Capítulo XXXIV

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Inframundo

Narra Adrish

—¿Me engañaste? – pregunta y el solo hecho de que se atreva a pensar algo como eso me enfurece.

Pensé que el tema de su desconfianza era algo que habíamos dejado atrás, pero me equivoque, y, por más que lo entienda, nada borra el hecho de que es injusto.

Muy injusto.

—¿Vamos a volver a lo mismo? lo encaro.

—¡Solo responde lo que te pregunte! – vuelve a gritarme, como hace unos segundos, aumentando mi enojo.

Por suerte no hay nadie cerca, o eso creo, ya que Hades tiene razón, no puedo seguir permitiendo tal comportamiento, por más amor que sienta por él.

—No Ecresio, no te engañe, ni tengo pensado engañarte – esta vez soy yo quien le grita.

Es obvio que se sorprende ante mi actitud ya que su rostro se trasforma en uno de sorpresa.

Se seca las lágrimas con la manga y me alejo cuando intenta acercarse, esta vez las cosas no van a ser tan fáciles

—¿Y el niño? pregunta más calmado.

—¡Lo abandonaron! Lo encontré en una aldea cerca del limbo y no pude dejarlo tirado en las condiciones que estaba, no me dio el alma – me sincero con él.

—¿Cómo puedo saber que no me mientes? vuelve a lo mismo e ignoro lo mucho que eso me destruye, no voy a tratarlo mal pero tampoco voy a dejar que actúe de esa manera.

—Es tu problema si no me crees – le respondo desganado, no tengo ganas de tener esta pelea con él, no de nuevo. —Voy a buscar a Hades y a Gaheb.

Intenta hablarme, pero mis oídos ya no quieren escucharlo, solo quiero alejarme, no puedo permitir apagarme, menos ahora que tengo alguien a quien cuidar.

Al salir de la sala de entrenamiento me encuentro con sus amigos quienes por más que intenten disimularlo sé que estaban escuchando todo lo que hablamos.

Los ignoro ya que tampoco tengo ganas de perder mi tiempo con ellos. —¿A dónde fue Hades? – pregunto a un demonio.

—El rey está en la sala del trono sabuesose apresura a responder, le agradezco y me encamino al lugar.

Las ganas de volver con el niño son grandes, aunque también está la cuestión del pequeño príncipe, que Hela allá accedió a traerlo al inframundo es un tema que merece ser hablado lo antes posible.

La sola imaginación del príncipe aquí me hace inmensamente feliz.

Narra Hades

Los demonios y trasportadores que me cruzan me miran extrañados al verme con un niño en brazos, pero continúan cuando no sienten nada de él.

Y es que el aura que emana el pequeño es insignificante, casi nula, tan distinta a la que se le percibe a mi hijo.

Zagreo emana poder por cada parte de su cuerpo. Los ojos negros se cuelan en mi mente y tengo que luchar contra el impulso que me llama hacía él.

Lo necesito y me necesita

—Esperemos al sabueso aquí le hablo al pequeño quien juga con los pelos que caen sobre mi hombro. Entre tanto alboroto y problemas no he tenido tiempo de cortarlo.

Me siento en el trono, con él en mi regazo, añorando y deleitándome con la idea de que sea Zagreo quien ocupe su lugar.

El recuerdo de la discusión con su madre me amarga el momento y decido pasarlo por alto, dándole mi completa atención a quien es importante para mí sabueso.

La ilusión que vi en sus ojos no la veía hace décadas, por lo que daría lo mejor de mi para que siguiera de ese modo.

Mi sabueso se merece toda la felicidad a la que pueda aspirar.

—¿A qué es hermoso? habla mientras ingresa al lugar, por la cara que trae puedo notar que no está bien y eso me molesta demasiado.

¿Qué nos pasó?

Nosotros no éramos así, vivíamos despreocupados, disfrutando de la dicha y el poder que ser quien somos nos otorgaba.

Hay veces en las que me arrepiento de haber ido a aquel campamento, todo comenzó ahí.

—¡Lo es! ¿Estás seguro que vas a poder criar un niño? – le pregunto y se ríe.

Por lo menos él sabe disimular.

—Hela me hizo la misma pregunta – responde tomando al pequeño en brazos.

La sola mención de mi pequeña diosa me tensa y vuelvo a reprimir las ganas de volver a la aldea, ya que voy a seguir dándole el espacio que supuestamente necesita.

Aunque eso nos aleje, ya que, por lo visto, solo lo necesita conmigo, con su padre y tíos no actúa como actúa conmigo.

—Hable con Hela sobre algo y quiero saber qué opinas – vuelve a mencionarla y por sus palabras sé que no voy a poder hablarle de otra cosa.

—¿Sobre qué? – intento ocultar la curiosidad que me surge.

¿Le abra contado sobre mi propuesta?

—Le plantee la idea de traer al pequeño príncipe de visita al inframundo – suelta rompiendo mis ilusiones. —Ella accedió, por lo que quería saber si estás de acuerdo, sabes que es necesario.

—¿Accedió? – no puedo evitar sorprenderme, ya que pensé que pondría al grito en el cielo, como con mi propuesta.

—Si, lo hizo, claro que por un tiempo aclara como si fuese necesario.

—Pues ya sabes mi postura al respecto.

Si hay algo que deseo es a mi hijo conmigo, en su hogar, a donde pertenece y si tiene que ser solo por uno lapso pequeño de tiempo pues que los sea.

—¡Hay que tener en cuenta lo que eso conllevaría! – exclama.

—Créeme que lo tengo presente.

—¿Estás dispuesto a presentarlo ante el olimpo?

Lo miro levantando una ceja, lo que pregunta es una pelotudes, es obvio que no estoy dispuesto, pero debo hacerlo.

—Son las normas respondo.

—¿Desde cuándo obedeces las normas? Además, van a querer saber de quién es hijo.

—Sabes mejor que yo que con eso no hay mucha opción, es mi heredero, necesitan conocerlo – soy realista al respecto ya que pretendo dejarle el camino impecable a mi hijo. —Y no les interesa saber quién es su madre.

—¿Cuándo entonces? pregunta sin poder ocultar la felicidad que se carga.

—¡Cuándo cumpla un año!

Mi respuesta lo deja contento ya que no vuelve a preguntar nada más por el contrario se centra en contarme con lujos y detalles como fue que se encontró y auto adopto al niño por el cual bota la baba.

ZagreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora