☪Zagreo
Dos días después de la muerte de Azmud
—Buenas noches cariño – susurra mamá dejando un casto beso en mi frente. Le sonrió en la oscuridad mientras la veo dejar la habitación.
Los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en horas. No podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama. Había algo en el aire que me lo impedía, como si algo marchase mal en el inframundo, como si hubiese algo nuevo.
Y sea lo que sea, era importante.
Me quede pensando en el hermoso rostro de mamá. La diosa más importante en mi vida, y quien, estaba triste por mi culpa y eso me dolía.
Aunque ella me lo quiera ocultar, se todo lo que paso antes de mi nacimiento y no puedo evitar sentirme impotente al no poder darle la tranquilidad que tanto necesita.
En este lugar, siempre termina pasando algo que la altera.
Y los recuerdos vuelven.
La he sentido llorar, la he escuchado hablar con mis tíos y por, sobre todo, con papá. No es completamente feliz como lo era en la aldea. Sumado a qué, ahora, mamá sentía culpa por lo del demonio.
Algo ilógico, ya que lo volvería a hacer. Porque lo que ella no sabe, es que daría mi vida por la de ella.
No aguanto más.
Deslizo la tela y sigo mis instintos.
Los pies se mueven solos y me dejo guiar hacía el aura que me llama. Cierro los ojos dejando que el rojo emerja. Todo está oscuro y por alguna extraña razón termino en el centro de la sala de entrenamiento.
Le doy la vuelta al lugar. No me altero, camino sin prisa inspeccionando todo, recordando el entrenamiento con Adrish "sos uno con el inframundo pequeño príncipe"
—¡Se que estas aquí! – le hablo al aire.
Silencio.
—No voy a lastimarte.
—Se que lo sabes – una voz retumba en el lugar. —y aunque quisieras, no podrías lastimarme.
Sentí unos pasos a mis espaldas y me giré por auto reflejo y entonces lo vi...
Era un niño.
No parecía ser mayor que yo, pero si era un poco más alto. Su pelo era negro, como la mismísima oscuridad y sus ojos, sus ojos me atraían como un imán.
Eran de un color gris oscuro, que fácilmente, podían tonarse negros.
—¿Quién eres? – pregunte.
Su boca se curvó en lo que entendí como una sonrisa.
—Seth – hablo por fin.
Su voz era gruesa para la edad que tenía, me recordó tanto a la de mi papá.
—Soy Zagreo, príncipe del inframundo – me presente.
No se inmuto, solo siguió caminando hacía mí.
—Se quién eres – alego.
Estábamos tan cerca, que podíamos sentir la respiración del otro y por alguna razón se sintió bien. Di dos pasos hacia atrás extrañado y él se sentó en el suelo con los pies cruzados.
Lo imité tomando lugar enfrente. Volví a contemplarlo, físicamente no se parecía a nadie que conozca, dejando de lados sus ojos, los cuales siguen gritándome cosas que no puedo descifrar. Pero había más, su aura.
Potente, poderosa y...
—¿Estas muerto? – pregunte.
Era algo tonto pensarlo ya que me han enseñado que los muertos y almas en pena no existen, pero la figura delante de mí no se veía muy real.
—No, hasta donde sé, estoy vivo – responde divertido.
No se burla por tan tonta pregunta y se lo agradezco internamente.
—¿Qué haces en el inframundo, Seth? – pregunto.
—Vine a verte
—¿A mí?
Asiente.
—¿Por qué?
—Deseaba conocerte.
Lo miré intentando descifrarlo. Sus ojos me daban a entender que no mentía. La cuestión estaba en saber quién era y porqué quería conocerme.
—¿Por qué deseabas conocerme?
Se encoje de hombros. Como si no supiese o más bien, no quisiera decirme.
—Debe ser feo vivir así – habla cambiándome el tema.
—¿Así cómo?
—Sin tener amigos, yo tengo muchos amigos en donde vivo.
—Oh, pero si tengo un amigo, aunque ahora debe estar durmiendo – alego siguiéndole la charla.
La imagen de Gaheb se me aparece y es suficiente. Quizás el inframundo no este repleto de niños, pero en la aldea no era muy diferente. Era peor y me acostumbré a la soledad.
—¿Sabes luchar? – pregunto.
—Si, mi padre me ha enseñado.
—¿Quién es tu padre? Te diría quien es el mío, pero eso ya debes saberlo.
Se ríe.
—Prometo responderte eso otro día. – dice mientras se levanta. Hago lo mismo dudoso. —Ya debo irme Zagreo, de verdad que fue un placer conocerte.
Acorta todo espacio entre nosotros y me rodea con los brazos. Quedo estático. Acaso ¿me estaba abrazando?
Se aparta antes de que puede reaccionar y comienza a alejarse por donde apareció minutos antes.
—¿Vas a volver?
Se gira. —¿Quieres que vuelva?
—¡Si!
—Pues entonces volveré.
Termina de fundirse en la oscuridad, como si perteneciera a ella. Me quedo reviviendo la situación en mi mente, llego a la conclusión de que es extraño.
Seth es...
Una enigma, una que me atrae demasiado.
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Zagreo
FantasyLa guerra dejo solo caos y destrucción. Los años habían pasado y la hija del arcángel seguía desaparecida mientras que el dios del Inframundo movía cielo y tierra para encontrar a su amada. La luna roja marco un ante y un después, una profecía, amor...