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32 Tía, tu eres especial...

Lo que más me atormenta es la sangre que ha aparecido en mi sueño. La imagen se repite en mi mente, vívida y escalofriante. Me levanto rápidamente, sintiendo que mi respiración se corta en cortos segundos. ¿Qué demonios? Acabo de soñar con Nahara, y esa visión me persigue como una sombra inquietante.

Con el corazón latiendo desbocado, me obligo a salir de la cama y dirigirme hacia la cocina. No puedo seguir durmiendo después de haberme traumatizado de esa manera; lo peor es que todo parecía tan real, tan desgarrador. Mientras camino, los ecos del sueño aparecen en mi cabeza, cada detalle grabado a fuego.

Al llegar a la cocina, me encuentro con John, que se acerca a mí con una expresión de preocupación en el rostro. Abre la nevera y saca una botella de agua fría.

—¿Qué haces despierto, hermano?— me pregunta, con un tono que sugiere que sabe más de lo que dice.

—No lo sé, me he despertado y no he podido volver a dormir— le respondo, apoyando mis codos en la encimera fría, buscando un poco de alivio en el contacto del mármol.

—Me lo imagino. Tendrá algo que ver con Idaira— me dice, y al mencionar su nombre, mis ojos recorren toda la cocina hasta llegar a él, como si buscara una salida a la conversación.

—Por favor, no me la menciones más. Tengo suficiente con Nahara— mi voz suena más áspera de lo que pretendo, y el malestar se asienta en mi pecho.

—Parece que es un peso para ti esa chica— hace una mueca, como si se divirtiera con mi sufrimiento—. Hablando de ella...

Su tono cambia, y yo, al instante, pongo toda mi atención a lo que está a punto de decir. Una mezcla de curiosidad y ansiedad me invade.

—La he visto con Zen en la plaza, los he visto desde el balcón— continúa, dejando que las palabras se deslicen con un aire burlón— parecían una pareja muy feliz, abrazándose.

El dolor se agita en mi interior, y por un momento me siento como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el estómago. Estoy a punto de hablar, de reprocharle su insensibilidad, pero me detengo. Respiro hondo y decido salir de la cocina, incapaz de soportar más esa conversación.

—No te pongas así— me llama, mientras me sigue—. Sabes que ella no te merece, después de todo lo que te hizo sentir.

—Eso decís todos, pero estoy hasta los cojones de esta mierda— le contesto con sinceridad, mientras me pongo mi 'snood' de la marca Nike, sintiéndome preparado para salir, como si eso pudiera borrar la angustia.

—¿Dónde coño vas a ir a estas horas de la mañana?— Sus cejas se fruncen, mostrando su enfado o confusión, y sé que está preocupado por mí.

No le respondo, la rabia y la frustración me abruman.

—Iré a buscar a su padre. Está en el hospital— le digo al fin, tratando de mantener la calma, aunque la voz me tiembla.

—¿Quieres meterte en más problemas?— su voz se eleva, llenándose de incredulidad.

Salgo de la casa sin mirar atrás, sintiendo cómo la noche me envuelve con su manto oscuro. John, a pesar de estar en pijama, no se detiene y va tras de mí.

—Beny, estate quieto y piensa las cosas claramente— me grita desde atrás—. Esa chica no se merece todo lo que haces por ella, ¿o es que no te das cuenta?

Sus palabras resuenan en mi cabeza, pero estoy demasiado atrapado en mis pensamientos para darles importancia.

—Sí, ya me he dado cuenta, pero yo he decidido esto— le respondo, comenzando a caminar más rápido, deseando dejarlo atrás. Necesito este momento de soledad, necesito pensar.

Sigo adelante, sintiendo cómo el aire frío de la madrugada corta mi rostro. El silencio de la calle se siente como un alivio momentáneo, pero cada paso que doy me recuerda la carga que llevo. La visión de Nahara y la sangre no me abandonan, como si me estuvieran llamando a un destino incierto.

Ya no escucho sus pasos detrás de mí, así que supongo que se ha rendido. La libertad de estar solo me da un poco de consuelo, pero la angustia por lo que pueda encontrar en el hospital me consume.

A medida que avanzo, mi mente se agita. ¿Qué le diré a su padre? ¿Tendrá alguna respuesta sobre la desaparición de su esposa? La ira y la tristeza se entrelazan en mi interior, como un laberinto del que no sé cómo escapar. Quiero hacer justicia por la madre de Nahara, quiero entender el motivo de tanto sufrimiento, y sobre todo, necesito encontrar respuestas.

El camino hacia el hospital se siente interminable, y cada paso me acerca más a un destino que no sé si estoy preparado para enfrentar. La imagen de Nahara sigue persiguiéndome, y en el fondo, sé que, a pesar de todo, hay una parte de mí que aún se aferra a ella. ¿Es amor, o solo el eco de una traición?

Llego a la entrada del hospital y me detengo un momento. La luz del neón parpadea sobre mí, iluminando mi rostro con un resplandor frío. Aquí, en este lugar de dolor y esperanza, tal vez encuentre las respuestas que tanto busco. Pero, ¿a qué precio?

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora