CAOS ☆ Beny Jr

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39 ☆ Y yo le digo: "que no te puedo contestar"...

—¿Nahara?— sus ojos se abren de par en par en cuanto me ve. La sorpresa en su mirada es evidente, y yo solo fingo una dulce sonrisa, intentando ocultar lo que realmente siento.

—¿Adónde estabas metida?— en un instante ya lo tengo enfrente, acariciándome los hombros con una ternura que me resulta incómoda.

Miro de reojo una de sus manos posadas sobre mi piel, sintiendo una mezcla de confusión y desagrado.

—No todo gira alrededor de ti, ¿sabes?— digo mientras doy pasos atrás, tomando distancia. Quiero que entienda que no estoy aquí para ser su prioridad.

Puedo notar en su rostro una clara expresión de confusión, como si no pudiera comprender por qué me estoy alejando.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Alguien te ha hecho algo?— vuelve a acercarse a mí, preocupado. Su cálida mano se posa en mi frente, supongo que para verificar si tengo fiebre. Qué estúpido.

—Quiero de vuelta a mi madre— mi voz se quiebra al terminar la frase, y Beny desvia la mirada hacia Lukas, que está detrás de mí. Se de notar que todos estamos tensos.

—Bien, tú te quedarás aquí— declara Beny, como si tuviera autoridad sobre mí.

Lo miro ofendida. ¿Quién demonios se cree este?

—Es mi madre. Yo también sé defenderme. No necesito que nadie me cuide, ¿entiendes?— mi tono es desafiante, pero hay un leve temblor en mi voz que me delata.

—Mírate, estás herida y no me voy a arriesgar a que te pase algo peor— me responde con firmeza. Si supiera todo lo que me ha tocado pasar...

De repente, me doy cuenta de que Havana me está mirando de una manera extraña. Al mirarla bien, me parece familiar.

—¿Nahara?— su voz es un susurro lleno de preocupación.

Parpadeo varias veces, tratando de procesar la situación, y la miro de vuelta.

Asiento varias veces, decidida, aunque no tengo fuerzas suficientes para dar más explicaciones.

—Tened cuidado— mi voz se corta al hablar. No tengo la energía para soltar más palabras, el peso de todo lo vivido me abruma. Me siento asquerosa.

—Antes de irnos, tenemos que hablar tú y yo— dice Beny, relamiéndose los labios secos, como si intentara encontrar las palabras adecuadas.

Me coge del brazo sin hacerme daño y me lleva a una esquina que no está tan lejos de los demás. La cercanía me resulta incómoda; su presencia me invade.

—Dime adónde fuiste, te noto demasiado mal— exige, mirándome fijamente. Lo tengo tan cerca de mí que puedo notar su aliento, que huele a menta.

—Por ahí— respondo, sintiendo que no tengo una respuesta coherente que ofrecerle.

—Eso no es una respuesta— me dice, acorralándome contra la pared y rompiendo el poco espacio personal que tenía. La situación se vuelve angustiante.

—¿Y qué quieres que te diga?— mi voz comienza a elevarse mientras el pánico se apodera de mí—. No voy a dejar que me controlen, y menos quiero que seas tú— me siento frustrada. No puedo olvidar lo ocurrido con aquel tipo en el callejón. Se supone que soy fuerte.

Nahara, mantente firme, no recaigas.

—No pasa nada por mostrarte "débil" ante mí, Nahara. Nos tenemos confianza— murmura, mirándome a los ojos. Hay un atisbo de sinceridad en su mirada, pero no puedo permitirme creerle—. Aparte, sabes que yo nunca te traicionaría. Si estoy aquí es porque realmente me preocupas, y quiero tu bien.