Mundo mortal
Narra Adrish
Tenía en mente la cena que le había prometido a Ecresio, pero aun así las ganas de volver a la aldea eran más grandes.
Mi mente, mi cuerpo y mi alma me reclamaban ver al pequeño príncipe infernal.
Zagreo se había convertido en una prioridad, la más importante, y ahora que Hades había vuelto nada me impedía ausentarme unas horas.
—¡Voy a salir! – le aviso al dios que no deja de descansar en mis rodillas.
—¿A dónde vas? – indaga apartándose de mi lado y no me gusta la desconfianza que tiñe sus ojos.
—Al limbo – miento muy a mi pasar ya que no me gusta hacerlo. Asiente comprendiendo que no puede acompañarme y alega que va a ir a pasar tiempo con su amigo, eso me tranquiliza ya que se va a mantener ocupado.
—Espérame para cenar – beso sus labios. —Prometo llevarte a nuestro lugar.
Paso de todas formas por los limites controlando que todo este estable, estuve en este lugar hace horas, pero, aun así.
Al llegar a la aldea diviso a Hela ayudando a Carmen con una enorme madeja de hilo mientras mi pequeño príncipe mira a su alrededor con los ojos bien abiertos.
—¿Te han dejado solo mi príncipe? – le hablo dulcemente mientras lo tomo en brazos, puedo afirmar que me reconoce enseguida por la pequeña sonrisa que me regala.
Es magnifico.
El alma se me llena por tal pequeño acto, y es que este niño trajo mucha felicidad a mi existencia.
—¿Conociste a papá? ¿No es tan rudo como aparenta he? – sigo hablándole mientras lo mezo, sus ojos negros son algo impresionante a la luz del día.
—¡Joder Adrish! – exclama Hela al darse la vuelta y verme.
—¿Cómo has estado? – pregunto acercándome a ella, la saludo con un abrazo como si no la hubiese visto hace unos días.
—Muy bien – se la ve radiante.—Han pasado muchas cosa – asiento comprendiendo a que se refiere.
Saludo a Carmen y me mantengo al margen con la personita que tiene mi completa atención intentando no molestar a las mujer que se esfuerzan en tejer unas mantas con hilo rojo.
No sé cuántas horas paso en el lugar, pero que el sol se esté ocultando por el horizonte me da la señal de que debo volver ya que mi segunda prioridad me está esperando.
Ecresio.
El solo pensar en él me hace sentir lleno, me despido de la diosa y del pequeño prometiendo volver lo más pronto posible.
Volví al inframundo con un peso menos al percatarme de que ambos estuvieran bien, ver a Hela tan relajada me hacía sentir tranquilo.
—¿Todo está bien? – le pregunte a Anubis quien custodiaba las puertas.
—Si sabueso, con nuestro rey trabajando a nuestra par todo es más fácil – dice y muevo la cabeza dándole la razón, no dábamos abasto siendo sincero.
El inframundo necesitaba a su regente comprometido, velando por la estabilidad que se requería para sobrellevar las tareas.
—¿Has visto a Ecresio? -.
—Estuvo esperándote hasta hace un rato – dice generándome un cosquilleo en el pecho. —Me dijo que te avise que te espera en su lugar.
Me despido y me encamino por las cosas que había preparado para el dios, no soy muy detallista, pero le pedí consejos al hijo de Eros para saber que era lo que le gustaba.
Quería demostrarle lo importante que era para mí, más después de la última pelea que habíamos tenido la cual me había dejado un sabor amargo.
Lo encontré sentado en una manta mirando a la cascada de fuego que dejaba caer la lava, la cual choba contra el piso salpicando todo en el proceso.
—¿Me esperas hace mucho? – le pregunto ubicándome junto a él, da un pequeño salto que me causa ternura.
Siempre esta distraído, su mente nunca esta acorde a su cuerpo.
—No en realidad – responde acercándose a mi pecho en donde apoya su mejilla.
Últimamente su cercanía mandaba una corriente eléctrica a mi entrepierna, la cual intentaba ignorar, quería ir despacio, además no sabía que cornos hacer si ese momento tan intimo se daba.
—Lamento si demoré, me distraje en el lugar, siempre me pasa lo mismo – odiaba mentirle.
Empecé a sacar la comida y sus ojos se abrieron grandes cuando noto que era lo que le gustaba.
—¿Cómo supiste que me gustaba todo esto?
—El hijo de Eros me ayudo un poco – confese logrando que se me venga encima enredando sus brazos en mi cuello.
Caímos sobre la fina manta, él estaba sobre mí y no dudo en reclamar mis labios. Nos besamos intensamente reafirmando que nada sería mejor que eso.
—Disfruta de la cena – digo mientras le doy de comer en la boca.
Se ríe mientras me cuenta todo lo que hizo con su amigo en estas horas, escucharlo hablar me fascina al igual que ver sus labios moverse.
Ecresio era el dios más hermoso que existía, con un alma tan bondadosa, una punzada de angustia me envolvió a no sentirme suficiente para él.
Yo era un simple heraldo, un sabueso infernal creado por y para el siguiente regente, jamás tendría o vería algo más allá de lo que el inframundo podría darme.
Y sin dudas, el hermoso dios delante mío merecía mucho más.
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Zagreo
FantasiLa guerra dejo solo caos y destrucción. Los años habían pasado y la hija del arcángel seguía desaparecida mientras que el dios del Inframundo movía cielo y tierra para encontrar a su amada. La luna roja marco un ante y un después, una profecía, amor...