Capítulo XX

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Narra Adrish

—¿Qué estás haciendo? – la voz adormilada de Ecresio me hace mirar en dirección a la cama. Esta medio sentado, tiene los pelos alborotados mientras se frota el ojo con el dorso de la mano.

Hermoso.

—Hades mando a llamarme – respondo mientras me acerco a robarle un beso. —Buenos días para ti.

Me sonríe mientras vuelve a tumbarse negándose a levantarse, es el primer dios perezoso que conozco.

No sé qué es lo que Hades desea, pero el hecho de me llamara desde donde está Hela me hizo salir corriendo de la cama, deseaba ver al pequeño príncipe.

De seguro estaba enorme y hermoso.

—¿Vas a demorarte? – cuestiona e ignoro el hecho de que ni me saluda, él es así y no quiero cambiarlo por nada.

—No creo, prometo volver lo antes posible vuelvo a darle un beso y salgo dejándolo en la cama.

El inframundo está despertando, los trasportadores ya están trabajando yendo de aquí para allá.

Me encuentro con Anubis en la puerta, quien me saluda lo más cordial que le sale, hablamos un rato sobre los labores del día y le informo que voy a encontrarme con Hades.

Asiente y me encamino al mundo mortal demasiado ansioso, no demoro mucho en llegar ya que pasando por el limbo no queda tan lejos.

La aldea se alza y camino lo más rápido que me dan los pies hasta la puerta en donde la presencia se siente desde fuera.

Golpeo y es Hela quien me recibe con una sonrisa.

—Adrish, hola pasa – me saluda feliz y la abrazo demostrándole que la extrañé, beso su frente al separarnos como todas las veces y paso por alto la mirada de perro de Hades caminando hacia Zagreo.

Esta despierto y sonríe al verme, nada me hace más feliz que me reconozca siendo tan pequeño, lo alzó tomándolo lo más despacio posible. —Mi pequeño príncipe, te he extrañado – le hablo besándole la frente.

Me centro en este momento en donde sus ojos me reparan sonriéndome y uno nuestras frentes en un momento íntimo con quien será el próximo regente del inframundo.

En estos momentos no existe nadie más que nosotros en esta habitación.

Estos días lejos me han hecho darle vueltas a la idea de presentarle mi otro parte, aquella que muy pocos conocen.

Al animal, al sabueso.

—¡Deja de atosigar a mi hijo! la voz celosa del dios del inframundo nos interrumpe y le gruñó en respuesta.

Maldito mezquino, como si se lo fuese a quitar.

Me acerco a él obligadamente para ver que cornos quiere, Hela solo se ríe mientras me aferro al niño en mis brazos, negándome a soltarlo.

—¿Qué quieres? – le pregunto.

—¡Saber como estabas! – responde sarcástico haciéndome rodar los ojos. —Hoy se firman los acuerdos, quiero que te quedes con Hela y el bebe, voy a ir en tu lugar – agrega serio.

No logro procesar lo que dice, ahora si se volvió loco.

—¿No iba a ir yo? ¿Por qué el cambio de parecer? – pregunto intentando entender.

—¡Si no quieres no te quedes! me ataca y me dan ganas de morderlo.

—No tengo problemas en quedarme – respondo dándole fin a la charla inútil que manteníamos.

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