Hades
No quería separarme ni de ella ni de él, pero tenía que hablar con Adrish y pedirle, aunque sea una disculpa por dudar de él.
Mi sabueso estaba arrecostado a la pared de la casa continua con los brazos cruzados y los ojos cerrados, el enojo que cargaba era evidente ya que ni siquiera me hablaba.
Pero algo me decía que me estaba esperando.
—¿Es magnifico no? – me pregunta rompiendo el silencio cuando nota mi presencia.
—¡Lo es! – entiendo a lo que se refiere y concuerdo con él. —El inframundo tiene por fin, después de largas décadas, un heredero y es gracias a vos, que lo protegiste.
Según lo que mi pequeña diosa me conto ninguno estaría bien si no fuera por su ayuda.
—Solo cumplí con mi deber – sus palabras son duras ya que sé que no lo hizo solo por eso.
—Quiero hablar y pedirte una disculpa por...
—¡Pero yo no quiero hablar con vos! – me interrumpe abriendo los ojos, sigue mirándome con resentimiento.
—Estabas tan raro, bloqueabas nuestra conexión – hablo de todas formas. —Que yo pensé que...
—¿Qué te había traicionado? ¿Qué había cometido los mismos errores que mi antepasado?
—¡Lo lamento!
—Se que lo lamentas, pero no iba a confiarle la seguridad del principie a alguien que enloqueció y para colmo llevo a otra mujer a reinar a su lado.
Guarde silencio ya que no sé qué decirle, todo fue un malentendido que espero podamos resolver.
—Se que ella te conto todo lo que paso, por lo que espero que te quites esa idea de llevarlos al inframundo, ella se siente segura en este lugar.
—Mi hijo tiene que estar a mí lado – ahora el que se enoja soy yo, no puede decir esas sandeces.
—¿Vas a echar a Perséfone o las vas a hacer vivir en el mismo lugar? – pregunta sarcásticamente.—Piensa en lo que es mejor para ella, no para vos.
Y el muy hijo de perra tiene razón.
—Tengo un plan para que Ares caiga, esa el la razón por la cual ella está en el inframundo – intento ponerlo al tanto de como son las cosas de mi punto de vista.
—Olvídate de esas cosas por un momento y disfruta de los seres maravillosos que están dentro – dice moviéndose y su mirada se suaviza. —Pregúntale a Hela que es lo que quiere hacer, voy a volver al inframundo, Anubis va a matarme por dejarle todo solo.
Y se va sin dejarme responderle nada, vuelvo a la casa un poco más aliviado ya que el enojo se le paso.
La imagen de mi pequeña diosa amamantando a mi hijo me recibe acelerando mi ritmo cardiaco.
Adrish
Seguir enojado con Hades era algo sin sentido, al fin y al cabo, yo falle al ocultarle a Zagreo. Me vine dejándolos solos, se merecían un momento los tres.
—¿Dónde andabas? – lo primero que escucho al llegar es el reclamo de Ecresio.
No lo entiendo cuando se pone de esa manera, sus berrinches llegan a ser lindos y tiernos, pero a veces se pasa.
—¡Estaba ocupado! – le respondo acercándome para darle un beso y el hecho de que se aleje me molesta aún más.
—¿En qué? – interroga.
—En cosas Ecresio, tengo muchas cosas que hacer – no quiero tratarlo mal ya que no se lo merece, pero yo tampoco merezco su desconfianza.
Al final, últimamente, todos desconfían de mí.
—¿Fuera del inframundo? – no deja su preguntadera elevando el tono de voz haciendo que varios demonios y transportadores que justo van pasando nos miren raro.
—¡Córtala de una maldita vez, me tenes cansado con tanta preguntadera! – le grito ya frustrado.
—¿Te molesta tenerme cerca? – la voz le tiembla y me le voy encima atrayéndolo en un abrazo que por suerte corresponde.
No me gusta verlo apagado.
—No, claro que no me molesta, sabes que me encanta estar a tu lado, solo tenes que entender que soy un heraldo – paso mi mano por su mejilla. —Tengo obligaciones que cumplir no puedo estar pegado a vos todo el día.
Asiente apenado y busco su boca dándole un pequeño beso, nuestros labios se rozan reafirmándome que sus berrinches son nada comparado con lo que me hace sentir.
Le pido que me acompañe a las puertas rojas en donde Anubis está claramente enojado.
—Por fin vuelve sabueso, el señor se fue y nadie ha pasado por el purgatorio – se lo escucha preocupado y lo entiendo, se han descuidado muchas de las tareas importantes en estos últimos meses.
—¡Ve a darte una vuelta! – le pido y asiente enseguida. —Yo me quedo acá.
Se va dejándonos solos y aprovecho el momento para pasar un rato con Ecresio, quien se acurruca a mi lado y comienza a hablar como loro.
—¿Me perdonas? – pregunta jugando con mis dedos. —No puedo controlarme, no quiero que te alejes de mí por mis inseguridades.
—No tengo nada que perdonarte, solo quiero que entiendas que si no estoy con vos es porque estoy ocupado con cuestiones del inframundo, no porque no quiera – entrelazo nuestros dedos y por fin me sonríe.
—¿Cenamos juntos? – pregunta dudoso.
—Claro, me encantaría – respondo ya que la idea es hermosa, hasta el momento no hemos compartido ninguna comida solos.
Anubis vuelve confirmando que todo está bien y se vuelve a ir alegando que va a dar un recorrido general.
Hades no ha dado indicios de volver por lo que me imagino que debe estar en una nube.
Ecresio sigue hablándome sin importarles los demonios que entran y sale, resguardar las puertas rojas nunca fue tan divertido como a su lado.
ESTÁS LEYENDO
Zagreo
FantasyLa guerra dejo solo caos y destrucción. Los años habían pasado y la hija del arcángel seguía desaparecida mientras que el dios del Inframundo movía cielo y tierra para encontrar a su amada. La luna roja marco un ante y un después, una profecía, amor...