- Está bien, la normalidad no existe y ninguno de los dos somos precisamente del montón, pero merecemos vivir experiencias normales y sanas, ¿no te parece?- decía Valentín, casi como si fuera una pregunta retórica.
De Khalan no obtiene ninguna respuesta, él sigue enfrascado en curar con mimo sus heridas. A Valentín le resulta muy curioso que en Tailandia usen los bastoncillos de los oídos para eso, todo parece más delicado en Asia que en Europa.
Mirar a esa pequeña persona actuar con tanta ternura no ayuda a Valentín a mantener una distancia prudencial. Él se había prometido muchas veces que cuando volviera a Tailandia iban a hablar largo y tendido, a intentar entender los porqués de lo ocurrido y a reconectar de nuevo como si de dos desconocidos se tratara. Porque sentía que él no había podido ser realmente él al no saber cómo era Khalan en realidad, y a su vez Khalan tampoco había sido sincero en sus actos y se había movido más por el miedo y la desesperación.
Pero en vez de hablar, se le fueron de la cabeza todos esos planes, y simplemente se deja llevar. ¿Acaso tiene 15 años?
Los ojos del chico tailandés se abren con sorpresa cuando nota que Valentín le recoge en sus brazos y lo posa sobre la encimera de la cocina. Aunque no hay contacto entre ambos, Valentín ha puesto ambas manos sobre el tablero, a los laterales de su propia cintura y le está mirando intensamente a los ojos.
"No me hagas ésto, por favor, no podría soportarlo de nuevo", le repite una voz en su cabeza.
Y durante cinco minutos no pasa nada, o quizá sí. Quizá pasa de todo por la mente de cada uno, quizá cada centímetro de piel pide a gritos ser tocado, quizá el anhelo supera por segundos a la lógica, quizá no existe fuerza de voluntad sino deseo contenido...
Justo cuando Khalan ha decidido, en un esfuerzo sobrehumano, que no jugaría a ese juego, desvía la mirada hacia un lado con una ligera inclinación de cabeza. Llevaba casi un año y medio desintoxicándose de la droga que era ese hombre para él, no iba a caer ahora en la trampa.
Para Valentín fue la señal que necesitaba, "ahora o nunca, Valentín" y se decide a poner todas las cartas en juego. Toca ligeramente ese pelo tan oscuro como la noche y agarra suavemente el cuello blanco y suave.
Khalan se siente perdido. Un pequeño suspiro emana de sus labios y cierra los ojos.
- Te he esperado mucho- escucha que le dice en español, y aunque no sabe qué significa sí sabe que Valentín sólo usa su lengua materna para hablarle con dulzura.
Abre los ojos de nuevo, esa mirada limpia y perfecta se clava como puñales en su corazón, recordando a ambos que esta historia no ha terminado.
Y Valentín le besa otra vez.
Quince meses hacía que estos dos locos no se besaban y ahora lo volvían a hacer bajo el mismo techo que guardó su amor entonces.
El español no quería ser rudo, en un primer momento únicamente deseaba poder sentir ligeramente esos labios junto a los suyos, poder pellizcarlos suavemente con su boca y ya. Y ya...
Pero no había contado que tras esos cálidos labios va detrás una persona, repleta de sentimientos, a la cual casi le da un infarto en ese instante.
Khalan manda todo a la mierda en cuestión de segundos y le devuelve el beso con la pasión que hacía mucho que mantenía contenida.
Y se acabó. En aquella cocina se ha jugado una partida que nadie ha querido ganar y las tablas entre ambos les lleva a trompicones al dormitorio.
Van sacándole la ropa a Valentín entre besos y risas nerviosas.
Khalan empuja al hombre más grande sobre la cama y procede a desvestirse a sí mismo. Valentín le observa absolutamente extasiado, para él esa dulce persona está bailando como lo hacen las bailarinas de danza oriental, se mueve como lo hacen los juncos en el río, flotando de un lado a otro. Está disfrutando de la melodía.
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Valentín
RomanceValentín pasa de la treintena cuando sus padres deciden que se marche de casa. Su hermana quiere buscarle novio y su mejor amigo acaba de romper con su pareja. Para él, un viaje inesperado le llevará a romper sus propios prejuicios y abrir su corazó...