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18 Su padre me pilla pero nunca a mí me tose...

—Suéltala—exijo, con voz arisca, dejando claro que no estoy dispuesta a tolerar más abusos. El ambiente se torna pesado en un instante.

—Vaya, no me ha avisado Federico que estaríais por aquí— dijo él mientras se levanta del sillón viejo, con un vaso lleno de alcohol en su mano, como si eso le diera algún tipo de autoridad.

—Lo siento, jefe, han entrado a la fuerza y no he podido detenerlos— responde Federico, con un tono que denota su impotencia.

Él suspira, y es de notar que la situación le resulta molesta. — Qué sorpresa, ¿que haces especialmente tú aquí?— me cuestiona, con una sonrisa burlona que me ha hecho hervir la sangre en tan solo pocos segundos.

—¿Qué le has hecho a mi madre? Más te vale que no le hayas herido, porque si no el que saldrá más herido aquí serás tú— exijo, usando mi autoridad para mostrarle de lo que soy capaz. Beny, que está junto a mí, recorre su mano por mi espalda, y entiendo por ese gesto que quiere que me calme.

Mi padre comparte miradas con Federico y los dos comienzan a reír forzadamente, dando a entender que todo esto les parece un juego.— ¿Yo? Ni idea en qué está metida esa mujer, tampoco es asunto mío— dijo, volviendo a llenar su vaso con la botella de alcohol que está en una antigua mesa roñosa—. ¿Crees que todo lo que te pasa es mi culpa? ¿Crees que todas las personas que sufren es por mí?

Mi mano se dirige a mi bolsillo trasero del pantalón. Tengo unas ganas irrefrenables de sacar mi navaja de confianza que llevo siempre conmigo y clavársela en el pecho.

—Yo sé que los mensajes fueron tuyos, deja de mentirme, que ya no soy una puta niña a la cual puedes manipular tan fácilmente, así como lo era antes— No he podido contenerme y le grito, dejando escapar toda la rabia acumulada que he llevado dentro durante muchos días.

—Este chaval te ha comido la cabeza, y demasiado— murmura, dando un sorbo a su bebida—. ¡Federico! Trae dos vasos para estos jovencitos.

—No quiero de esa porquería, quiero a mi madre de vuelta sana y salva, sin un rasguño, porque te juro que te mato, animal— mi respuesta ha sido inesperada para todos, pero yo solo siento como la ira me está consumiendo por completo.

—Ya veo que has salido a mí, somos igualitos— dijo, mirando a su alrededor con una expresión pensativa—. Después de todo lo que te ha hecho tu madre, ¿de verdad la quieres? ¿Y yo qué? Estoy intentando salvarte el pellejo de estos niñatos.

—No te compares con ella. Tú has abusado de su inocencia y no se lo merecía— respondo, sintiendo cómo mi respiración se vuelve más irregular, y me cuesta tragar saliva correctamente.

—A tu madre yo le encantaba, seamos realistas. Ella misma ha caído en el pozo sin que yo le diera órdenes— ríe con desdén—. Y sí, tengo a tu madre aquí, pero nunca le haría algo que ella no quiera.

—Cabrón— le espeto, mientras que Beny, conocedor de mis intenciones, me abraza de la cintura y atrayéndome a él, haciendo que mi espalda chocara contra su torso.

Joder, mi enfurruñamiento me invade, y mi me te no para de gritar que le apuñale.

—Trata de controlarte, por favor— me susurra al oído—. Sino vamos a acabar mal.

Mi padre eleva una ceja, y una sonrisa cínica se asoma por su rostro.

—¿Quién lo diría?— su satisfacción es palpable. Sé que siente orgullo el hecho de tenernos aquí, y pensará que indefensos—. Además, que sepas que ella quiere estar aquí conmigo, que yo no la he obligado.

—Pues no lo parecía en la foto— escupo al suelo, con la indignación consumiéndome.

—No sabes lo bien me he sentido verla de nuevo, después de todo— relame sus labios, ignorando mi comentario, como si estuviera en un mundo aparte, y sé que se está burlando de nosotros.

Qué hombre tan asqueroso.

Me alejo un poco del Beny, aunque él me ha soltado con desconfianza, manteniéndose alerta por si trato de hacer algo.

—Bien, solamente quiero verla y saber que está bien, que no le has hecho nada, y a solas— ordeno, con una determinación firme.

—Hmm— hace un sonido con la boca, como si lo estuviera pensando.

La rabia me come viva, me devora, como un fuego incontrolable.

—Está descansando ahora mismo, descansando para siempre— dijo sin más, con una calma inquietante.

—¿Que quieres decir?— me detengo en seco mientras siento que el aire se congela a mi alrededor. ¿Qué acaba de decir?

—Me había pedido que la matara. Yo nada más quería complacer a mi mujer— suspira, como si fuera un simple capricho. Es la vida de mi madre, ¿se cree que me voy a ir sin vengarme? Mi sangre se entorna fría de un momento a otro. Si le ha pedido que la mate ha sido por algo.

Sin pensarlo dos veces, me lanzo contra él.
La navaja se hunde en su pecho con una fuerza que no he podido controlar. He visto cómo el acero ha penetrado su carne, y me he visto a mí misma apuñalándolo repentinamente, sintiendo cómo si estuviera en un trance. Finalmente, Beny reacciona, y lo que hace es empujarme hacia atrás, separándome de su cuerpo.

Tiro la navaja al suelo, mis manos tiemblan, empapadas de su sangre, y el horror de la situación comienza a calar en mí. El mundo se desvanece a mi alrededor, dejando solo la brutal realidad de mi lado.

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora