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Necesito un descanso...

NAHARA;

Otro día más. Me había despertado con la ilusión de que estuviera a mi lado, pero no fue así. Me puse de mal humor, tengo que hablar seriamente con él. Me duele todo el cuerpo, me encuentro débil, no estoy de coña. Encima se fue como si nada, ya veo.

Se hizo de noche. Todo el día me la he pasado en el sofá tirada, cantando o comiendo lo que me encontraba por la nevera. Mi madre se ha ido de viaje por una semana por cuestión de trabajo y eso me ha puesto aún más mal, ¿y si le pasa algo?

El timbre vuelve a sonar. Debe ser el Beny, me va a escuchar ahora.

—Beny, tenemos que-

No pude terminar la frase. Alguien me coge del cuello, me gira completamente pegándome a su espalda.

—No grites—Susurra contra mi oído.

Veo un pañuelo acercándose a mi rostro, cubre mi nariz y boca impidiéndome respirar. Intento alejarlo de todas las maneras posibles pero me tuve que rendir. Hijo de puta.



BENY;

Es de madrugada. Estoy frente su puerta para pedirle perdón por lo de ayer pero lo malo es que no me abre la puerta. Agacho la cabeza, a nada de rendirme, pero encuentro con gotas de sangre cerca de mis bambas. Mierda, espero que no sea de Nahara.

Sigo las gotas de sangre hasta llegar al portal, las gotas siguen por las calles, hasta que no veo ni una más.

—Joder—Me giro varias veces intentando ver alguna pista más de donde puede estar.

Cerca de donde estoy parado, hay una casa abandonada con una marca de sangre de una mano. Me acerco con prisa allí. Mis nervios no cesan, mis manos están temblando y sudando del miedo e preocupación.

Siento que me cogen de los brazos, impidiéndome mover.

—Vaya—Un chico con un pasamontañas negro se acerca a mí—¿Has venido a rescatar a tu princesita?

—Cabrón—Hablo entre dientes.

—Mírala—Señala a Nahara, y ella está sentada en una esquina de la pared, inconsciente, atada de los pies y de las manos—Tranquilo, sigue viva todavía.

—No la toques—Tiene un hacha en una de sus manos.

—¿No? ¿Te va a arruinar la vida si la mato?—Como se divierte el hijo de puta.

—Suelta ese hacha y largaros antes de que yo os mate a vosotros—Escupo al suelo.

—Bien, ¿eso es lo que quieres, no?

No dije nada, me quedo callado.

—¿Sabes lo diferente que hubiera sido tu vida si ella, ni su familia, hubieran aparecido?

—Cierra la boca, gilipollas. Tú no sabes nada.

—Sé más de lo que tú sabes.

Imbécil.

—Te ha arruinado la vida, pues se la vamos a arruinar a ella también—Se acerca a Nahara despacio.

—Ni la toques. Estás fatal de la cabeza—Hay como tres chavales cogiéndome los brazos con fuerza para que no pueda hacer nada. Me tiran al suelo y me patean en el estómago.

—Será rápido.

Veo como Nahara susurra algo antes de que el tipo le pegue patadas por todo el cuerpo. Ella ni intenta cubrirse, simplemente deja que le hiciera lo que quisiera.

—Déjala—Grito. Escucho una risa por parte suya.

—Bien, hagámoslo rápido—Coge el hacha y lo mira con aprecio.

—Ni se te ocurra, cabrón.

No puedo moverme, no puedo hacer nada. No quiero verla morir, no quiero. Me niego tener que verla en este estado, no otra vez.

—Piensa que ella también quiere esto, ya sabras el porqué.

Me siento mareado, en cualquier momento podría desmayarme. Estoy muy débil.

—Déjala ir, por favor—Supliqué y supliqué, pero es en vano.

Deja el hacha de lado y agarra un bate de hierro.

—Va a ser divertido, ya verás.

Y una mierda.
¿Que haría yo sin ella? Encima que ni le he llegado a pedir perdón por lo que pasó ayer. Me deja un vacío gigante por dentro, me siento culpable de esto.

El chaval coge todas sus fuerzas y le pega con el bate en todo el cuerpo. Se me hace el tiempo infinito. Yo no dejo de pedirle que pare, que ya a sido suficiente, pero no me escucha.
Mis ojos llorosos, mis manos y piernas inmóviles por sus tres cómplices. Siento que muero por dentro.

—Basta—Grito lo más fuerte que puedo al ver todo el charco de sangre que la rodea.

El chico que la golpea me mira.

—Debe cumplir lo que prometió.

No, imposible.
Ayudadme.

Por última vez, golpea con el bate su cabeza tres veces, dejándola de nuevo inconsciente. Es que me niego pensar que está muerta.

—Nunca olvides quien te hizo este favor, cariño—Le pisa el estómago, y los cuatro se van corriendo.

Me arrastro por todo el suelo hasta llegar a ella.

—No me hagas esto, levántate.

Me limpio las lágrimas.

—Nahara.

Perdón, perdón,
ya sé que duele.
Este capítulo me ha costado escribirlo :(

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora