CAOS ☆ Beny Jr

13

13 ☆ Visto siempre de chándal, casi nunca contento...

—Beny, cálmate— Escucho hablar a Idaira mientras Afri me limpia el rastro de sangre— Nahara... he hecho lo que me han pedido, por algo estoy aquí, y es por el dinero, Beny— Suelta un gruñido, incapaz de contener su frustración.— ¿Te importa más esa estúpida antes que a mí?— Su grito inesperado me sobresalta. ¡Qué potencia tiene esta mujer en sus cuerdas vocales!— Bien, ahora te paso la dirección, pero esta gilipollas no saldrá viva de aquí.

Por último, susurra algo que no logro escuchar, pero estoy casi segura que mencionó algo sobre un padre. ¿Será el mío? Mhmm... Después de todo lo ocurrido,
diría que sí lo es.

—Nahara, deberías saber la verdad— África llama mi atención con un tono serio y un rostro inexpresivo. La miro, esperando que continúe hablando—. Pero debería ser Beny quien te lo cuente, porque yo estaría en riesgo, Nahara.— Susurra, con un temor palpable en sus palabras. Hago una mueca, sintiendo la incomodidad en el aire.

—Viene Beny en camino— Idaira se acerca a nosotras, interrumpiendo el momento. África vuelve a mojar un trozo de tela con agua y me lo coloca en el estómago, tratando de aliviar el malestar que tengo.

—Seguro que ahora me odiará por pegarle a esta tonta de mierda. Todo por hacerle caso a ese maldito viejo. Total, ni siquiera me caes bien— Bufa, mientras se pasa la mano por la nuca, pensativa y enfurruñada.

Después de unos largos minutos, Beny aparece por una de las muchas puertas que se encuentran aquí abajo.

—Nahara— Su rostro pálido se ilumina con una sonrisa preocupada. Se acerca a mí directamente, sin fijarse en las demás, y comienza a desatarme de todas partes. En este instante, me siento tan aliviada como si hubiera visto la luz al final de un túnel oscuro.

—¿Estás bien? ¿Qué te duele?— Me pregunta, con sus ojos recorriendo mi cuerpo con suma preocupación, examinándome completa—. Creo que no. No sé ni por qué pregunto.

—Sí, estoy bien, no te preocupes. Es un malestar que puedo aguantar— Le respondo, buscando tranquilizarlo con mis palabras con un tono demasiado dulce para ser yo.

—Idaira, ¿fue él quien te lo ordenó, de verdad?— Los ojos de Beny se posan en Idaria, quien parece no tener intención de responder a su pregunta— A pesar de que me lo hayas confirmado con tu palabra, he estado hablando con él, y también me lo ha dicho. Quería que fueras tú quien me lo dijera antes, pero no tienes las agallas necesarias. En fin, la nueva alumna aprende del supuesto maestro, en vuestro caso— Luego, vuelve a mirarme, con la preocupación reflejada en sus ojos—. Tú vendrás a vivir conmigo. Debes estar a salvo. Haré todo lo posible para evitar que esto te vuelva a suceder.

—¡Pero—!— El grito de una de las chicas se ahoga en su garganta.

—¿Por qué deberías reclamar? Nosotros no somos nada, Idaira. Baja de esa nube. Eres solo una más, una simple gilipollas que parece perro faldero— Beny tras decir aquellas palabras, escupe al suelo. Ella, cegada por su ira, lanza su desafío.

—¿Qué tiene ella que no tenga yo?— Pregunta, tras unos largos y tensos segundos de silencio.

—Nahara tiene la mente en su lugar; sabe pensar con claridad y tiene corazón, no como otras que conozco. Ahora, basta de charla. Vámonos, Nahara— Su brazo se desliza por debajo de mis hombros, y yo apoyo mi peso en él, sintiéndome un poco más segura. Su aroma a perfume de hombre me vuelve loca.

He hecho un esfuerzo para parecer desentendida, pero no puedo evitar preguntarme de quién hablaban. Tengo la sensación de que hay una quinta persona en esta historia, y lo que África me había dicho me ha dejado más confundida aún.

De un momento para otro, al estar tan sumisa en mis pensamientos, ni siquiera he notado que hemos llegado.

—Ya hemos llegado, tampoco estaba tan lejos— Duce Beny, como si le sorprendiera mi desconexión.

Me he dado cuenta de que había estado tan absorta en mis reflexiones que no me percaté de nada, ni del dolor que me invade .

—Gracias, la verdad es que estar allí con esa mujer era insoportable. El dolor era lo de menos, pero sus gritos...— Me ayuda a sentarme en el sofá, y su presencia me resulta reconfortarme.

Se sienta a mi lado y, de nuevo, siento como sus ojos se clavan en los míos con una intensidad notable, tanto que intimida.

—Nahara... No deberías salir a la calle, no por ahora. Temo que te hagan algo.

—¿Y eso? ¿Qué ha pasado? Si es por lo de hoy... estoy bien, sé defenderme perfectamente— Mi conjunto de sentimientos se asientan en mi pecho.

—Hay peligro. Todos están en nuestra contra y no hay otra alternativa— Al pronunciar esas palabras, evita mirarme a mí. ¿Me estará mintiendo? Pero se supone que quiere el bien para mí.

—Pero no puedes dejar tu música... Eso a ti te gusta, ¿o no es así? Digo, eso de mantenernos alejados de todos...— Suelto, mientras subo mis pies al sofá y abrazo mis rodillas con fuerza, buscando un poco de consuelo en la familiaridad del gesto.

—No, no lo voy a dejar, pero esto se trata más de ti que de mí.

—¿Sobre... mí?— Me señalo a mí misma, incrédula ante la revelación.

—Hay cosas que no debes saber por el momento— Responde con un tono grave que subraya la seriedad de sus palabras.

Eso encaja con lo que me había dicho África; necesito entender que está pasando conmigo, no puedo quedarme en la oscuridad sin hacer nada.

—Dímelo, ¿qué pasa? Todos me dejáis con la duda y ahora temo al no saberlo— Mi impaciencia es notable, se hace evidente, y es difícil ocultarlo.

—Debes descansar. Te prometo que mañana te contaré todo, pero ahora necesitas recuperarte. He ves muy mal— Su cálida mano toca mi rodilla, transmitiéndome un calor en esa zona que calma un poco la inquietud que siento en el interior.

He asentido con la cabeza, sintiendo que el cansancio me envuelve como una manta pesada.

Me tumba en su cama, y, a medida que el sueño me invade, me dejo llevar por la oscuridad de un profundo descanso. En este momento, todas mis preocupaciones y temores se desvanecen, al menos por un tiempo.