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21 Y loco, pensando en tu rostro...


Hace dos días metieron a Nahara en ese asqueroso lugar. No tengo ni la menor idea de lo que estará pasando ahora, aunque ayer me dijo Zen que mañana es el juicio. La incertidumbre me está consumiendo, y cada segundo sin noticias se siente como una eternidad. Enciendo un cigarro con el mechero y le doy una calada, tratando de encontrar algún tipo de calma en la nicotina.

Desde lejos, veo a un grupo de chicos mirándome. La incomodidad se instala en mi pecho; no entiendo por qué siempre tienen que estar ahí, observando, juzgando.

—Parece que ahora es un chico con depresión; de un día para otro se pega un tiro— dice un chico rubio, con una mirada fija y burlona, siendo un descarado—. Sus fans no paran de decir lo cambiado que está— sus amigos sueltan risitas, como si fuera una broma graciosa.

—Ya no es el chico malo, como decía que era— responde otro, y todos ríen, burlándose de mí—. Pobre de él.

Hago una mueca al escuchar eso último. ¿Cuál es su maldito problema? No comprenden nada, ni siquiera saben lo que he pasado. Me he ido de allí antes de que la situación se tornara más tensa. Últimamente no sé controlar mis reacciones; lo hago todo por impulso. Sin ella, sin Nahara, es imposible volver a encontrar un equilibrio.

Regreso a mi habitación, me siento en mi escritorio y saco la pequeña libreta donde escribo todas las letras de mis canciones. La miro con desdén, como si tuviera la culpa de mi falta de inspiración.

—¿Qué puedo escribir?— susurro para mí mismo, sintiendo que el peso de la tristeza se asienta en mis hombros.

—"Pa' quitar el mono se fuma hasta el papel.
Ya no quiere vivir, na' le parece bien. Quiere seguir, la droga sigue con él..."leo en voz alta, repetidamente, como si las palabras pudieran transformarse en algo significativo.

Le letra me recuerda lo que me dijeron los chicos descarados en la plaza, sus palabras hirientes resonando en mi mente:

—"Es un chico triste, depresivo. De un día pa' otro se pega un tiro."

Arranco la hoja de la libreta, lo hago bola con mis manos y la tiro a la basura, queriendo deshacerme de esas palabras así queriendo también deshacerme del dolor que siento.

Escribo, tacho, escribo, tacho... y así durante horas. Las palabras no fluyen; son como ríos secos que no llevan agua.

—Mierda, no tengo inspiración— murmuro, tirando mi cuerpo hacia atrás. Mi espalda choca contra la parte trasera de la silla, y miro hacia el techo con frustración.

La imagen de su perfecto rostro aparece en mis pensamientos, y con ella, una torrente de recuerdos, La forma en que se reía, cómo me miraba con esos ojos llenos de vida, todo eso se siente como un eco distante, algo que se ha desvanecido demasiado pronto.

—Joder— vuelvo a murmurar, y tiro la libreta al suelo de la rabia. El sonido del papel golpeando el suelo resuena como un grito mudo de desesperación.

Mis pensamientos son un torbellino. ¿Por qué tenía que pasarle a ella? ¿Por qué estoy aquí, atrapado en este ciclo de tristeza, mientras ella está en un lugar donde no puedo alcanzarla? El juicio de mañana parece un monstruo inalcanzable, y me pregunto aué tipo de futuro le espera.

Me levanto de la silla, incapaz de quedarme quieto. Empiezo a caminar de un lado a otro de la habitación, como si el movimiento pudiera liberar la tensión que se ha apoderado de mí. Mis manos están temblorosas, y siento que cada calada del cigarro se convierte en un recordatorio de lo que he perdido.

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora