41

1.1K 33 0
                                    

41 Y sabe que tiro pa' adelante...

—Cálmate— me dice, acercándose a pasos lentos. Siento cómo la tensión se acumula en mis músculos, cada fibra de mi ser está alerta.

Pestañeo con rapidez cada vez que da un paso hacia mí, y por un momento, solo escucho el sonido de mi propia respiración, como un eco en un espacio vacío.

Cierro los ojos con fuerza, deseando que todo fuera un maldito sueño. Al abrirlos de nuevo, la realidad se mantiene inalterada.

—El es mío, él me pertenece— digo, retrocediendo instintivamente. La ira comienza a apoderarse de mí, una llama que arde con cada palabra que pronuncio.

—¿De quién hablas?— su voz es un desafío.

—¿Ahora te haces la que no sabe nada?— me responde, y la incomodidad se intensifica.

Trago en seco; me cuesta hasta respirar. Sus palabras resuenan en mi mente, haciéndome dudar de mis propios sentimientos.

—No lo miras como yo lo hago. A mí me ama, maldita sea. Me ama mucho y más que a ti— las palabras fluyen de mis labios, y no puedo evitar preguntarme si de verdad las pienso.

—Bien, te ama, pero no vayas a hacer ninguna locura-su tono se torna serio, casi amenazante.

Niego con la cabeza, como si eso pudiera cambiar la situación.

—Olvida todo lo que he dicho— me siento en el suelo, y las lágrimas comienzan a caer, desconsoladamente. Dios, ¿qué coño me pasa?

Ella se agacha a mi altura, y por una extraña razón, siento que la conozco desde hace mucho tiempo.

—¿Puedes contarme qué te ha pasado?— pregunta, tocando mi pantalón, que está roto por completo.

—Me han violado— mi mirada se fija en un punto del suelo, evitando su mirada—. Me han violado y no he podido reaccionar como debería haberlo hecho.

—Dios mío— me abraza, pasando su mano por toda mi espalda varias veces.

Lo necesitaba, un abrazo sincero en medio de este caos.

—No le digas nada, no quisiera preocuparle— digo, pasando mi lengua por mis colmillos, un gesto nervioso que no puedo controlar.

Se separa de mí para mirarme mejor.

—¿Sabes lo grave que es eso?— su rostro muestra preocupación, algo que me parece normal y, a la vez, extraño.
—Ya he pasado por todo, y no voy a mostrarme ahora débil por esta mierda— bufó, mientras vuelvo a entrar en un leve llanto.

—¡Mira!— exclama, señalando con urgencia.

Mi mirada sigue la dirección en la que apunta, y mi corazón se acelera.

—Madre— susurro, sintiendo cómo un torrente de emociones me inunda. Qué bonito es este sentimiento, joder. Ella está viva.

Corro hacia ella y la abrazo con todas mis fuerzas. Mi madre me recibe en sus brazos, y así nos quedamos durante minutos, inmóviles en un refugio de amor y dolor.

—Cielo— me acaricia la mejilla al separarse, y mis lágrimas se mezclan con la alegría de tenerla de vuelta.

—Quisiera haberlo matado, te lo juro. Perdóname por todo— mi voz tiembla, cargada de remordimientos.

De repente, Beny me agarra bruscamente del brazo y me aparta de ella.

—¿Qué te pasa a ti?— frunzo el ceño, confundida y furiosa.
Este cabrón solo sabe empeorar las cosas, no tengo idea de cómo lo hace.

Saca un arma de no sé dónde, y en un abrir y cerrar de ojos me apunta a la sien.

—¿Vas a ser capaz de...?

Me mira directamente a los ojos. Me siento hipnotizada, atrapada en la profundidad de su mirada, un sentimiento raro y desconocido que nunca había experimentado.

—Mataría al puto monstruo que me ha hecho tanto daño— susurra en mi oído, intentando ser sensual, pero en las circunstancias en las que estamos, no es lo más adecuado.

Me quedo sorprendida, y todos a nuestro alrededor se detienen, observándonos con una mezcla de miedo y curiosidad.

—¿Me quieres matar? ¿Lo harás?— pregunto, sintiendo cómo el aliento se me escapa.

Aleja su rostro de mi oído. Noto su último aliento antes de retroceder lentamente, intentando que no se dé cuenta de mi temor.

Su mirada ya me ha dicho muchas cosas, palabras que nunca llegaron a pronunciarse.

—Te dejo ganar, así que dispara— mi voz me asusta. ¿Por qué he sonado tan segura? ¿Voy a dejar que haga tal cosa?

Si no dispara, disparo yo.

—Matame, una y otra vez— susurro por última vez, sintiendo que el momento se detiene.

El sonido del gatillo apretándose se convierte en un eco en mi mente. En un instante, todas las preguntas, todas las dudas se desvanecen. Él me creyó. Ellos me creyeron. ¿Tú me creíste?

CAOS ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora