Capítulo 17

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Lía miró el auto de su hermano y puso los ojos en blanco.

- Me dijo que pasará por mí esta semana, piensa que tengo diez años y debo esconderme para ver a Pablo -.

Yo comencé a reír.

- No sabía que es sobreprotector - Comenté.
- No sé que le pasa, no recordaba que fuera así -.
- Lí, seguramente ya se dió cuenta de que creciste y quiere cuidarte, mira que tienes suerte, yo soy hija única amiga mía, a mí nadie me cuida como Christopher a ti -.
- Quizá tengas un poco de razón, y quiero mucho a mi hermano pero a veces deseo que no sea tan protector conmigo, tú sabes cómo cuidarte sola -.
- Tranquila Lía, solo déjalo ser - Aseguré.

Ambas reímos y nos despedimos.

- Te veo mañana temprano en la escuela -.
- De acuerdo, cuídate -.
- Tú también - Finalicé.

Lía caminó hacia el auto de su hermano y éste bajo el vidrio.

- Adiós Christopher - Dije con una ligera sonrisa.
- Adiós ___ -.

Su respuesta fue dada del mismo modo, así que completamente satisfecha saludé a Darío y subí sin más a la camioneta.

|Un mes después|

Las cosas con Mario no habían dado otro paso aún, estaba muy cariñoso y atento conmigo pero yo aún no decidía darle el sí en cuanto a una relación, debía ser honesta conmigo misma, no estaba convencida de que fuera él, pero me gustaba compartir tiempo juntos, no me era indiferente pero tampoco me hacía sentir algo como amor.
A la casa de Lía no había vuelto cuando Romina estaba, como fuera Christopher siempre le daría su lugar y yo no quería problemas con él y mucho menos con su familia, Romina no conseguiría molestarme como esperaba, si creía ser victoriosa frente a mí, dejaría que lo creyera.
Lía y yo nos habíamos puesto de acuerdo para tener una tarde en la alberca de su casa, solamente ella y yo, sus papás por fin habían podido hacer el espacio que tanto querían, así como mis papás, y decidieron salir los cuatro juntos.
Su hermano había salido con su novia, así que estaríamos tranquilas al menos un momento.
Mientras nadabamos el celular de Lía había comenzado a sonar, cuando vió que se trataba de Pablo se emocionó demasiado.

- Es Pablo, me muero -.
- Pero después de responder, solo sal de aquí porque no quiero escuchar sus cosas empalagosas - Dije.
- Que mala eres, me voy -.

Entre risas y sonrojos Lía entró a su casa, dejándome disfrutar de lo bien que se sentía el agua.
Mis ojos permanecían cerrados mientras me dejaba llevar por el sonido del agua y la música que sonaba, sin embargo había comenzado a sentir una mirada sobre mí, abrí los ojos un poco y me dí cuenta de que Christopher estaba parado en la puerta de cristal que te permite salir a la alberca.
Sonreí para mí misma y fingí no haberlo visto aún, ese hombre podía mirar todo el tiempo que quisiera, yo no tenía problema con eso.
No podía quedarme quieta, debía llamar su atención a como de lugar, ¿La razón? Ya ni siquiera me importaba.
Decidí sumergirme en el agua para comenzar a nadar, así que lo primero que hice fue dejar que mis piernas salieran un poco para que él tuviera acceso completo, tan solo con esa profunda mirada.
Me dí un recorrido por toda la alberca pero finalmente decidí salir, quería encararlo, estar frente a él.
Poco a poco salí de la alberca y fingí ir por un vaso de agua, sin embargo me ví sorprendida al dirigirle la mirada.

- Christopher, no te había visto, ¿Llevas mucho ahí parado? - Pregunté.

Él pareció nervioso, sin embargo caminó hasta salir completamente.

- Bueno, de hecho acabo de llegar, creí que Lía estaba contigo - Respondió.

Vaya, que mentiroso, reí internamente.

- Claro que estaba conmigo, solo que tuvo que atender una llamada, aunque creo que tardará un poco en volver - Dije.
- ¿Crees? - Inquirió.

Lentamente encaminé mi paso hacia él, no tenía porque negar que se veía jodidamente bien vestido de esa forma tan casual.
Quedé a escasos centímetros de su cuerpo, él no despegaba la mirada de mis ojos ni yo de los suyos.

- Esa llamada es importante para ella, así que está bien, puede tardar todo el tiempo del mundo - Aseguré.

Christopher no dijo nada, solo desvió un poco la mirada, iba de mis ojos a mis labios y viceversa, y lo mismo podía hacer yo con él, maldita sea, ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Estoy segura de lo que estoy haciendo? No me interesaba indagar para saberlo.

- Tu chaqueta es bastante linda - Dije bajito, solo para nosotros dos, sin romper ese contacto que ya teníamos.
- ¿Te gusta? - Preguntó.
- Me encanta - Afirmé.

Sin pensarlo mucho dirigí una de mis manos hacia esa chaqueta negra que traía puesta, roce su pecho con mis dedos.

- Ups, creo que mojé tu ropa - Dije mordiendome el labio inferior, justo como él también lo hacía con el suyo.
- Mierda ___, no juegues con fuego - Dijo serio mirándome a los ojos.
- ¿Tienes miedo de quemarte? Porque honestamente, a mí no me importa - Dije segura.
- No hagas algo que puede terminar mal - Mencionó.
- ¿Cómo estás tan seguro? - Cuestioné.
- Tengo mil razones -.
- ¿Ah sí? Pues me las cuentas luego -.

Absolutamente toda mi cordura se había perdido cuando atrapé sus labios con los míos en un beso que ya me había dejado claro, los dos necesitábamos con urgencia. Una de mis manos lo tomaron por la nuca y la otra se posicionó sobre su pecho, sus manos se habían dirigido a mi cintura, aunque podía sentir como ardían por bajar un poco más, el beso cada vez era más feroz y ardiente, un beso inigualable, algo que quemaba tanto como el fuego, sus labios eran esa fruta prohibida de la que jamás debí comer, pero ya era tarde, y la verdad es que me gustaba bastante.

- Estoy dispuesta a escuchar tus mil razones - Dije cuando me despegue de sus labios por un momento para recuperar el aire perdido.
- ¿Y me callarás de esta manera? Porque estoy dispuesto a contartelas todas -.

|Rechazame| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora