Capítulo VIII

369 45 8
                                        

Inframundo

Hades

Un sabor amargo se me instala en la garganta al sentir que no reconozco a la persona enfrente mío, jamás imagine que mi sabueso me miraría con ojos cargados de odio.

Intento controlarme y no explotar —¿Dónde mierda estabas Adrish? – doy unos pasos atrás ya que lo menos que quiero es pelear con él.

Pero por lo visto él quiere todo lo contrario.

—¿Qué carajos estás haciendo? responde con otra pregunta acercándose. —¿Para qué me vas a mandar a firmar los acuerdos si seguís atacando a los dioses?

—¡Te pregunte donde estabas! grito, la tranquilidad me dura poco ya que su actitud es una mierda. No puede, ni mucho menos voy a dejar que me trate de esa manera.

Soy su jodido rey.

—¡Que mierda te importa! se me viene encima con la intención de pegarme, pero lo esquivo rápidamente. —¿A qué mierda estas jugando? 

No sé qué mierda le pasa, si el que tendría que estar reclamándole las cosas soy yo.

Me sorprende cuando lo veo cerra la mano y la ira me ciega, ahora soy yo quien le suelta un golpe en la cara que no puede esquivar.

Es lento en comparación conmigo y por más fuerte que sea no es un rival, ambos lo sabemos.

—¡No quiero pelear sabueso! Solo quiero que me digas donde has estado ¿Acaso me has traicionado? me atrevo a preguntarle lo que hace tiempo ronda por mi cabeza.

Su respuesta de alguna manera me aterra, él es importante para mí, es una de las únicas personas en las que confió.

El silencio se adueña del lugar, no hacemos otra cosa que mirarnos.

Lo veo cerrar los ojos y abrirlos. 

—¿Quieres saber dónde estaba? Haciendo lo que vos no, buscando a Hela habla y sus palabras son un valde de agua fría, todo este tiempo desconfiando de él y él solo estaba buscando a mi pequeña diosa. —¿Enserio pensabas que yo te traicionaba? ¿Enserio sos capaz de pensar que cometería lo mismos errores de mi ante pasado?

—Adrish...

—¿Qué te pensabas? ¿Qué me iba a quedar mirando como la dejabas a su suerte por la idiota de Perséfone? no sé cómo sostenerle la mirada ni cómo explicarle que nunca deje de buscarla. —¿Queres saber dónde estaba ahora? Pues ven te voy a mostrar.

Empieza a caminar fuera del inframundo y mis pies se mueven por inercia.

—¿A dónde vamos?

—¡Cállate y camina!la sola sospecha me hace continuar sin refutar.

Pasamos el limbo en total silencio, me siento un completo idiota, su enojo es tan evidente que ni siquiera me espera para caminar, después de unos minutos que parecieron horas llegamos a una aldea.

Todo mis sistemas se ponen alertas cuando se dirige a una casa y entra como si nada.

Es imposible

Me repito una y otra vez mientras detallo a la mujer que esta de espaldas, su pelo rojizo adorna su cabeza y no me contengo en ir tras ella.

—¿Pequeña diosa? la voz se me quiebra y el corazón galopea cuando sus zafiros me vuelven a mirar.

Mundo mortal

Hela

De un momento a otro comencé a escuchar todo lo que Adrish estaba sintiendo, como si fuera parte y estuviera ahí, me sentía culpable por la discusión que estaba teniendo con Hades por lo que decidí actuar.

<<Dile que estabas conmigo>>

<<No, Zagreo no puede correr peligro>>

<<Dile Adrish, merece saber sobre su hijo, acaba con esto>>

No obtener respuesta de su parte, me estaba desesperando hasta que por fin le dice la verdad y el mundo se me viene abajo nuevamente.

Siempre fui consciente de que no podía esconderme para siempre, que tarde o temprano iba a tener que volver y que tampoco podía esconder a Zagreo de su padre toda la vida.

No podía permitirme que el sabueso este en problemas solo por protegernos, muchos menos que se distancie de su regente sabiendo que eso pone en peligro el funcionamiento del inframundo.

De igual forma nada iba a cambiar, Hades podía saber de su hijo, conocerlo y todo lo que quiera, pero eso no quita el hecho de que no voy a volver a su lado, no hasta que Ares haya caído.

Por nada en el mundo iba a volver a estar en el radar del dios de la guerra, mucho menos exponer a mi hijo.

Me puse en marcha cuando escuche que ellos venían para acá, no se demorarían en llegar por lo que no tenía mucho tiempo, lo mejor era que Hades me vea a mí primero antes de conocer al bebe.

¿Se pondrá feliz al verlo?

Lo tomo del moisés y me apresuro a ir hasta lo de Carmen, no tenía dudas de que me ayudaría.

—Lamento interrumpirte, pero ¿lo podrías cuidar un momento? pregunto dudosa y la mujer me regala una cálida sonrisa.

—¡Claro que si niña, dámelo! se lo paso con cuidado. —¿Esta todo bien?

—¡Si! me apresuro a responderle ya que no tengo mucho tiempo, están cerca puedo sentirlos.  —Solo tengo que hablar con alguien y no quiero que esté presente.

Asiente.

Vuelvo a la casa y me preparo mentalmente para volver a ver al dios que amo y con el cual tengo un hijo.

Cierro los ojos al sentir la puerta abrirse y contengo las lágrimas cuando su voz entra por mis oídos.

—¿Pequeña diosa? me giro sobre mis talones y después de tanto tiempo esos ojos oscuros vuelven a mirarme derrumbando todas mis barreras.

—Hola Hadeses lo único que puedo articular cuando el llanto corta el paso de mi voz.

ZagreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora