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27 Subiendo fotos...

Despertar sin ganas se ha convertido en una rutina. El día comienza de la misma manera, como un eco de la tristeza que me envuelve. Me han dicho que tengo derecho a una llamada, así que he decidido llamar a Zen.

—¿Siguen pensando en que te llevarán al psiquiátrico?— me preguntó con una voz suave, pero cargada de preocupación.

—No lo sé, Zen. Sácame de aquí, por favor— He podido notar lo pesados que se han vuelto mis párpados, como si el mundo fuera un lugar al que no quiero enfrentarme.

—Eso intento. Antes he hablado con Beny y ya sabe lo que está pasando, pero me ha dicho que no le importas.

Sus palabras me hicieron sentir como si un puño me apretara el pecho. No era una sorpresa, lo sabía, pero duele escucharla.

—No me sorprende— respondo, dejando escapar un suspiro que contiene todo mi cansancio.

—Nahara, tienes visita— me anuncia un guardia que se acerca a mí, interrumpiendo mi conversación

Lo sigo, y así termino frente a la persona que menos quiero ver.

—¿Qué haces aquí?— le pregunté al hombre, sintiendo que mi paciencia se evaporaba.

—He venido a hablar de las cosas— aclara, mientras noto la frustración en sus palabras.

—¿Después de varias semanas? Por favor, ponle cojones y no seas tan descarado— mi mano impacta con fuerza contra la mesa, resonando en el ambiente.

—Estamos mal, Nahara. No quiero perderte— Su tono se torna grave, como si por fin entendiera la magnitud de lo que estaba sucediendo.

—¿Y ahora te das cuenta, verdad? Medio siglo para que abras los ojos— mis mangas se subieron involuntariamente, una reacción desesperada ante el miedo de no saber qué hacer con mi vida.

—¿Qué es esto?— me pregunta, agarrando mi muñeca y observando los cortes y moretones que tengo en el brazo. Sus ojos me muestran una mezcla de horror y compasión.

—No te importa. Solo quiero que me dejes en paz— aparto mi brazo rápidamente, ocultándolo bajo la mesa, como si esa fuera la solución a mi sufrimiento.

Niega con la cabeza, mostrando una preocupación genuina.

—Eso está mal, no lo vuelvas a hacer, ¿vale? Escúchame, no te hagas daño. Tienes gente que te ama— su voz es firme, pero hay una fragilidad en ella.

—No lo voy a hacer por ti— le respondo, con una determinación que me ha sorprendido a mí misma.

—Hazlo por tu bien.

El silencio se instala entre nosotros como un peso insoportable. En ese momento, siento que la distancia entre nuestras emociones es abismal.

—Si te va bien sin mí, te juro que no voy a volver— su voz se vuelve distante, casi un susurro—. Te quiero como a nadie he querido en esta vida, Nahara, pero no quiero darte más problemas.

—Por fin piensas y te das cuenta. Pensar en ti ya me hace mal, Beny. No necesito que te alejes,  envestíos que me borren la memoria— elevo la voz, incapaz de contener la frustración.

—Baja el tono, te estoy hablando bien— se acerca más, intentando establecer un contacto que ya no existe.

—Ojalá nunca en la vida te hubiese conocido. Era feliz cuando no existías en mi mente. Ahora tan solo existes tú ahí— me levanto de la silla, impulsada por un torrente de emociones.

—No volvamos a empezar igual que la otra vez. Quiero estar calmado hablando bien contigo.

—Para ti ha sido fácil estar encerrado hace unos años en una maldita cárcel, pero yo no soy una persona con malas intenciones como tú— las lágrimas acumuladas en mis ojos comienzan a caer, y no he podido detenerlas.

—Me estás haciendo daño con todo lo que me dices, pero sobre todo, te haces daño a ti. ¿Qué te da a pensar que tengo malas intenciones?— su voz tiembla, entre la impotencia y el dolor.

—Eso es lo que quiero, hacerte daño, porque tú me lo hiciste cuando te fuiste con la puta rubia falsa sabiendo que lo estaba pasando mal aquí dentro, después de todo lo que ella me hizo. Eso es no darle importancia a mí bien. Ya no creo en tus promesas que quedan en vano.

—Lo siento. Me había descontrolado y no lo pensé bien. Me había dejado llevar por mi tristeza, y necesitaba consuelo de alguna forma. Él no tenerte a mi lado me ha afectado más de lo que alguna vez creía— dijo, y en sus ojos he notado un rastro de arrepentimiento.

—¿Y aún así no la dejas, no?— le cuestiono, con una rabia que arde dentro de mí.

Suelta el aire que había acumulado en sus pulmones, como si al hacerlo se liberara de alguna carga.

—Ya me he dado cuenta del tipo de persona que eres.

—Nahara, te estás matando tú misma con tus propios malos pensamientos— me advierte, su tono refleja una preocupación genuina.

—Al final fue todo mentira— me invade una sensación de traición profunda—. No sabes la rabia que siento al no poder irme de aquí, mientras tú disfrutas la vida normal como si lo nuestro no fuera nada.

—Intento olvidarte para no causarte más daño, ¿entiendes?

—No— niego con la cabeza, incapaz de aceptar sus palabras—. No, no, no— con prisa, me he ido de allí, dejando atrás la conversación que ha desgastado mi corazón.

Corro, buscando un rincón en el que pudiera estar a solas con mis pensamientos, alejada de la verdad que me desgarra por dentro. La traición, el dolor, y esa sensación de vacío me presiguen, y mientras me alejo, sé que encontraría difícil escapar de todo lo que he vivido y de lo que él significa para mí. Las cicatrices, tanto físicas como emocionales, es un recordatorio constante de la tormenta que se ha desatado en mi vida. Tengo que enfrentar mis demonios, pero, ¿cómo hacerlo sin la persona que he amado y que tanto daño me ha causado?

Después de varios días, ya me he acostumbrado a estar aquí encerrada, ver a la misma gente y los malos tratos. No me agrada, pero se ha hecho costumbre.

—Así que Beny ha venido a verte hace pocos días...— relame sus labios, mirando a un punto fijo en el suelo.

—Sí, lo peor es que es un puto falso. Yo creía que estaríamos juntos en esto, que tal vez había una chispa de conexión, pero me doy cuenta de que he sido una idiota pensando en eso— mi pierna tambalea debajo de la mesa, pero no la puedo controlar ahora mismo. Al menos la mesa tapa mi pierna y así no me puede hacer preguntas—. Sé que no puede funcionar, porque juntos somos un caos.

Su profunda mirada me penetra.

—Y yo sé que vas a morir de amor por él— se lleva a la boca la manzana y le da un mordisco, sin apartar sus ojos de los míos.

—Se cree que para mí ha sido un juego, pero no, me lo tomé muy en serio y no lo sé, al primer segundo que lo vi, mis latidos se aceleraron, sentí una conexión rara y...

—Tranquila, esto no es una batalla de rap— una voz ronca sale de su boca. Parece que se está burlando de mí, ya que sonríe de lado.

Dejo salir el aire de mis pulmones.

—Cambiemos de tema. ¿Cuándo irás de nuevo al juicio?— me quedo congelada por unos segundos.

—¿Cómo lo sabes?

Nos quedamos hablando por unos cortos minutos y luego fuimos de nuevo a nuestras celdas.

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora