☪Hela
Cinco años después.
—Mami - me gire al escuchar la voz de la personita que tanto amaba en la vida.
Verlo correr hacía mí. con su enorme sonrisa, me hizo ratificar que cada uno de los padecimientos que viví valieron la pena.
—¿Qué pasa cariño? - pregunto mientras me agacho hasta su nivel.
Sonrió al verle la cara sucia, me apresuro a limpiarlo mientras se mueve inquieto.
—El tío Adrish está aquí - dice escapándose a la puerta.
Lo sigo y una alegría enorme me atraviese el pecho al verlo abrazado al sabueso quien lo adora igual o más que yo.
—¿Cómo has estado mi pequeño príncipe? - sus palabras me recuerdan siempre su origen. Camina con él en brazos y me saluda tiernamente como siempre.
—¿Cómo has estado? - pregunta dejando un beso en mi frente.
Adrish es como un hermano mayor, siempre preocupado.
—¡Bien, hemos estado bien! - le hago seña para que continue.
La tarde estaba fría como para quedarnos en el patio.
—Mentira yo no he estado bien - se queja en sus brazos mientras obtiene toda la atención del sabueso.
Es un manipulador.
—¿Qué te paso pequeño príncipe? - indaga con tono de preocupación, mientras me mira, me encojo de hombros ya que no sé con qué locura saldría mi hijo.
—Los niños se burlan de mí por el color de mis ojos - dice y la tristeza me abraza nuevamente al darme cuenta de que no era algo tonto.
El color negro de sus ojos llamaba la atención de muchas de las personas del lugar, pero al ser mayores lo entendían, todo lo contrario, pasaba con los niños quienes en su inocencia le decían palabras hirientes.
—Ya hablamos de eso cariño - me apresuro a su lado.
Lo último que quiero es que se sienta mal.
Nada me dolía más que verlo volver llorando de la escuela a la cual asistía. Vivíamos en el mundo mortal por lo que para no levantar sospechas había ciertas cosas que hacíamos obligados.
—Tus ojos son un regalo Zagreo - dice mientras le acaricia el pelo. —Eres un príncipe, uno muy importante y siempre tenes que estar orgulloso de eso, no sos como los demás niños y eso te hace único.
Lo abraza y se baja de su regazo invitándolo a jugar.
Me enfada el hecho de que le haga caso al sabueso cuando yo le dije lo mismo, pero se lo dejo pasar ya que nada me gusta más que verlo sonreír.
Los veo jugar lo que queda de la tarde noche hasta la hora de la cena y agradezco que se tome el tiempo de venir a compartir con él.
La imagen del dios del inframundo en su lugar me hace aferrarme a la mesa y soltar unas lágrimas. Sé que está mal mantenerlo alejado de él, pero por mí mente solo pasa la idea de protegerlo más sabiendo que Ares volvió al olimpo.
Aunque eso signifique ganarme su odio, aún recuerdo lo mucho que me costó protegerlo en el pasado y el dolor inmenso que sufrí el día que di a luz con la sola idea de perderlo.
Por más que estuviera alejado del lugar al cual pertenecía Zagreo era feliz y eso era lo importante.
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Zagreo
FantasyLa guerra dejo solo caos y destrucción. Los años habían pasado y la hija del arcángel seguía desaparecida mientras que el dios del Inframundo movía cielo y tierra para encontrar a su amada. La luna roja marco un ante y un después, una profecía, amor...