Capítulo 49

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Claro que también me había enamorado de ella, me hizo ver otro lado de la vida y me hizo disfrutar de cada momento, ella me había enamorado sin darse cuenta.
Pero no podía ser egoísta y atarla a mí cuando la realidad es que no estaba lista para una relación con un hombre de mi edad, al menos eso quería pensar, además, Romina también estaba de por medio, y ahora que es mi prometida tenía que olvidarme de ___ aunque me doliera en el alma.
Verla con Zabdiel me estaba matando por dentro, la forma en la que lo abrazó era la misma en la que siempre me recibía cuando se quedaba en mi departamento o tan solo cuando se ponía cariñosa.
Jodida mierda, esta situación terminaría haciéndome miserable, porque mi corazón ya tenía dueña, y esa era ___.
Con una sonrisa ella se despidió y se fue con Zabdiel, dejándome con mil pensamientos en la cabeza, ¿Ahora es él con quién tiene esa relación tan excitante y cariñosa que tenía conmigo? ¿Es ahora él, el dueño de sus besos? Me destrozaba siquiera imaginarlos tomados de la mano, claro que daría todo por ser yo quien ocupa el lugar de Zabdiel.

(...)

Recostado en mi cama, con una de sus blusas entre mis manos, esa era la única manera en que al menos podía sentir su aroma.
Mi cuerpo la necesitaba, mi cabeza la pensaba, mi corazón la extrañaba.
Maldita sea, ¿Por qué había tomado esa decisión? Al final ella estaba con Zabdiel y parecía feliz, parecía quererlo y estar muy segura, en cambio yo no fui capaz de aceptar su amor y confesarle el mío.

|Tres meses después|

___'s POV.
Nunca me habría podido imaginar que cumplir 20 años sería tan increíble y especial como lo estaba siendo.
Mis ojos veían encantados al mariachi que tocaba y cantaba para mí, al principio creí que Zabdiel había sido el dueño de tan bonita sopresa, pero cuando lo ví llegar a mi casa con un gran ramo de rosas impactado por lo que veíamos, supe de inmediato que no era causa de él.

- Me imagino que alguien tiene un admirador secreto - Dijo divertido.
- ¿En serio no fuiste tú? - Volví a preguntar.
- Te aseguro que no -.

Mi corazón saltaba de felicidad al escuchar tan bonitas canciones, no tenía la menor idea de quién podía ser el dueño o quizá dueña de tan bonita sopresa.

- Señorita Tirbell, ésto es para usted -.

Uno de los chicos que cantaba me entregó otro ramo de rosas rojas con girasoles, adentro venía una tarjeta que más tarde revisaría.
También me dió una caja de chocolates y un oso panda de peluche, me iba a morir de amor en cualquier momento.

(...)

- Pero mira nada más que bien te fue, serenata y más regalos - Dijo mi mamá viendo cada una de las cosas.
- Si no es tuyo Zabdiel, ¿De quién es? - Preguntó mi papá.
- Eso mismo quisiera saber señor Horacio -.

Zabdiel y yo cada vez nos sentíamos más cercanos, pero en ese sentido de amigos incondicionales, descubrimos que sería demasiado intenso tener una relación amorosa, a pesar de ser un hombre mayor que yo, sabía exactamente como portarse conmigo y apoyarme en todo.

- ¿No traen tarjeta? - Inquirió mi mamá.
- Creo que sí, veré de que se trata -.

Tomé la tarjeta de las rosas y la abrí mientras mis papás y Zabdiel comían de los chocolates.

Daría lo que fuera por abrazarte y desearte el mejor de los cumpleaños... Solo espero que te haya gustado mi sopresa, no lo sabes pero va con todo mi amor... Felices 20 muñeca.

C.V

No quería imaginar que realmente venían de su parte, no quería creer que había sido él quien tuvo tremendo detalle, está a pocos meses de casarse y viene a decirme estas cosas, aún cuando no he podido sacarlo de mi corazón.
Quería llorar tan solo de imaginarme celebrando este día con él, lo extrañaba, eso estaba muy claro.

- ¿Y? ¿Quién es? - Preguntó curioso mi papá.
- Solo dice felices veinte ___, pero no tiene firma ni nada - Mentí.

Guardé la tarjeta fingiendo no haber visto nada más.

- Un admirador secreto, vaya, vaya - Dijo Zabdiel.
- No es mi culpa poseer tantos encantos - Dije entre risas.
- No se puede negar que eres mi hija -.
- Está en lo correcto señora Vera - Aseguró Zabdiel.

(...)

Mis padres tenían preparada una cena en un restaurante para celebrar mi cumpleaños, estaría toda mi familia, mis abuelos, tíos, primos, también la familia de Jesús y por supuesto la familia Vélez, mis amigos más cercanos y algunos más de mis padres.
Después de comer un poco de pastel en la mañana Zabdiel se fue pues dijo que tenía que alistar su sopresa para mí en la noche, yo solo reí y dejé que se fuera feliz.
Lía me había pedido ir a su casa, sus papás insistían y no pude negarme, tal vez Christopher ni siquiera estaría ahí, era sábado, estaba en su departamento o con su prometida.
Cuando toqué la puerta Lía me abrió y me recibió con un abrazo.

- Feliz cumpleaños amiga hermosa de mi corazón, te quiero demasiado -.
- Gracias Lí, yo también te quiero -.
- Ven, vamos -.

Ambas entramos a su casa y caminamos de inmediato hacia el comedor, en donde me encontré con un cartel que decía "Feliz cumple ___" y tres bolsas de regalo sobre la mesa, así como con los papás de Lía y su hermano.

- Dios, muchas gracias, no tenían que molestarse - Dije sincera.
- ___, eres parte de la familia, estamos muy felices de festejar contigo - Mencionó la señora Yenny.
- Te hemos visto crecer con Lía, eres como una hija más, muchas felicidades - Comentó el señor Leonardo.

Abracé a ambos con cariño.

- No saben cuánto se los agradezco - Dije con una sonrisa.
- Felicidades ___, te deseo el mejor día - Christopher por fin habló.
- Muchas gracias - Respondí sonriente y sin pensarlo acepté su abrazo.

Miento si digo que no lo disfruté, me sentía en esa burbuja otra vez, en esa burbuja de felicidad y protección que Christopher me daba, sus brazos seguían siendo cálidos y mi lugar favorito en el mundo.

|Rechazame| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora