posible por él, pero que su estado es crítico y debemos tener esperanza.
Wind quiere estar a mi lado en todo momento para poder ser mi intérprete, pero hoy le he dicho que se marche. Llevamos tres días sin ducharnos, durmiendo en una sala de espera y comiendo cualquier cosa que haya en las máquinas expendedoras de este mismo pasillo por miedo a que salgan a informarnos y no estemos ahí en ese momento. Ha terminado por aceptar a regañadientes a cambio de que yo coja una habitación de hotel cerca del hospital y me vaya a duchar y a dormir un rato.
Tumbado en la cama no me da tiempo a pensar nada, caigo rendido en medio segundo. Pero mis sueños no me dejan descansar:
Vuelvo a tener doce años y Wind está por marcharse del orfanato con sus padres adoptivos. Tiene miedo de que no le quieran como a un hijo por ser un niño mayor. Con ocho años ya nadie quiere adoptar a los niños del Children's home, pero parece que él ha tenido suerte esta vez y se trasladará a Phuket. Yo estoy sufriendo, he tenido que buscar a cuánta distancia está de Chiang Mai ¡Y son nada menos que 1500 km! hemos prometido que cuando seamos mayores viviremos juntos en Bangkok.
Solo de nuevo en el hogar infantil, sé que nunca saldré de aquí con una familia, ¡y ni falta que me hace! No si lo que me espera fuera es algo como aquello... El calor se apodera de mi garganta, quiero chillar y no puedo, el miedo no me deja avisar a esta mujer que dice ser mi nueva madre. Pero ella debe oír el ruido y aparece, borracha de nuevo. Entra al garaje con intención de regañarme. Sólo tengo cinco años y en los seis meses que llevo aquí ya he ingresado en urgencias en tres ocasiones. Esta vez será la última.
Me despierto sudando y sobresaltado, tengo que recordarme que sigo vivo, que soy el dueño de mi vida y empiezo a tramar un plan.
Valentín no se puede quedar eternamente así, en algún momento saldrá de cuidados intensivos, tengo seguro que él sobrevivirá a ésto. Pero ya me han avisado de que el alcance de sus lesiones puede ser muy variado. La parte física la tienen más o menos controlada, se ha roto el cúbito y el radio del brazo izquierdo y algunas costillas de ese lado, sus bordes irregulares han dañado varios vasos sanguíneos. Pero lo peor ha sido que le han tenido que extirpar el bazo y de ahora en adelante deberá tener mucho cuidado con las infecciones. Así que a la mínima señal de fiebre, diarrea o vómitos el personal médico pondrá la alarma.
Los daños cerebrales son otra historia. No están seguros de qué partes quedarán permanentemente dañadas en su cerebro y qué funciones podrá ir recuperando poco a poco.
Recibo un mensaje de Wind, quiere saber cómo estoy y me vuelve a recordar que deberíamos avisar a la familia de Valentín. Le tranquilizo diciendo que hablaría con Álvaro para que les explicara lo sucedido, pero al acceder al Whatsapp de Valentín veo que hace varios días que no hablan. Paso por el traductor su última conversación, en ella Valentín le dice que no se preocupe por él que tras su visita a Phuket irá al norte del país a "perderse" en sus paisajes, donde no tendrá cobertura ninguna.
Pero la familia de Valentín también ha estado llamando estos días. Me resulta curioso cómo tiene grabados sus nombres en el teléfono, todos aparecen con una doble a mayúscula delante de sus nombres; AA Mamá, AA Papá, AA Sonia [1]. He tenido que indagar su significado y me parece más una cuestión cultural que de utilidad práctica ya que ahora los teléfonos están protegidos con patrones y contraseñas. Aunque para un experto en cyberseguridad como yo, esas son minucias.
He ganado tiempo a sus constantes "Hijo, mudarte no significa desaparecer", "Deja de estar tan enfadado y ven a visitar a tu madre y a tu hermana", "Lo siento mucho, Val, te prometo que ya he cerrado la cuenta de Tiktok". Respondo con frases en español muy elaboradas. Me he hartado de los traductores al uso y he contratado los servicios de una traductora en línea. He quedado en pagarle mensualmente una cantidad bastante elevada, pero debe contestar por Line lo antes posible. "Me quedaban unos días de vacaciones y estoy por el norte con unos amigos", "No estoy enfadado, cuando regrese saco tiempo para ir a veros", "Tranquila, ya he visto que no aparece mi perfil, no necesito Tiktok así que estoy feliz de que lo hayas hecho".
Y con todos los fuegos apagados regreso de nuevo al hospital.
[1] AA; Avisar a, son contactos de emergencias que desde 2009 se registran así en España.
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Valentín
RomansaValentín pasa de la treintena cuando sus padres deciden que se marche de casa. Su hermana quiere buscarle novio y su mejor amigo acaba de romper con su pareja. Para él, un viaje inesperado le llevará a romper sus propios prejuicios y abrir su corazó...