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— Yutaa. — Sicheng habló desde la puerta. — Tu madre está aquí.

Antes de que la mujer le reclamara por el tono que estaba usando, Yuta salió.

— Si vienes a joder, es mejor que te vayas.

— ¿A dónde están yendo? — Preguntó con curiosidad genuina.

— Vamos a la casa hogar. — Sicheng dijo con simplesa.

— Genial. Yo los acompaño. — A ambos se les cayó la mandíbula.

— Alto ahí, loca. — Dijo Yuta y su madre lo miró mal. — ¿A dónde crees que vas tú?

— Iré con ustedes. Tengo derecho a conocer a mi nieto. — Yuta y Sicheng se miraron inseguros.

— No creo que sea buena idea. — Habló Sicheng en un susurro que solo el mayor escuchaba.

— Déjala. Si hace o dice algo que no debe a los niños, yo mismo la saco de ahí. — Sin estar seguro, Sicheng aceptó.

Ellos irían en el auto de Yuta y su madre en su propio auto. Al llegar a la  puerta de la casa hogar, fue Sicheng quien detuvo a su suegra antes de entrar.

— Dice o hace algo que no debe y yo la sacaré. — Habló serio.

Sin esperar a los otros dos, ingreso al edificio y fue recibido por unos pequeños brazos.

Era Chenle.

— ¿Cómo estás, pequeño? — Sicheng lo abrazó con cariño.

El pequeño se despegó un poco de Sicheng y con su mirada buscó a Yuta. Cuando lo vio corrió hacia él para que lo cargara.

— ¿Todo bien, campeón?

— Traeré a Shotaro. — Dijo Sicheng y se fue a buscar al otro niño.

— ¿Hoy si se quedarán a jugar? — Preguntó Chenle con su característica voz infantil.

— Hoy si. — Sonrió Yuta.

Un carraspeó lo hizo voltear y a Chenle mirar con curiosidad a esa persona. Movió sus piernas para que Yuta lo dejara en el suelo.

Con lentitud caminó hacia la mujer que no le quitaba la mirada de encima, ¿Quién era ella?

A Chenle no le estaba agradando su presencia. Podía ver en su mirada desagrado y algo más. Volvió hacía Yuta para que lo volviera a cargar.

— ¿Pasa algo, Chenle? — Le preguntó cuando el niño se escondió en su cuello.

— Ella no me agrada. — Habló desde su escondite.

La madre de Yuta puso un rostro de indignación.

— Oye, mocoso, tenme más respeto. — La mirada que su hijo le dió, le decía que se calle.

Yuta acarició la espalda del más pequeño mientras le susurraba que todo estaba bien.

— Shotaro está listo. Y el permiso ya lo tengo firmado, podemos ir al parque. — La alegría con la que Sicheng llegó se esfumó en cuanto notó el tenso ambiente.

Y como si fuera algo automático, Shotaro tiró de la manga de su buzo para que lo cargara.

Una de las cosas que compartían los mellizos era que si algo o alguien les incomodaba buscaban refugio en brazos que les causaran confianza.

— ¿Qué pasa? — Preguntó mientras acariciaba el cabello de Shotaro.

— El mocoso que Yuta tiene en brazos dijo que no le agrado y de muy mala forma. — Sicheng suspiró, entendiendo la situación.

The Heirs ⭐NCT⭐ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora