Sé que debería dejarle descansar, pero mi cuerpo me está traicionando y no le hace ni puto caso a mi cerebro.Apoyo mi frente en su pecho y con la punta de mi nariz recorro superficialmente su piel, de un hombro a otro, deteniéndome en el hueco de su clavícula derecha para inspirar profundamente. Su olor me nubla el pensamiento. Dejo escapar un pequeño gemido.
Me da miedo que Álvaro despierte, pero a su vez me desespera no poner presionarle con fuerza. Me aparto e intento tranquilizarme. Álvaro es mi amigo, no puedo aprovecharme de él en este estado porque no me lo perdonaría en la vida. Ni yo tampoco.
Mientras que mi cerebro empieza a mandar de nuevo sobre mi cuerpo y cuando creo tener la situación controlada. Álvaro me pasa una mano por la barba y sin abrir los ojos me dice -¿me puedes besar?-.
¡¡Joder!! Ésto no se hace, tío. No se hace. Uno quiere ser buena gente pero así es imposible. No lo pienso dos veces, me giro y le sujeto la mandíbula con la mano. Me muerdo fuertemente el labio, para descargar tensión, no quiero morderle a él directamente. Le levanto el rostro y le beso el cuello, justo debajo de su oreja izquierda. Le escucho gemir suavemente. Continúo besando cada centímetro de su cuello y noto como arquea ligeramente su cuerpo pidiéndome que le bese en los labios. No quiero hacerlo. Sé que si le beso en los labios ya no podré pararme. Así que que le acaricio la nuca y bajo mi mano por su cuello hasta el hombro. Tengo la necesidad de morderle ese hombro, me conozco y puedo llegar a ser muy heavy, así que hundo mi cara en su cuello e inspiro profundamente dos veces. "Cálmate, Valentín, no le asustes".
Bruscamente Álvaro me empuja hasta girarme. Me sujeta los brazos y se sienta a horcajadas encima de mi vientre. Es demasiado para mí. Ahora sí me está mirando. Pero esos preciosos ojos verdes no me miran a la cara, están enfocados en mi nuez y le veo pestañear pesadamente. Ahí está, todos tenemos un fetiche y acabo de desbloquear el de Álvaro. Me siento tan sexy que no puedo más que arquear ligeramente el cuello para elevar la barbilla y hacer más visible mi nuez. Un sonido profundo sale de la boca de Álvaro, que se lanza directo a por mí, sin piedad ninguna me lame, me muerde y me retiene sujetándome las muñecas con ambas manos.
Álvaro es más alto que yo y por ello parece más liviano cuando le ves vestido, pero ahora, encima mío, siento que es más pesado que yo. No tengo ninguna intención de zafarme de su control, pero no estoy acostumbrado a que me dominen. Intento no pensar en ello y dejarme llevar.
Con años de práctica me sacan la camiseta de un solo movimiento y baja por mi cuerpo hasta besarme el pezón. Una descarga eléctrica me recorre la columna. Gimo pesadamente, lo que le da pie a Álvaro a meterse el pezón en la boca y succionarlo hasta provocarme un ligero dolor. Me mira a los ojos y sonríe maliciosamente.
¿Qué clase de diablo tengo por amigo?.La fiebre le hace delirar, serpentea su cuerpo en el aire y juro que puedo ver el vapor que emana. Esto no está bien. Tengo la polla que me va a estallar dentro de mi ropa interior. Y sé que Álvaro está enfermo. Pero no ayuda el hecho de que Álvaro se dedica a deslizar sus rodillas sobre las sábanas para sentarse justo encima de polla. ¡Diooos! Le noto perfectamente lo dura que la tiene él también. Pero ninguno de los dos nos la sacamos. Por el contrario, él empieza a hacer un movimiento que me recuerda a cuando follo con mujeres, desliza su cadera hacia delante y hacía atrás lentamente haciendo que mi pene sienta esos movimientos arriba y abajo. ¡Este hombre me quiere volver loco!
No sé que quiere de mí, ni siquiera sé qué papel suele jugar Álvaro en sus relaciones sexuales porque jamás hemos hablado de ellos. Hubiera jurado que él era el pasivo, pero algo me dice que me estoy equivocando...
En realidad no me importa porque me adapto a las circunstancias y a las personas. Aunque es cierto que en la mayoría de mis relaciones sexuales he jugado un papel activo, con el que me siento más cómodo.
Me mira y como si me estuviera leyendo la mente, se quita el bóxer y me saca la ropa de cintura para abajo. Me asombra la maña que tiene para quitarme la ropa.
Observa detenidamente mi polla y se muerde el labio de abajo. Expiro profundamente, me temo que ya no hay vuelta atrás.
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Valentín
Roman d'amourValentín pasa de la treintena cuando sus padres deciden que se marche de casa. Su hermana quiere buscarle novio y su mejor amigo acaba de romper con su pareja. Para él, un viaje inesperado le llevará a romper sus propios prejuicios y abrir su corazó...