98. Tomar de la mano a Álvaro.

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Suena el teléfono de Valentín.

Ambos han tenido los móviles silenciados estos días atrás, pero hoy lo ha vuelto a encender porque tiene que comprobar que todo marche bien en el restaurante.

Tras finalizar unas cuantas llamadas al Chao Phraya y a sus proveedores, le acaba de entrar un WhatsApp de Álvaro.

Le da a play al audio que dice así;

"Val, ayer le confesé a Quique que nos acostamos juntos el año pasado. No montes un espectáculo, sólo te aviso para que estés al tanto. De hecho Quique se lo tomó bastante bien, quizá puedas decírselo a Khalan tú también".

Khalan estaba trabajando en su despacho, oía de fondo hablar a Valentín, pero como lo hacía en español no prestaba demasiada atención. Pero cuando escucha la voz de Álvaro lo reconoce enseguida y sale de la habitación preocupado por si pasaba algo serio en España.

Justo en ese momento Valentín estaba mandando otro audio de vuelta:

"Me parece perfecto que Quique se lo haya tomado así, pero como se te ocurra decirle algo de eso a Khalan alguna vez te juro que te corto las pelotas. Te lo digo muy en serio, Álvaro. Me ha costado sangre, sudor y lágrimas, pero vamos literalmente, volver a tener a Khalan a mi lado. Y él no es como Quique, se volvería aún más loco si se llega a enterar. Así que aquí cada uno lo maneja a su modo, ¿Ok?"

-¿Qué ocurre? - pregunta inquieto Khalan. Ha visto al español hablar muy alto por teléfono y piensa que ha estado discutiendo algo con Álvaro.

- No es nada, tonterías de Álvaro. No te preocupes - le contesta mientras que le agarra por la cintura y le sienta en su regazo.

"Ni de coña voy a dejar que sepas nada de mi vida sexual de antes, pequeño psicópata", pensaba el hombre castaño mientras acariciaba la espalda de su amado. Bastante celoso era ya como para decirle nada. "No voy a dejar que nada ni nadie nos separe justo ahora que te vuelvo a tener conmigo".

...


A 10.000 km. El grupo de amigos ha quedado para comer en la playa, a pesar de que ya es otoño aún salen unos días de sol estupendos que animan a no dejarla marchar.

Para evitar aglomeraciones en restaurantes, han llevado sillas y mesas de camping, ponen las sombrillas para dar sombra y sacan diversas neveras portátiles. Cada quien está llevando lo que le da la gana; unas tortillas de patatas, unos gazpachos de bote, fiambre variado, ensaladilla rusa, y, por supuesto, no podrían faltar las patatillas, aceitunas y cervezas.

Como siempre Álvaro se encargará de llevar el café y los dulces, él es el único que suele acordarse de esas cosas. Los demás solo piensan en comer y beber, pero a la hora de la verdad bien que le piden el cafecito a él.

Marc y Joan han llegado a la vez, están armando el tinglado y mandando la ubicación al resto. El siguiente en aparecer es Álvaro, que por supuesto llega vestido con una camisa ibicenca [1] de lino y unas sandalias de piel de última temporada.

- ¡Por ahí llega el guapo del grupo! - se burla con cariño Marc.

Álvaro demuestra lo divino que puede llegar a ser recorriendo los últimos metros como si fuera un modelo de pasarela, incluso da un giro al final esperando los aplausos.

- ¡Cómo me alegro de que seas gay, macho! - dice riéndose Joan.

Cuando llevan un rato tomando el sol, aparece Andrés. Nadie había reparado en su falta porque es el que siempre llega tarde.

ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora