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11 Y por ello ella a mí siempre me suele llamar...

Salgo rápidamente de aquel lugar, sintiéndome abrumado. Mis pasos son ligeros mientras me dirijo a la salida, con la cabeza agachada, atrapado en mis pensamientos sobre la situación actual.

—¿Qué coño miras?— Escupo al suelo tras lanzar una mirada desafiante a un chico que me observaba por la calle. El desconocido se aleja a paso apresurado, sin atreverse a mirar atrás, hasta que finalmente desaparece de mi vista.

Me coloco la capucha y decido que es momento de hablar con el padre de Nahara. Necesito aclarar la situación con él, sin importar las circunstancias que esto pudiera tener para mí.

Mientras avanzo, una sensación de ansiedad me invade. Las preguntas y dudas daban vueltas en mi mente, como la mayoría del día, pero sé que debo enfrentarme contra esto.

...

Me quedo paralizada por un momento, recordando una y otra vez lo que acaba de suceder, pero tengo la mente en blanco. Aparece una mano y me agarra del cuello, pero esta vez con mucha más agresividad, así haciendo que me duela mucho, impidiéndome respirar correctamente, y me ponen un pañuelo alrededor de la boca y nariz, quitándome la respiración por completo.

—Más te vale cerrar la puta boca— La voz familiar de Idaira retumba en mis oídos, como últimas palabras que he podido escuchar.

¿Por qué mierda me hace esto? No me puedo mover, me duele todo, en especial lo que más me duele es el maldito cuello.

Al instante, mis párpados se cierran lentamente, mi mente ha dejado de pensar con cierta claridad, cayendo inconscientemente en sus brazos.


Un dolor intenso en mi mejilla derecha me hizo abrir los ojos a la par, ha sido como si me hayan cortado, y así ha sido, porque siento la sangre cayendo de una herida en el lugar anteriormente nombrado. No me ha tomado mucho tiempo acostumbrarme a la claridad de la luz, por que apenas hay. Dios mío, mi cuerpo no da para más. Me encuentro en una silla, con un muro detrás, y estoy atada de manos y pies, cosa que me impide hacer algún movimiento.

—Quieta, pequeña fiera— Ríe con un tono que me recuerda a la de una bruja. Es realmente subnormal.

—¿Qué quieres?—Pregunto, tratando de mantener la calma, pero de verdad estoy relajada.

No siento miedo, mucho menos ante alguien como ella. Aunque no comprendo completamente sus intenciones, empiezo a hacerme una idea.

—Sé muy bien quién eres tú; eres una de las tantas conquistas del Beny, ¿no es así?—Se acerca a mi rostro, quedando a escasa distancia, cara a cara.

La tensión se m el aire se puede cortar con un cuchillo mientras me estudia, como si cada palabra tuviera un peso específico.

Le escupo, acto que tenía ganas de hacerlo ya de antes. Ella como respuesta me vuelve a dar una bofetada en el lugar de la herida, y se aleja poniendo cara de horror.

—¡Afri!—Llama con un grito a su mejor amiga que resuena en la habitación.

No puedo evitar poner los ojos en blanco.

—Aquí estoy— Nada más cruzar la puerta, sus ojos se posaron sobre mí por un breve instante, pero rápidamente se dirigieron a Idaira, ignorando por completo mi presencia. La sensación de ser invisible se intensifica en ese momento, como si todo lo que había dicho antes no importara en lo absoluto.

—Dale unas buenas bofetadas como se lo merece, no soporto tener que lidiar con ella. Que asco me da.—Poco después, desaparece de nuestra vista.

Nos quedamos en un silencio incómodo.

—Tranquila, no te haré nada.—Se cruza de brazos.—Por más que intente controlarla no puedo.—Suspira.—Créeme que no me gusta ser como ella, pero su ira da mucho miedo, me tira para atrás cuando quiero enfrentarme a ella.—Se acerca a mí y se pone de rodillas, quedando a mi altura.

Observo a mi alrededor, parece esto un sótano.

—¿Me dejarás ir?—Elevo las cejas.

—Sabes que no puedo hacerlo, me mataría sino.—Sonríe de lado, con el verdadero miedo reflejado en sus ojos.

—Ya lo haré yo por mi cuenta.—Hablo entre dientes.

Idaira aparece de nuevo. Afri me dio una bofetada, hasta hizo girar mi cabeza por el impacto.
Muerdo mi labio inferior con una sonrisa para evitar reírme a carcajadas y miro a la rubia. Esto me parece tan irreal.

—Eres una puta psicópata.—Me tira del pelo. No puedo negar que ese acto hizo que me doliera aún más la cabeza, es más, siento que me arde.

Podía notar el sabor metálico de mi sangre por mis labios.

—¿Crees que me quedaré aquí encerrada esperando hasta que justamente tú me mates? Podría hacerlo perfectamente, no le temo a morir, pero por favor, tenerme en este lugar horrendo, y  encima atada, por un chaval que ni caso te hace...

Recibí otra bofetada, pero esta vez por su parte. Reí por lo bajo.

—Va, más fuerte, que estás muy floja.—Me burlé. Vuelve a darme dos fuertes bofetadas y volví a sonreír a medias.—¿Ya te has desquitado conmigo, o no te basta?

—Cállate.—Suelta un gruñido de frustración al notar que yo no aparento dolida.

—No te tengo miedo, lo que estás haciendo es absurdo.—Parece que eso le enfada aún más y me da una patada en el estómago. Tosí mientras la sangre salía a chorros por mi boca.—Inmadura de mierda.—Murmuro con un dolor increíble por todo mi cuerpo.

Aún así, su cara de horror al ver toda esa sangre fue muy graciosa.

—Límpiale la boca con un pañuelo, Afri. Voy a ir a llamar al Beny.

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora