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A veces no sé en qué punto he de decir basta...



Nueve de la noche, en el cementerio. Las flores blancas se apoyan sobre la tumba de Effy. El chico mira frunciendo el ceño su tumba, se le hace raro que toda la gente de su alrededor termine así de mal.

Apunta y dispara.

Su mente se nubla.

Mátame una y otra vez.

Cierra los ojos con fuerza.

Una y otra vez.

Un suspiro sale de sus labios, con los nervios matándole.

Capaz ya no quede nada de mí.

Abre los ojos de golpe. Algo de su mente lo aturda, parece que lo perseguirá hasta morir.

Constantes jadeos salen de su boca. Saca un papel doblado de sus pantalones vaqueros negros, es el papel que le dio Effy antes de toda esta tragedia. No lo ha leído desde entonces, y creía que sería buena idea leerla antes de echarse a correr sin rumbo. Por el último párrafo, sus ojos se oscurecen, se tornan grises como por las tinieblas. Entonces ahí fue cuando se da cuenta de muchas cosas, una de ellas era que su querer dañaba a todos a su alrededor.

El papel sale volando por el viento que hace. Se empapó por la lluvia. Beny se puso la capucha de su jersey negro, miró a su madre que está rezando mientras le coloca rosas en la tumba de Effy. Relame sus labios y al segundo corre durante minutos hacia la tumba de la dueña de su mente: Nahara. Su madre le estuvo siguiendo, pero de lo grande que era el cementerio, estuvo perdida.

De mientras... ella, con un vestido totalmente negro y ajustado a su cuerpo, bien arreglada, se situaba justo enfrente de la tumba de Effy. Mira desde lejos al chico que le volvió loca en algún momento. Coge la cerilla encendida que tiene entre sus labios rojizos. Sus pálidos y largos dedos lo deja caer en el pasto con lentitud.

—Pondremos a arder el puto cementerio.


¿FIN?

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora